ME GUSTA ESE CUERPO
Tengo que confesar que cuando miro ese cuerpo desnudo se me eriza la piel de abajo para arriba. Tremendo cuerpo desnudo de la imagen perfecta del ser, ese monumento a la fisonomía humana, casi lúdica, consigue descontrolar mi espíritu, y desearía acariciar sus bellas curvas fuertes y firmes, recorrer su torso pulgada a pulgada, deteniéndome en cada zanja o surco, morderle las orejas, aunque pierda mis dientes, mojar con la lengua sus hombros bronceados por un sol místico del que no puede resguardarse.
Se me antoja tatuarle una flor en el cráneo, y pétalos de lirios en la espalda, ramos de margaritas en cada nalga y hacer crecer musgos olorosos en cada pantorrilla. Sembrarle caña de azúcar en la cintura para que alcance crecer un bosque fresco, y que crezca una selva verde rodeando su pecho.
Deseo hacerle cosquilla en el vientre, lo imagino duro como la sal cristalizada en su boca. Besaría sus labios bien formados, carnosos y grandes, haciendo juego con una nariz enorme en perfecta simetría con su rostro. Imagino su mirada perdida en un horizonte lejano y frío, cercano al mío, donde con puños cerrados, conquiste las ilusiones más remotas.
Tengo que confesar que me gusta ese cuerpo. ¡Es una pena que sea de mármol!
Carmen Amaralis Vega Olivencia