Muero sin morir en ti y de tanto morir nunca llegar a la muerte en sí
Tener sed y no encontrar el agua que sacie la lengua Sentir temblor y no palabra que apacigüe Buscar sin entender que el cuerpo no se rompe que la boca es insuficiente para limitar manos y pies que no andan aunque mucho polvo hacia el templo hayan dejado
Sopla el viento primera pulsación de la presencia aire que alienta las palabras de la garganta y del pensamiento hasta los labios
Las palabras se pronuncian entrañando gesto brazos que tocan a través de las manos que expresan su conmoción para llegar
pero nada tocan sino el aire y a veces otras manos que no son abrazo que no son sino sólo manos y las tuyas van perdiendo su propio movimiento bailan en la fluencia del tacto que nada dice por qué si hay dentro las manos los dedos las uñas olvidan el soplo del viento.
Habitarse dentro para no habitarse
Despeñarse caer más adentro porque no se puede no caer cuando no se puede no subir
porque llevo muchos días siguiendo tu sombra entre las hojas de los árboles escuchando el ruido de tu aliento desbrozar agua en canastilla y sigo tus huellas por ese polvo que pisas y me basta para recordar tu mirada canto de amor de otros tiempos…
Cómo me calaba el silencio el frío de la montaña el aire húmedo y espeso cuánta agua anegándose por no diluir las frases del rostro
Lee dentro de mí…
Tras tus huellas he dejado las mías escarpadas y riscos en hielo derritiéndose cuerpo pequeño para contener el latido
¿quién perseguía a quién quién dejaba a quién?
cómo olvidar ese día estabas a unos pasos y yo de frente detrás el despeñadero la lanza en la diestra
todo era silencio
un fragmento
la lanza rebotó contra las piedras
sabor a musgo en mi boca
la lanza
ninguno había matado
comencé a escuchar tu voz en mi descenso
Palabreo
Siento el peso de la redondez cuando digo desesperación y sé que no debí tirar la lanza cuando deletreo d e s e s p e r a c i ó n y sé que no debí dejar el rastro.