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General: Las diez mujeres más importantes de la Roma antigua
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De: Ruben1919 (Mensaje original) |
Enviado: 20/04/2019 22:00 |
Las diez mujeres más importantes de la Roma antigua
Las diez mujeres más importantes de la Roma antigua
A pesar de que las estructuras patriarcales fueron la columna vertebral de la civilización romana desde su nacimiento hasta su desaparición, pocos pueblos de la Antigüedad concedieron a la mujer tantos derechos y libertades como hizo Roma. Frente a una mujer ateniense recluida en casa y dominada en todas las facetas de su vida al varón, la mujer romana siempre gozó de una cierta independencia respecto al esposo, especialmente si procedía de una familia acaudalada. Las mujeres que aportaban una dote cuantiosa al matrimonio gozaban de una especial independencia, pues en caso de divorcio esa parte del patrimonio común regresaba íntegro a ella. Como ocurría en otras sociedades, las viudas eran las que disfrutaban de una mayor libertad, pues controlaban su propio patrimonio y no dependían de ningún hombre más allá de la autoridad que sus hijos varones trataran de ejercer sobre ellas.
Naturalmente, estos esquemas sólo se aplicaban a las mujeres de las clases altas, las hijas y esposas de los grandes senadores y caballeros. Por desgracia, sabemos muy poco de las mujeres de las clases bajas, ya que las fuentes literarias las ignoran casi por sistema. Es muy probable que su vida fuera incluso más miserable y difícil que las que llevaban los hombres de su misma condición social.
Algunas mujeres consiguieron elevarse por encima de sus contemporáneos, alzarse en un mundo dominado por los hombres y convertirse en piezas fundamentales de la política, las artes o la ciencia de su tiempo. En esta lista recogemos a las diez mujeres que, desde nuestro punto de vista, marcaron de un modo u otro el devenir histórico de Roma, y sin las cuales su mundo, y en consecuencia el nuestro, no habría sido el mismo.
1- LIVIA La mujer a cuya sombra se pusieron las bases de la época imperial. Livia Drusa, hija de un senador republicano que se suicidó tras la batalla de Filipos, se casó con el joven César Octaviano, que antes de ella ya había tenido otras dos mujeres. Livia aportó al matrimonio dos hijos habidos de un enlace anterior: el futuro emperador Tiberio, y Druso, padre del futuro emperador Claudio. Durante el tiempo en el que Octaviano,ya con el nombre de Augusto, gobernó Roma, Livia jugó un papel esencial en la construcción del poder del princeps. Siempre se comportó como el ejemplo de la perfecta matrona, la encarnación de todas las virtudes femeninas que su esposa pretendía inculcar en todas las aristócratas romanas.
Livia, sin embargo, ha pasado a la historia por su faceta manipuladora y ambiciosa, debido a la inquina que los historiadores Tácito y Suetonio, que vivieron mucho después de su muerte, demostraron contra ella. Según esta tradición, Livia maquinó mil y una perfidias para asegurar que su hijo Tiberio fuera proclamado heredero al trono imperial, llegando incluso a provocar la muerte de varios miembros de su propia familia. Augusto siempre confió en su esposa, por lo que muchos han visto en él un hombre manipulado por Livia.
Tras la muerte de su esposo y la llegada al trono de Tiberio, Livia trató de ejercer su influencia en su hijo, pero éste desarrolló una gran inquina hacia su madre, y la apartó de cualquier toma de decisiones. Livia murió con la seguridad de que su propia sangre, y no sólo la de Augusto, se perpetuaba en el trono imperial. En época de su nieto Claudio fue deificada como Diva Augusta, y como tal se la rindió culto durante siglos. Pérfida mujer o matrona ejemplar, ninguna como Livia consiguió elevarse sobre las limitaciones impuestas a su sexo para erigirse como una pieza fundamental en la vida política de su tiempo, hasta el punto de que si consideramos a Augusto el padre del Imperio, en justa correspondencia habría que considerar a Livia como su madre.
2- CORNELIA Cornelia nació con la pesada carga de ser la hija de Escipión el Africano y portar un nombre que en Roma era tan venerado por unos como odiado por otros. El peso y la dignidad de ser hija del Africano marcaron su vida y su comportamiento de por vida.
Siendo muy joven, fue prometida con Tiberio Sempronio Graco, miembro de una familia noble con un prometedor futuro por delante. Según algunas fuentes, tuvo con él una gran cantidad de hijos, pero sólo tres llegaron a la edad adulta: dos niños, Tiberio y Cayo, y una niña, Sempronia. Al morir su marido, Cornelia recibió todo tipo de propuestas de matrimonio, incluida una del rey Ptolomeo de Egipto, pero las rechazó todas para centrarse en el cuidado de sus hijos. Su hija Sempronia se casó con Escipión Emiliano, que había entrado en la familia de los Escipiones por adopción. No fue un matrimonio feliz, y no lograron tener descendencia.
El caracter de Cornelia se vio especialmente en la carrera de sus hijos, que llegaron a ser los tribunos de la plebe más célebres de toda la historia de Roma. Tiberio Graco propuso una ley agraria para limitar la cantidad de tierra pública que los nobles podían acaparar, con el objetivo de repartir a la plebe lo que excediera estos límites. La aristocracia le asesinó para evitar que llevara a cabo sus planes. El hijo pequeño de Cornelia, Cayo Graco, siguió los pasos de su hermano, con un programa de reformar aún más ambicioso, pero el Senado decretó su muerte y la de todos sus partidarios. Las fuentes no coinciden en si Cornelio aprobaba o criticaba las reformas propuestas por sus hijos, pero todas coinciden en que vivió obsesionada con que ambos alcanzaran la gloria que les correspondía por su nombre. Una de las cosas que más le podían doler era pasar a la historia como la suegra de Escipión Emiliano y no como la madre de los Graco, cosa que finalmente no ocurrió.
Cuando sus hijos murieron, Cornelia se retiró de la vida pública. Sin embargo, por Roma corrieron los rumores de que la anciana había estado detrás del asesinato de su yerno Escipión Emiliano, que había apoyado la muerte del joven Cayo Graco.
Tras la muerte de Cornelia, se erigió una estatua de ella para conmemorar su virtud, un honor que pocas mujeres en la historia de Roma alcanzaron.
3- AURELIA Es muy poco lo que sabemos de la extraordinaria mujer que debió de ser Aurelia, la madre de Cayo Julio César. Nacida en una familia consular, hija de Aurelio Cota y emparentada con Publio Rutilio Rufo, Aurelia fue considerada como una de las bellezas más prominentes de su tiempo. Tuvo muchos pretendientes, pero finalmente contrajo matrimonio con Cayo Julio César, un hombre enfermizo que sólo llegó a ocupar el cargo de pretor y que le dio a Aurelia dos hijas y un hijo, el futuro dictador César.
La muerte del esposo y la relación familiar que les unía a Cayo Mario, hizo que Aurelia sufriera grandes calamidades durante la dictadura de Sila. Parece ser que tuvo que trasladarse a la Subura, el barrio más humilde de Roma, en una de cuyas insulae crió a sus hijos. Cuando Sila decretó la muerte del joven César por negarse al divorcio de la hija de Cinna, fue Aurelia la que suplicó al dictador por la vida de su hijo, logrando salvarle la vida. Parece ser que, siguiendo el ejemplo de su admirada Cornelia, madre de los Graco, Aurelia influyó de forma decisiva en la educación de su hijo, marcando su ambición y su carácter.
Ante las continuas ausencias de César debido a sus compromisos militares y políticos, fue Aurelia la que crió a su nieta Julia, que posteriormente se casaría con Pompeyo el Grande.
Uno de los últimos acontecimientos políticos en los que Aurelia se vio envuelta tuvo lugar cuando, durante las celebraciones de la fiesta de la Bona Dea, que ella misma dirigía, una de sus esclavas descubrió al díscolo Publio Clodio intentando penetrar en la casa disfrazado de mujer. Aurelia ordenó su expulsión inmediata y dio su testimonio ante los jueces que posteriormente llevaron la causa contra Clodio.
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4- CLEOPATRA
Aunque no es estrictamente una mujer romana, Cleopatra fue uno de los personajes que influyó de forma más decisiva en la historia de Roma. Su intervención fue decisiva en el juego político que acabó con la República romana y dio paso al Imperio. Hija del polémico Ptolomeo Auletes, heredó el trono junto con su hermano pequeño en un momento en el que el reino de Egipto era ya la única potencia helenística independiente del Mediterráneo frente al avance de Roma. El joven Ptolomeo, aconsejado por sus hombres de confianza, apartó a Cleopatra del trono, y la reina tuvo que escapar de Alejandría para salvar la vida. Fue en ese momento cuando llegó a Egipto Julio César, persiguiendo a Pompeyo tras haberle derrotado en Farsalia. Pese a que Ptolomeo entregó a César la cabeza de Pompeyo para tratar de congraciarse con él, éste decidió que el joven debía gobernar junto a su hermana.
Los hombres de Ptolomeo no lo aceptaron y atacaron a las tropas de César, que los derrotaron en una batalla en la que cayó el propio faraón. Quedó de este modo Cleopatra como única soberana de Egipto. La reina inició entonces una relación con César, que antes de partir la dejó encinta del que sería el único hijo varón del dictador, Cesarión.
Tras el asesinato de César y la derrota de sus asesinos en Filipos, el poder quedó repartido entre Marco Antonio y Octaviano, el futuro Augusto. A Marco Antonio le correspondió el gobierno de la parte oriental del Imperio, y esto cruzó su destino con el de Cleopatra. La reina ayudó a Antonio en una serie de campañas contra los partos y en algún momento de los meses que pasaron juntos iniciaron una relación. Antonio tuvo varios hijos con Cleopatra, a pesar de estar casado con Octavia, la hermana de su socio Octaviano. La relación entre ambos políticos fue deteriorándose hasta el punto de hacerse insostenible y estallar una nueva guerra civil. Los ejércitos de Antonio y Octaviano se encontraron en Accio, donde éste fue derrotado a pesar de contar con los refuerzos enviados por Cleopatra. La reina y Marco Antonio se refugiaron en Alejandría, pero cuando las tropas de Octaviano asediaron la ciudad, ambos decidieron suicidarse. Antonio murió según la usanza de los generales romanos, arrojándose sobre su espada, mientras Cleopatra se hizo picar por una serpiente.
Con su muerte, Cleopatra se evitó la humillación de que Octaviano la hiciera desfilar en su triunfo ante la plebe de Roma. Cleopatra VII fue la última monarca helenística que se opuso a la expansión romana. Con ella terminó toda una época que había empezado cuatro siglos atrás con Alejandro el Grande.
5- AGRIPINA LA MENOR Agripina, conocida como la Menor para diferenciarla de su madre, fue una de las mujeres más inteligentes y ambiciosas de cuantas conoció el Alto Imperio Romano. Pocas mujeres tuvieron una relación familiar más amplia con la casa imperial: sobrina y esposa de Claudio, hermana de Calígula, madre de Nerón. Mientras sus hermanos y hermanas caían víctimas de las intrigas de palacio, Agripina consiguió sobrevivir a una turbulenta época y encumbrarse como la mujer más poderosa de su tiempo.
Cuando su hermano Calígula llegó al poder, Agripina estaba casada con el senador Lucio Domicio Enobarbo, con el que tuvo un hijo, el futuro emperador Nerón. El estar casada no impidió que por Roma se extendieran los rumores de que Agripina se acostaba con su hermano y, obligada por éste, se prostituía en grandes orgías junto con el resto de las mujeres de la familia. Cuando Calígula descubrió la participación de su hermana en una conjura para destronarle, la envió al exilio a la isla Pandataria, de donde sólo pudo regresar cuando los pretorianos asesinaron a su demente hermano.
De regreso a Roma, Agripina se puso como objetivo casarse con su tío Claudio, para lo cual contribuyó en la caída en desgracia de su díscola esposa Mesalina. Una vez logró su objetivo de tomar como esposo al anciano Claudio, Agripina comenzó a maniobrar para que su propio hijo fuera asociado al trono en lugar del hijo de Claudio, el joven Británico. Los autores antiguos coinciden en señalar a Agripina como la responsable del envenenamiento de Claudio con un plato de setas.
Nerón fue nombrado emperador, pero los planes de Agripina comenzaron a truncarse casi de inmediato. Su hijo no era la dócil marioneta que ella quería tener en el trono, y pronto se produjo un alejamiento entre ambos. La llegada de Popea a la vida de Nerón supuso una condena a muerte para Agripina, pues la joven y ambiciosa mujer sabía que su suegra siempre supondría una amenaza. Convenció a Nerón para que asesinara a su madre, y éste lo intentó en varias ocasiones frustradas con diversos medios. Finalmente, fue acusada de traición y asesinada por orden de su cada vez más demente hijo.
6- GALA PLACIDIA Gala Placidia nació en Constantinopla, fruto del segundo matrimonio del emperador Teodosio. Fue, por tanto, medio hermana de los futuros emperadores Honorio y Arcadio, y jugó un importante papel en las intrigas que se desarrollaron en estos últimos tiempos del Imperio Romano. Desde muy joven quedó bajo los cuidados de Estlicón y su esposa Serena, que planeaban utilizar a Gala Placidia para unir su estirpe con la casa imperial. Sin embargo, un acontecimiento cambió por completo la vida de Gala Placidia: fue secuestrada por los visigodos de Alarico poco antes de que éstos se lanzaran al saco de Roma.
Los visigodos utilizaron a Gala Placidia para dar prestigio a su linaje y emparentarse con los herederos de Teodosio. La joven se casó con el sucesor de Alarico, su cuñado Ataúlfo. Gala Placidia viajó con él por Europa, pero al ser éste herido de muerte, ordenó que la joven fuera devuelta a Roma. Una vez allí, su hermano, el emperador Honorio, obligó a Gala a casarse con el general Flavio Constancio. Las sospechas de que Gala Placidia podía estar conspirando contra el emperador a favor de los visigodos, la llevaron a partir al exilio junto con sus hijos, buscando refugio en la corte de Constantinopla. La suerte quiso que tras la muerte de Honorio fuera un hijo de Gala Placidia, Valentiniano, el que accediera al trono, logrando su madre ocupar el cargo de regente y alcanzando así la cúspide de su poder. En estas circunstancias, y con los rumores de que Atila se acercaba a Roma comandando sus huestes, falleció Gala Placidia, una de las mujeres más poderosas e influyentes de todo el Bajo Imperio.
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7- LESBIA
¿Quién se oculta tras el nombre de Lesbia? Éste es uno de los grandes misterios de la historia de la Literatura latina, y por desgracia, y a pesar de la gran cantidad de estudios dedicados al tema, es probable que nunca lleguemos a desentrañarlo. Lesbia es el seudónimo que el poeta Cayo Valerio Catulo, siguiendo la moda de los poetas helenísticos, puso a su amada para reflejarla en sus versos sin que su reputación quedase dañada. Del propio Catulo tampoco sabemos mucho que nos pueda aclarar la identidad de su amada. Un joven procedente del norte de Italia, enviado a Roma para hacer fortuna y entregado a la poesía y la vida contemplativa. La relación de Catulo y Lesbia pasó por momentos de amor apasionado y odio furibundo, dependiendo de las circunstancias.
Es probable que detrás de Lesbia se encuentre una aristócrata de las que se movían en el círculo de los poetas que, como Catulo, trataban de conseguir protectores entre la nobleza. La hipótesis que más investigadores han defendido y la que cuenta con mayores indicios en los propios poemas dice que Lesbia sería la joven Claudia Pulcra, conocida como Clodia. Esta Clodia fue una de las mujeres más controvertidas de su tiempo. Casada primero con un Lúculo, contrajo matrimonio con Metelo Nepote, con el que mantuvo una relación tormentosa llena de sospechas de infidelidades. La lujuria de Clodia se convirtió en un rumor constante en la Roma de los sesenta y los cincuenta, y numerosos personajes como Marco Celio o Marco Tulio Cicerón se contaron, según las habladurías, entre la nómina de sus amantes. Clodia tuvo que hacer frente incluso a los rumores de que mantenía relaciones sexuales con su propio hermano, el turbulento tribuno Publio Clodio.
Fueran o no ciertos estos rumores, y fuera o no Clodia la Lesbia de Catulo, esta mujer fue la inspiradora de algunos de los mejores versos de la literatura latina, motivo por el que merece un lugar de honor en la Historia.
8- LUCRECIA El personaje de Lucrecia pertenece más al mito que a la historia, pero su influencia fue fundamental en la construcción del modelo de la matrona romana. Siglos después de su supuesta muerte, todas las mujeres de Roma tenían en mente a este personaje a la hora de medir sus comportamientos en un mundo machista dominado por los hombres. Por otro lado, la muerte de Lucrecia fue el desencadenante de la revolución que acabó con la monarquía en Roma y dio paso al sistema político de la República.
Según diversos autores, Lucrecia vivió en los tiempos de Tarquinio el Soberbio, el último rey de Roma. La joven contrajo matrimonio con Tarquinio Colatino, un miembro de la familia real, y la pareja era conocida por su virtud y su buen entendimiento. Una noche, estando en medio de una campaña militar, Tarquinio Colatino y su primo Sexto Tarquinio, el hijo del rey, apostaron cuál de sus mujeres era más virtuosa. Para comprobar con los hechos lo que no podían demostrar con palabras, cabalgaron hacia Roma en mitad de la noche e hicieron una visita sorpresa a sus esposas. Mientras Lucrecia tejía la lana en compañía de las sirvientas, la mujer de Sexto Tarquinio fue sorprendida en fiestas y banquetes con sus amigos. Además de perder la apuesta, el hijo del rey sintió nacer una gran pasión por la virtuosa Lucrecia, por lo que al día siguiente, mientras Tarquinio Colatino permanecía en el campamento, él regresó a Roma y violó a la joven.
Lucrecia, sintiéndose deshonrada, hizo llamar a su esposo y a algunos de sus amigos. Después de narrarles lo que había ocurrido, sacó un puñal y se dio muerte, pues no era capaz de vivir sintiéndose ultrajada. Tarquinio Colatino y sus amigos, entre los que se encontraba Lucio Junio Bruto, juraron vengar a la joven y expulsar a la dinastía reinante de Roma.
Colatino y Bruto, al mando del resto de la aristocracia romana, lograron expulsar a Tarquinio el Soberbio y su familia de Roma, decretando que nadie en la Urbe volvería a detentar el título de rey jamás.
9- JULIA DOMNA Pocas mujeres, aparte de Livia, llegaron a acaparar tanto poder en tiempos del Imperio Romano como la emperatriz Julia Domna. Nacida en torno al año 170 d.C., en la provincia de Siria, Julia Domna era hija del sacerdote supremo de El-Gabal, una divinidad solar oriental cuyo culto se extendía con fuerza por el Mediterráneo. La juventud de Julia Domna estuvo marcada por una época de tumultos y guerras civiles que se desataron en Roma tras la caída de la dinastía de los Antoninos. Siendo muy joven se casó con Lucio Septimio Severo, que quedó prendado de ella al conocer un oráculo que había vaticinado que Julia Domna se casaría con el futuro emperador de Roma.
El asesinato de Cómodo abrió las puertas a quienes, como Septimio Severo, buscaban acceder a trono. Los fugaces emperadores Pertinax y Didio Juliano cayeron en manos de los pretorianos, y sólo el esposo de Julia Domna consiguió hacerse con el favor de las legiones y liquidar a la guardia pretoriana que había asesinado a sus antecesores. En todo el proceso de lucha por el poder, Julia Domna permaneció al lado de su esposo, viajando con él allí donde el deber le requería. De su unión nacieron dos niños, Caracalla y Geta, sobre los cuales su madre ejerció una poderosa influencia. Julia Domna se llevó con ella a Roma a varias mujeres de su familia, entre ellas su hermana Julia Mesa y sus sobrinas Julia Soemias y Julia Mamea. Este grupo de mujeres logró crear en Roma un influyente círculo de escritores y filósofos en los que los sirios tuvieron un peso fundamental.
Septimio Severo tuvo que desplazarse por el Imperio en numerosas ocasiones para enfrentarse tanto a los usurpadores que se levantaban contra él como contra los pueblos extranjeros que amenazaban las fronteras.Julia Domna siempre estuvo a su lado, lo que le granjeó el respeto del pueblo, que la colmó con todo tipo de honores. Ella, conocedora del poder político que tenía la religión, se hizo identificar con numerosas divinidades, como Deméter, Juno o Cibeles. Julia Domna fue una de las principales responsables de que la corte imperial romana se convirtiera en una corte propia de las monarquías absolutas orientales, cambiando por completo las costumbres áulicas de la Urbe.
Al morir Septimio Severo, Julia Domna trató de mediar entre sus hijos para que compartieran el trono, pero el impetuoso Caracalla acabó por asesinar a Geta, que murió en brazos de su madre, según indican algunas fuentes. Ella, sin embargo, consiguió conservar una buena relación con su hijo mayor, con lo que llegó a ocupar un cargo de regente oficial, tomando muchas de las decisiones de gobierno y logrando que la labor administrativa de Septimio Severo se completara. El carácter despótico de Caracalla permaneció inalterable, lo que llevó a un grupo de pretorianos a asesinarle. Julia Domna, ya anciana, sólo sobrevivió unas semanas a la muerte de su hijo mayor. Tras su desaparición, el resto de las mujeres de la familia imperial, con Julia Mesa y Julia Mamea a la cabeza, habían aprendido el estilo de gobernar de la matriarca, y lograron conservar su influencia sobre los siguientes emperadores hasta la caída en desgracia de toda la dinastía.
10- HIPATIA Esta lista no podía cerrarse sin hacer mención a una de las mujeres más excepcionales que conoció el Mundo Antigua, en un momento en el que todo estaba cambiando y la Edad Media estaba a punto de comenzar. Hipatia de Alejandría fue, y es, un modelo de libertad, coraje y lucha contra el oscurantismo y la superstición. Una lucha que se saldó con su muerte a manos de fanáticos cristianos.
Hija del astrónomo Teón, Hipatia se convirtió desde muy joven en la cabeza de la Escuela Neoplatónica de Alejandría, que tenía su sede en la Biblioteca del Serapeo. Hipatia viajó a Atenas y a Roma, donde amplió sus estudios y trabó contacto con otros sabios. Muy pronto ella misma destacó en el campo de la astronomía y las matemáticas, así como en la invención y mejora de diversos instrumentos para medir los movimientos de los astros. Hipatia fue una maestra incansable que enseñó en el Serapeo y en su propio casa a varias generaciones de pensadores y científicos, tanto cristianos como paganos.
Cuando el patriarca Cirilo llegó al poder en Alejandría, comenzó una campaña de acoso contra judíos y paganos en la que chocó con el prefecto imperial Orestes, partidario de mantener el respeto a los diversos cultos. Los enfrentamientos entre partidarios de uno y otro fueron subiendo de tono hasta llegar a la violencia. Hipatia fue una de las víctimas de esta violencia. El prefecto Orestes había sido alumno suyo, y se decía que su antigua maestra gozaba de una gran influencia sobre el político. Como represalia contra Orestes, Hipatia fue sacada del carro en el que viajaba y arrastrada por un grupo de hombres de Cirilo hasta el antiguo templo de Augusto, convertido en iglesia cristiana. Allí fue desnudada y golpeada con piedras y tejas hasta la muerte. Sus restos fueron paseados de forma triunfal por los seguidores de Cirilo por las calles de Alejandría.
La muerte de Hipatia fue respondida por numerosas voces críticas en todo el Imperio, incluso entre diversas comunidades cristianas. Con el paso de los siglos, Hipatia se convirtió en un modelo de mártir por la causa de la ciencia y la libertad de pensamiento, hasta el punto de que su figura histórica ha quedado sumida en las brumas del mito
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