Tras el anuncio de la expresidenta Cristina Kirchner sobre su postulación a vicepresidenta, tanto el oficialismo como la oposición analizan sus estrategias de cara a octubre.
La entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner junto al actual mandatario argentino, Mauricio Macri en Buenos Aires, el 2 de agosto de 2012.
Marcos Brindicci / Reuters
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Las elecciones presidenciales de octubre en Argentina se acercan y buena parte del mapa de candidaturas comienza, poco a poco, a despejar dudas. El anuncio de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner de que será candidata a vicepresidenta, acompañando una fórmula ampliada del peronismo encabezada por su exjefe de Gabinete, Alberto Fernández, movilizó a todo el arco político a apresurar reuniones para configurar alianzas y terminar de resolver sus diferencias.
Tanto el oficialismo como el sector del peronismo no kirchnerista o 'federal', analizan por estas horas cuál será su fórmula, en medio de presiones, personalismos y constantes contradicciones. Las últimas incógnitas deberán ser develadas en breve: el 22 de junio es la fecha límite para el cierre de listas de los partidos políticos de cara a las PASO (Elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) de agosto, es decir que, en menos de un mes, aparecerán los nombres y las alianzas que podrían definir el futuro del país sudamericano el domingo 27 de octubre.
Información y privacidad de Twitter AdsSuele decirse, con cierto grado de reduccionismo, que esta tierra está dividida por una 'grieta' política. Que existe una pugna ideológica en la sociedad, al parecer irreconciliable, y que cada una de las partes quiere un modelo de país bien diferente. A los ojos del bando rival, unos serían "la derecha neoliberal" aliada a Washington, y los otros, los 'populistas' que llevarían a la Argentina a "ser Venezuela". A esos dos 'bandos' los representan, por un lado, el actual presidente y líder del PRO, Mauricio Macri, aliado a la centenaria Unión Cívica Radical (UCR), y por el otro la exmandataria y líder del kirchnerismo, que ha declinado su postulación presidencial en busca de ampliar su frente electoral peronista.
Si bien Macri reconoció su intención de ser reelecto ya en marzo de 2018, y lo reafirma cada vez que puede, en su espacio, la alianza Cambiemos, comienzan a dudar de su figura porque las encuestas, dada la debacle económica que generó su gestión en estos cuatro años, muestran una estrepitosa caída en su imagen y en intención de voto. Las presiones internas, así como de importantes sectores empresarios, para que la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, ocupe su lugar aprovechando una imagen menos alicaída, hacen crujir al espacio gobernante. Sin embargo, tanto Vidal como Macri insisten en que la mandataria bonaerense intentará revalidar su gestión en la provincia.
La gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, en Casa Rosada, Buenos Aires, 10 de diciembre de 2015. / Marcos Brindicci / Reuters
Por el otro lado de la 'grieta', la figura de Cristina Fernández de Kirchner, que ha bajado su tono confrontativo en busca de la ansiada "unidad" de la oposición, cobra cada vez más fuerza, a pesar de las múltiples causas judiciales por corrupción que la tienen bajo una decena de procesamientos. Las encuestas dan como ganadora a la fórmula Fernández-Fernández (entre el 33 y el 35 %) con una diferencia cercana a los 10 puntos respecto del segundo candidato, que, por ahora, sería Macri (entre el 23 y el 24 %), en tanto que el peronismo no kirchnerista, que aún no definió a su candidato, no superaría los 10 puntos. Ante este escenario, el tándem de los Fernández enfrentaría a Macri en un eventual balotaje, que de acuerdo a los sondeos, daría como ganador al exjefe de Gabinete de Néstor y Cristina Kirchner.
Pero, ¿cómo se explica la veloz pérdida de confianza de buena parte del electorado en la alianza gobernante Cambiemos?
"En las elecciones legislativas de fines de 2017, el presidente Macri tuvo un respaldo muy grande de la ciudadanía. Esas elecciones ampliaron la presencia de su fuerza política en el Congreso. En ese momento, la reelección de Macri aparecía como el escenario más posible. Pero en abril de 2018, a partir de la crisis cambiaria, que llevó al Gobierno a firmar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por 57.000 millones de dólares, el crédito más grande que haya dado la entidad, todas las variables económicas sufrieron un muy fuerte deterioro, algunas como no lo habían hecho en los últimos 15 años. Eso impactó muy seriamente en los recursos de poder del presidente Macri, no solo respecto al respaldo en las encuestas, sino también en el vínculo que él tiene con los sectores que integran su coalición, gobernadores, sectores empresarios y sindicatos", explica a RT el politólogo argentino Nicolás Tereschuk.
Ante esa situación, la oposición, que estaba muy fragmentada y debilitada, empieza a unificarse y a fortalecerse un poco. Así lo describe el especialista: "Comienza a haber contactos entre dirigentes, en su mayoría peronistas, pero que estaban en distintas facciones, para confluir en una misma estrategia. Ahí aparece con fuerza la figura de Cristina, que surge como aquella dirigente que tiene más respaldo electoral. Mucho del debate público en la Argentina gira en torno a su figura, pero básicamente por el fracaso político que está experimentando Macri", sostiene Tereschuk.
Así fue cómo, de a poco, los números de las consultoras políticas fueron mostrando un deterioro cada vez más sostenido del oficialismo, aunque, a cinco meses de las elecciones generales, no hay nada definido. "Hubo un escenario en el que ganaba en primera vuelta, luego en segunda vuelta, y ahora estamos en una tercera etapa donde los análisis dan un final abierto", dice el politólogo y docente.
Es la economía, pero también la grieta
Para Ignacio Ramírez, sociólogo y consultor de opinión pública, hay dos datos que rigen la percepción política del electorado. Uno es la polarización y el otro es el malestar económico. En términos de coyuntura, Ramírez cree que el que más peso tiene es el segundo, que se agudiza de la mano de una fuerte inflación, así como la caída del consumo y la producción industrial.
De ahí los grandes esfuerzos del Gobierno para que esas variables no se deterioren, por ejemplo, contener al dólar interviniendo en el mercado cambiario a través del Banco Central.
"El malestar económico aumenta las posibilidades de la competitividad de la oposición y lastima las posibilidades del Gobierno —explica Ramírez—. Esta tendencia coincide con otra que es la polarización. A través de ésta se va consolidando un escenario binario, que tiene a dos grandes protagonistas, y a la vez limita o centrifuga cualquier tercera alternativa. En este caso se llama Roberto Lavagna (exministro de Economía de Néstor Kirchner) o Sergio Massa (exjefe de Gabinete de Cristina), pero podría ser cualquier otro. Hay poco margen en el mercado electoral para la penetración de un espacio que no tenga contornos tan claros como el del macrismo o el kirchnerismo ampliado".
Ante este panorama, el consultor político solo imagina "dos jugadores" en la cancha. "No veo un escenario de tres. Por su puesto que un tercero tendrá su cosecha electoral, pero habrá dos grandes protagonistas".
Sin lugar para terceros
Una incógnita interesante para analizar es cuáles son las razones que hacen que esa tercera alternativa, que suele enfocar su discurso a "cerrar la grieta", no haya podido hacer pie hasta ahora. El espacio Alternativa Federal, integrado por Massa, Lavagna, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti; el de Salta, Juan Manuel Urtubey; y el senador Miguel Pichetto, se resiste a integrar un frente que incluya a la expresidenta.
Para el exdirector de la consultora Ibarómetro, la tercera alternativa queda desdibujada porque siempre tuvo dos hipótesis erradas: "Una era que se disolviera el kirchnerismo y así poder liderar el universo peronista. Eso quedó absolutamente descartado, ya que nuevamente convergieron Unidad Ciudadana, el espacio que llevó a Cristina Kirchner a ser senadora en 2017, y un sector del peronismo, que hoy conviven en un único espacio que acepta la presencia de Cristina Kirchner", en este caso, como vice de Alberto Fernández.
El entonces jefe de gabinete, Alberto Fernández, habla en el palacio presidencial de Buenos Aires, el 18 de julio de 2008. /Juan Mabromata / AFP
"La otra hipótesis era que el Gobierno se cayera tanto que admitiera que el tercero pasara a reemplazar al segundo. Es decir, que Massa o Lavagna compitan por un primer lugar con el kirchnerismo, sustituyendo al oficialismo. No ha pasado ni pareciera que vayan a pasar ninguna de las dos cosas", concluye Ramírez.
La "sangría" de Cambiemos
La jugada sorpresiva de Cristina Kirchner desnudó las conflictividades internas de una coalición oficialista que muestra fisuras. Hace dos semanas, el presidente del principal partido aliado, la Unión Cívica Radical, Alfredo Cornejo, dijo que no había que descartar "que Macri no sea candidato", y se mostró abierto a barajar otras opciones. "Ahora, el presidente está gastando tiempo y esfuerzo en ratificar su candidatura y en alinear a sus socios políticos detrás de su figura", dice Tereschuk. Y agrega que eso no era necesario cuando el actual mandatario estaba fuerte.
"Al perder peso el presidente, la oposición se va unificando y el oficialismo se va agrietando. Cuando a un presidente le va bien, todos quieren ir detrás de él. En este caso, estamos viendo que es al revés", señala el politólogo autor del libro 'La calesita argentina', sobre la repetición de los ciclos políticos en el país.
Un ejemplo de ello se ve en las elecciones provinciales, donde los candidatos oficialistas cosecharon resultados muy malos. Y algunos prefieren utilizar otros sellos partidarios para desvincularse de esa imagen negativa.
Sin embargo, el espacio que lidera el presidente Macri logra, a pesar de todo, mantener una base de votantes fidelizada. "Este marco de polarización implica que, pese al enojo económico, hay una especie de empate ideológico en la sociedad, que es el que le asegura un piso de competitividad al macrismo, aún en su peor momento", asegura el sociólogo.
La gran pregunta para el oficialismo es si en estos cinco meses que le quedan podrán mejorar las variables económicas y levantar así el nivel de aceptación del electorado. "Veremos si el gobierno consigue desafiarlas. Pero tiene su destino electoral muy comprometido y se lo ve desorientado", analiza Ignacio Ramírez.
Del lado del peronismo kirchnerista, las preocupaciones pasan por las causas judiciales que enfrenta la expresidenta. A ningún candidato le sirve, a los efectos de atraer votantes, tener que desfilar por los tribunales para responder por acusaciones de corrupción.
Un manifestante sostiene una foto de la ex presidenta argentina, Cristina Fernández, frente a un juzgado. 21 de mayo de 2019. / Agustin Marcarian / Reuters
Según la mirada de Tereschuk, los efectos que puedan tener esas causas en el electorado son por ahora una gran incógnita. "Tanto el oficialismo como el sistema de los principales medios de comunicación y el poder judicial han estado detrás de lo que conocemos en Sudamérica como 'lawfare', donde se utiliza la ley como arma política. Cristina Kirchner está teniendo múltiples juicios, donde también se han visto procedimientos arbitrarios, la utilización de espías ilegales, presuntas extorsiones. De alguna manera, los ciudadanos argentinos están siendo expuestos a esta situación hace ya algunos años. Pero me cuesta ver que algunos de esos juicios sean una gran novedad para la opinión pública sobre ese tema. Ya hay posiciones tomadas", analiza.
Y fuera de la grieta, ¿qué?
Ahora, ¿qué sucederá con aquel votante que, quizás por estar menos politizado o no definido hacia ninguno de los dos espacios, tenga que elegir entre uno u otro candidato?
"En el medio hay una zona de la opinión pública más desregulada —advierte Ramírez—. Hoy esa zona está sometida a dos tensiones: la tensión por la agenda económica y la otra, la que impulsa el Gobierno, que es la agenda moral. A lo largo de este año, el humor social de ese segmento está más impregnado del enojo económico y la decepción política con el gobierno que por la otra agenda. Pero de cualquier manera esta es una pelea abierta".
Para el sociólogo, cuando se habla de que Cristina rompió su techo y Macri perforó su piso de votantes fidelizados, significa que "en ese segmento más desregulado hubo algunos sectores que empezaron a inclinarse, o al menos a considerar, la posibilidad de votar al espacio de Cristina Fernández en clave económica. Es decir, no tanto por amor, sino con alguna clase de expectativa reparatoria".