Acaeció el delirio
en el fosfato de tu
carne fértil, intrigante
despertando deseos.
En una alianza perenne
y zigzagueante de húmeda
y pasional.
La belleza de tu amor
se grabó en mi corazón
como presagio del destino
y el tiempo iba para delante
y anhelantes corrimos alcanzarlo
y nos detuvimos
en tu lecho...
Y más me enamoraba
más te amaba
y tú me dijiste;
voy a vivir
para ti
¡sólo para ti!