Ala y raíz
Bastó una gota de sabia roja derramada sobre este tronco gris, para que reventaran sobre el pecho un millón de flores transparentes.
No le quedó ni una sola rama sin la sutil fragancia de pétalos
tiernos, y pudo respirarse la vida sin que despertaran las
desdichas.
Bastó un viento de temores fuertes, y las raíces se enterraron hasta los laberintos bordados por duendes y mariposas.
Quedó ahí con la vida, rígida en el vaivén de las horas, grabando la piel con grietas de suspiros y caricias. El placer se extendió hasta el infinito y dobló la cintura enterrada hasta el centro del fuego.
Quiso volar con alas fuertes, y llegó hasta donde sus raíces le
permitieron.
Verá las semillas reventar, y guardará su aroma en un cofre de perlas y ébano. Desde allí las visiones se cruzan con la angustia de saberse ala y raíz.
Carmen Amaralis Vega Olivencia