APRENDIENDO A CAMINAR
¡Jesús, enséñame a amar la vida como ella es!…
Que mis ojos, Señor, sepan cerrarse para las inducciones
infelices exteriores y que dejan un trazo de amargura en el alma,
viendo allí tan solamente una lección más que me administras,
y no una punición o un mal del cual no puedo esquivarme…
Que mi entendimiento se direccione para la comprensión,
la ternura y la misericordia, evitando imponerme
a la triste condición de juez de conductas ajenas y procurando, así,
pensamientos cada vez más dignos para hablar
siempre con mayor bondad y consideración…
Que yo no anote lo que existe de triste y deprimente en mi camino,
fijándome inútilmente en detalles que en nada me engrandecen más
sí que yo consiga divisar los ángulos positivos de toda y cualquier situación,
auxiliando en lo que me sea posible
y callando aquello que no puedo ayudar…
Que mi corazón ame incansablemente a todo y a todos,
beneficiando a mis hermanos de camino con lo que yo tengo de mejor
y haciendo lo posible para que mis tendencias inferiores se mantengan
a lo largo de todas mis intenciones en relación a ellos,
evitando que yo caiga, más tarde, en las redes do arrepentimiento
y del remordimiento y dificultando, así, mi propio caminar…