SEÑORA Al verla por primera vez la amé, la adoré con delirio mi señora, en noches solitarias la llamé aunque se que también eso lo ignora. Y la quise con ansia delirante, usted fue mi constante primavera, nunca podrá saber que fue causante, de la inmensa pasión que yo sintiera. Así seguí con paso vacilante, como aquel que va tras fugaz estrella, y era tanto el temor a su desplante, que me sentí morir tras de su huella. Las veces que me dio por contemplarla, sintiendo que moría de la espera, mordiendo mis deseos de llamarla, sintiendo que mi amor era quimera. En vano entre el bullicio de la gente, quise encontrar alivio a mi tormento, pero su imagen siempre está presente, robándome señora el pensamiento. Y fue una tarde llena de tibieza, en que ambos sin pensarlo coincidimos, usted bajó con pena la cabeza, y al mirarnos, los dos enmudecimos. KIN MEJIA OSPINA |