Madre,
mi pecho se pone henchido
al llegarme tu recuerdo
y acariciar el jubòn
con ese rojo encendido
que cada vez que lo toco
me acelera el corazón.
Desde que tu te marchaste
no me siento liberada
de todo lo que enseñaste,
para ser bien educada.
Como alabastro forjaste
una sana educación
y a mi ser regalaste
el amor y bendiciòn.
Por eso en tu tumba ofrendo
esta guirnalda preciosa
y junto a mis sentimientos,
la fragancia de las rosas.
Trina Lee de Hidalgo
12.59. a.m.