En la sombra...
Me he recostado en la oquedad oscura
adonde en tus ausencias me retiro,
y he cerrado los ojos. Sólo aspiro
a recobrar mi adarme de cordura.
Dentro de mí, la luz tiene esa pura
diafanidad radiante del zafiro,
y alrededor de mis memorias giro
sin la penumbra que te desfigura.
Un ángel, que es mi guía y mi maestro,
con método entre cándido y siniestro,
te silencia y me impele hacia el olvido.
No sé si abrir los ojos y en la sombra
mi oído piense que tu voz me nombra
en la fugacidad de cada ruido.
Francisco Álvarez Hidalgo