Arena de la costa
El tiempo se detuvo en aquel médano, la brisa suave del Este acariciaba la tarde.
El lomo de la hembra brillaba con el sol y el cachorro, junto a ella conocía el juego de las gaviotas en la costa.
Las manadas cercanas en la Isla Grande dejaban oír sus lánguidos gritos, que se confundían con el ruido de las olas al estrellarse en las rocas, produciendo nubes de gotas que jugaban con el aire.
Imponente sensación de inmensidad, de largos estíos, de dejadeces desechas en el tiempo. Olor a sal en el ambiente, a pelo revuelto, a bacalao secándose al sol, a cuerpos desnudos de trabajo duro y mirada lejana hacia un océano que todo lo consume y todo lo retorna.
Al recorrer la vista, vio lo aun no visto, consumió el momento en que el sol resplandece antes del adiós; las tenues nubes dejaban traslucir gualdas y las caracolas tornasolaban aun más sobre la costa la fugacidad del momento. Cosas incógnitas para aquel que vino vio y miro para aquel amigo que dejo el océano en la costa, para los eternos náufragos que somos todos, dueños del suelo que lamemos desde la inmensidad del tiempo...
Sueños de desconocidas fuentes, eternas playas que nada dicen y todo lo manifiestan, ondulantes médanos que cabalgan por la costa, largos senderos entre las lagunas y esas aves... esas aves que buscan este suelo año tras año para vivir este estío que todo lo transforma.
Siempre existe un volver en cada día que consumimos a la vida, siempre existe un retornar a ver lo aun desconocido, lo nuevo, lo que se alumbra por primera vez para nuestros ojos; siempre existe una vez más, una próxima y con cada vez, una nueva oportunidad para hacer lo nuevo, lo desconocido, reiterar lo vivido de otra manera, generar siempre lo nuevo, acariciar lo no-tocado, sentir lo no-sentido, hacer la vida con cada paso.
En este lugar de sueños y nacimientos que es esta tierra que alguien llamo Rocha existe también el amigo que aun no conoces, la mano franca que te espera, que te cobija en su techo si lo quieres y se descubre a tus inquietudes. Si existe un mañana y seguro que lo es, queda aun algo para hacer. Tal vez sea yo quien retorne, tal vez sean mis pasos que recorran tus senderos sobre esas inmensidades que cobijaron mis sueños más puros; tal vez esa oportunidad de vivir lo nuevo me conduzca a tus costas y llegue a tu casa... la cosa pendiente, la eterna cosa pendiente, que se renueva cada día, que esboza la sonrisa del Creador en esa siempre pendiente e infinita inmensidad.
Algún día... siempre algún día. En cada momento y cualquier momento, tan solo cuando sea lo que deba ser...