Y EN EL CAMINO ANDAMOS
Cierta tarde volvíamos procedentes de un paseo, cuando el automóvil en que viajaba con unas amigas se descompuso,
nos dejó a media carretera cuando ya vislumbrábamos las luces del Puerto;
como pudimos dejamos a un lado el auto y rápidamente nos pusimos a ver qué autobús nos traería
a la ciudad en busca de auxilio.
Nos pusimos a hacer señales a media carretera, empezaba a obscurecer y era difícil que nos distinguieran bien,
pasó un camión y no nos vio, repetimos la operación y adelante de nosotros se paró por fin un camión de pasajeros,
corrimos para darle alcance y al llegar y subirnos extendí la mano para darle dinero, dándole
las gracias por haberse parado y comentándole la descompostura del carro; el joven conductor en todo muy especial me dijo:
"déjelo, en el camino andamos,
hoy por ustedes y mañana puede ser por mí, no me den nada".
Me quedé un rato pensando en este hecho aparentemente insignificante pero muy cierto.
Es verdad que en el camino andamos, en el camino de la vida hacia Cristo y me pregunté:
¿de verdad nos ayudamos unos a otros?
¿hacemos algo para que nuestros hermanos conozcan al PADRE?
¿les quitamos las vendas de los ojos que el mundo les coloca?
¿les curamos las herida con vendas de amor?
Me puse a dar gracias a Dios y sentí SU PRESENCIA sobre nuestras vidas,
nos maravillamos de ver la forma en la cual el Señor cuida de nosotros a cada instante como
Padre amoroso que es, su AMOR se hace cada vez más patente,
en este caso a través de ese maravilloso corazón de un joven.
Hermano, no es necesario hacer grandes heroísmos para ayudar a los demás,
con detalles pequeños hechos con AMOR lograremos mucho,
cada uno en el lugar en que Dios nos tiene colocados
y con los talentos que nos ha dado tenemos la obligación de ayudar a todos.
El joven conductor desde su volante me dio un ejemplo maravilloso de cristianismo, con la sencilla frase:
"en el camino andamos", reforzando así un acto de bondad hacia el prójimo.
Ana María Rabatté Cervi de su libro "Desde la Cima".