Es difícil argumentar que la negligencia de Maduro hacia su joya de la corona es intencional, debido a que su víctima más directa es él mismo. Esta negligencia sugiere que el gobierno de Maduro también es inepto.
Los analistas debaten si la debacle económica del país es resultado de la premeditación o la incompetencia. En muchos sentidos, este es un falso debate. Se debe a ambas cosas. El extremismo produce y necesita caos, y el caos a su vez aumenta las posibilidades de errores garrafales por parte del Estado.
Tan graves son los errores de Maduro en materia petrolera que le ha tocado a gente de su propio partido político tomar cartas en el asunto. La Asamblea Nacional Constituyente —electa ilegítimamente en 2017 y compuesta exclusivamente de maduristas— está considerando tomar medidas correctivas en el sector petrolero para permitir una mayor apertura petrolera. Pero mientras debaten, el ejecutivo sigue sin actuar para revertir el derrumbe petrolero.
En circunstancias normales, el caos económico socava a cualquier gobierno. Todavía puede poner en riesgo al régimen de Maduro en la medida que se propague el descontento, no ya entre los opositores, sino en las filas de su gobierno. Ya sabemos, por evidencia indirecta pero inequívoca, que el malestar dentro del gobierno crece: este año Maduro ha aumentado la represión hacia el ejército y a exfuncionarios gubernamentales.
Pese a estos riesgos, Maduro se ha inclinado por el caos y no por la recuperación, porque cuando el caos alcanza proporciones inhumanas, como ha sucedido en Venezuela desde 2015, es más probable que diezme a la oposición que al gobierno. Y si el gobierno aplica la represión con eficacia, en especial dentro de sus filas, tiene una posibilidad de sobrevivir mientras sus enemigos —dentro y fuera de la revolución— languidecen por miseria o huyen del país.
El caos, ya sea intencional o accidental, puede ser funcional para los Estados extremistas. Por tal motivo, no deberíamos contar con que el gobierno extremista de Maduro haga algo mínimamente prometedor para detener el descenso de Venezuela al infierno.