Por fin llegamos al punto del no retorno, ¿y para qué?
Donald Trump ha cometido incontables irregularidades desde su llegada a la Presidencia que han puesto en cuestión su capacidad de gobernar bajo las reglas y normas de la Constitución estadounidense. Ha encerrado a miles de migrantes que buscan refugio y asilo en Estados Unidos en centros de detención, llamándolos 'animales', 'criminales' y 'mala gente', violando además sus derechos humanos más básicos. Ha separado a miles de niños pequeños de sus familias, sometiéndolos a situaciones de tortura, maltrato y abuso. Algunos han muerto bajo custodia de las autoridades estadounidenses por falta de atención médica, deshidratación y otras razones injustificables.
La lista de mentiras diarias del mandatario estadounidense ha superado todos los límites, sin ninguna consecuencia, y sus constantes ataques públicos contra los medios y sus críticos han creado un clima peligroso de intolerancia, racismo y odio. Uno de sus seguidores envió bombas a periodistas y políticos adversarios, otros han emitido amenazas de muerte contra sus críticos. Hombres blancos fieles al presidente han matado a latinos, afro-estadounidenses y judíos, reiterando las 'ideas' de Trump de parar una 'invasión' de gente no-blanca en el país. El racismo y la xenofobia han proliferado en Estados Unidos de manera peligrosa durante su mandato.
El mandatario estadounidense ha usado el poder de la Presidencia para promover sus propios negocios, usando cientos de millones de dólares en fondos públicos para viajar cientos de veces a sus propiedades privadas para jugar al golf y pasar los fines de semana. También ha realizado eventos en sus hoteles y resorts –a costo de los fondos públicos– y ha generado millones de dólares en ganancias de gobiernos y empresarios extranjeros que se han quedado o usado sus propiedades para sus eventos y/o visitas privadas.
En fin, los niveles de corrupción de Trump son tan altos que el público ha perdido la cuenta. Su corrupción y su comportamiento errático y cuestionable son tan comunes –además de un bombardeo diario de amenazas, odio e insultos en su Twitter– que se han normalizado en el discurso público. Todo es tan irracional que se ha hecho normal. Por ejemplo, varios miembros de su gabinete fueron forzados a renunciar luego de que se hicieran públicos sus actos corruptos o irregulares. Los conflictos de intereses de sus asesores y secretarios son notorios, además de su nepotismo abierto. Su hija Ivanka y su esposo multi-millonario Jared Kushner son asesores en la Casa Blanca, aunque carecen de credenciales o experiencia política. No obstante, todo esto casi pasa desapercibido porque estamos inundados con otras locuras de Trump que sirven de distracción.
Y nada de eso fue suficiente para levantar el ánimo de los demócratas sobre un juicio político, o un 'impeachment' como se llama en inglés. Ni siquiera la famosa investigación de Robert Mueller sobre #Russiagate, la supuesta conspiración entre la campaña de Trump y Rusia para lograr su victoria electoral. Los dos años que duró esa investigación se vinieron abajo cuando Mueller no pudo encontrar evidencia de ningún crimen cometido por Trump, aunque varios de sus asesores y colaboradores fueron convictos de crímenes relaciones con perjurio, soborno y corrupción.
Después del fracaso de #Russiagate, Trump se sintió fuerte y reivindicado. Se pensaba invencible e intocable, en el buen camino para ganar la reelección en el 2020 sin mayor competencia. Los demócratas, debilitados y desacreditados, no podían con el presidente estadounidense. Su poder mediático domina no solamente la opinión pública en Estados Unidos, sino en el mundo. Y como ha dicho el propio Trump, 'podría matar a alguien en la Quinta Avenida de Manhattan y no le pasaría nada'.
Pero a veces, cuando uno se siente tan invencible e intocable es justamente cuando entra en un momento de vulnerabilidad, en un instante de auto-decepción.
Trump, sintiéndose victorioso después del fracaso de la investigación Mueller, levantó el teléfono y llamó al nuevo presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, para pedirle 'un favor'. Tal como hizo 'El Padrino' (sin ofender al fabuloso Marlon Brando), el mandatario le propuso a Zelensky 'una oferta que no se puede rechazar'.
Así, disparó su arma en la Quinta Avenida, pegándole un tiro a su rival político, el exvicepresidente Joe Biden. A cambio de la venta de equipos militares y millones de dólares en asistencia financiera, Trump le sugirió al presidente ucraniano reabrir una investigación contra su principal adversario político. El flamante Trump insinuó por teléfono al nuevo presidente ucraniano que sería bueno que investigara a Biden y su hijo, quien había realizado negocios lucrativos en Ucrania hacía unos años. También sugirió investigar de nuevo una ya desmentida teoría de la conspiración sobre el partido demócrata y el hackeo de sus correos durante la campaña presidencial en 2016. Ambas solicitudes están totalmente fuera de lugar en una conversación entre jefes de Estado. Sin embargo, el presidente estadounidense quería reactivar esa investigación, pensando que podría debilitar la campaña electoral de su principal adversario para las elecciones presidenciales en 2020.
Para Donald Trump, un empresario tramposo que ha empleado tácticas mafiosas en sus negocios desde el comienzo de su carrera, pedirle un favor personal a un colega no es nada raro. Lo que pasa es que, como jefe de Estado, hay reglas y normas que impiden esas prácticas corruptas. El problema con el presidente estadounidense es que piensa que nada de eso es aplicable a él y su mandato. Por eso, cuando un denunciante de la CIA reportó la extraña y preocupante llamada, Trump admitió lo que había hecho y dijo que estaba 'perfecto'. En su mente, no había hecho nada malo ni incorrecto porque siempre ha funcionado así, fuera de la ley y con sus propias reglas.
Sin embargo, esta vez sus acciones parecen haber traspasado la línea roja al entrar en un terreno del no retorno. La jefa de la Cámara de Representantes del Congreso, Nancy Pelosi, anunció el inicio de un juicio político –un 'impeachment'– contra Trump por haber traicionado a la patria y la Constitución. Pelosi fue reticente a hacerlo antes, cuando Trump estaba torturando a niños migrantes o aplaudiendo a los neonazis. Tampoco quiso actuar mientras la plaga de corrupción crecía como una infección contagiosa en casi todo el gabinete presidencial. Ni hizo nada cuando diariamente Trump promovía el odio contra los periodistas, los medios, los latinos, las mujeres, los migrantes y contra cualquiera que levantase la voz para criticarlo.
De esta manera, el 'impeachment' se lanzó cuando Trump tocó a uno de los suyos: un príncipe del 'establishment' demócrata. El exvicepresidente Biden lidera las encuestas para la campaña presidencial del 2020, dentro de un año. Es la figura política con mayor posibilidad de derrotar a Trump en las urnas (según los 'expertos'). Y es un líder integral y poderoso dentro del partido demócrata que goza de mucho respeto y apoyo político de amplios sectores (aunque confieso que no es mi candidato preferido). Trump lo sabe y por eso lo quiere neutralizar. Y el 'establishment' demócrata sabe que si el presidente estadounidense puede usar el poder de la Presidencia para destruir a Biden, lo podría hacer contra cualquiera de ellos.
Hay múltiples razones para realizar un juicio político contra Donald Trump, pero los demócratas no movieron un dedo hasta que les tocaron en el corazón. Finalmente, el proceso es más importante que la razón que llevó a iniciarlo. El presidente estadounidense ha violado la ley. Ha abusado de su poder para intentar destruir a un adversario político doméstico. Ha solicitado apoyo de un gobierno extranjero para su campaña electoral. Y lo ha admitido en público.
El show 'impeachment' apenas comienza en Estados Unidos y seguro que será tan divertido como asqueroso. El resultado es fácil de predecir. Trump será 'impeached' –declarado culpable–, pero los demócratas también perderán credibilidad y legitimidad. Su tardanza evidencia su cobardía y su ambición. No actuaron para defender al pueblo. Actuaron para defender a uno de los suyos.
Una vez más, el pueblo estadounidense es el gran perdedor del juego político. Trump solo defiende sus intereses y los demás políticos solo protegen los suyos. No hay quien defienda al pueblo en la política estadounidense. Seguiremos sin un sistema de salud accesible. Seguiremos llorando por la matanza de nuestros niños en sus escuelas. Seguiremos con decenas de miles de personas sin vivienda, desesperadas en las calles. Y seguiremos con la creciente desigualdad que divide y destruye nuestra sociedad.
El presidente de EE.UU. habría propuesto también una valla electrificada e incluso pedido calcular costos para un foso con caimanes, revela The New York Times.
El presidente de EE.UU., Donald Trump, habría sugerido en una reunión con asesores disparar a los inmigrantes en las piernas para frenarlos cuando cruzan la frontera sur, informa The New York Times al citar entrevistas con más de una docena de fuentes de la Casa Blanca y de la Administración involucradas en el asunto.
En esa reunión, que tuvo lugar el pasado mes de marzo, el mandatario también propuso cerrar toda la frontera entre EE.UU. y México, se dice en el artículo, que es un extracto del libro 'Border Wars: Inside Trump's Assault on Immigration' ('Guerras fronterizas: dentro del asalto de Trump a la inmigración'), de los reporteros Mike Shear y Julie Hirschfield Davis, que se publicará el próximo 8 de octubre.
Según el medio, la propuesta la hizo Trump después de haber sugerido públicamente que los soldados dispararan a los migrantes si arrojaban piedras, si bien entonces retrocedió cuando su personal le dijo que eso era ilegal.
Asimismo, el jefe de la Casa Blanca habría hablado en privado acerca de fortificar un muro fronterizo con una trinchera llena de agua y repleta de serpientes o caimanes, y ordenó a sus asistentes que calcularan costos. También mencionó la idea de una valla electrificada, "con picos en la parte superior que puedan perforar la carne humana", recoge Times.
La orden de Trump de cerrar la frontera desencadenó lo que el artículo describe como "una frenética semana de furias presidenciales, pánico del personal las 24 horas y mucha más confusión en la Casa Blanca de lo que se conocía hasta ese momento". Finalmente, el presidente abandonó la idea, pero inició una "purga" de los ayudantes que habían intentado contenerlo.
El mandatario estadounidense está ante una investigación oficial de juicio político por una conversación telefónica con su homólogo ucraniano, lo que podría resultar en su destitución.
Donald Trump
Leah Millis / Reuters
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En la queja formal presentada semanas después de la conversación de Trump con su homólogo ucraniano Vladímir Zelenski se afirma que el presidente de EE.UU. utilizó su poder para "solicitar interferencia de un país extranjero en las elecciones estadounidenses del 2020", presionando a otro país para que investigue a uno de sus principales rivales políticos en las próximas presidenciales.
El viernes The New York Times reportó, basándose en fuentes anónimas, que un segundo funcionario de inteligencia estaba pensando en si debería presentar su propia denuncia en relación con la polémica en torno a Trump y testificar ante el Congreso. Zaid, sin embargo, no sabe si en el material de ese periódico se trata de su cliente o de otra persona.
Trump insiste en que el exvicepresidente y su actual oponente en las próximas elecciones presidenciales Joe Biden, y su hijo Hunter, deben ser investigados por corrupción.
Hunter Biden fue miembro de la junta directiva de una compañía de gas ucraniana al mismo tiempo que su padre dirigía las relaciones diplomáticas con Kiev bajo la Administración de Barack Obama. Este hecho dio lugar a sospechas de posible corrupción, pero de momento no han aparecido pruebas de que el exvicepresidente o su hijo cometieran actos ilícitos.
La conversación telefónica de Trump con el presidente de Ucrania del 25 de julio, en la que pidió reabrir la investigación contra el candidato demócrata, provocó un escándalo y el inicio del proceso de juicio político en su contra, que podría resultar en su destitución. Trump calificó la investigación de "golpe de Estado" y de "caza de brujas".
Un libro próximo a publicarse promete develar 43 episodios de 'conducta inapropiada' del presidente a lo largo de años, uno de ellos durante una fiesta en Mar-a-Lago y con Melania a pocos pasos.
El presidente de EE.UU., Donald Trump.
Carlos Barria / Reuters
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El avance de un libro próximo a publicarse promete la revelación de 43 nuevos señalamientos de conducta inapropiada por parte del presidente de EE.UU., Donald Trump, entre ellos 26 testimonios que lo acusan de perpetrar contactos sexuales no deseados con mujeres.
El libro, titulado 'Todas las mujeres del presidente: Donald Trump y la fabricación de un depredador', compila más de 100 entrevistas, entre las que se incluye en particular el relato de una mujer llamada Karen Johnson. Ella afirma haber sufrido uno de estos episodios a principios de la década de 2000, cuando se encontraba con su esposo en una fiesta de año nuevo en Mar-a-Lago, residencia privada del actual presidente en Florida.
"Estaba caminando hacia el baño. Fui agarrada y lanzada detrás del velo de un tapiz, y era él", aseguró la mujer, de acuerdo con el extracto del libro citado por Esquire. "Él es fuerte, y simplemente me besó [...] Yo estaba tan asustada por ser él quién era. Ni siquiera supe de dónde salió", agregó.
Johnson afirma haberse estremecido cuando, hace tres años, se difundió una controvertida grabación del año 2005 en la que Trump se expresó en términos soeces sobre las mujeres, durante una conversación informal con un presentador de televisión.
"Cuando dice esa cosa, 'agarrarlas por el coño ('pussy')', eso me golpea fuerte, porque cuando me agarró y me tiró hacia el tapiz, fue de ahí que me agarró", asegura la presunta víctima.
Donald Trump y Melania Knauss (actual primera dama) durante la 'premiere' de un filme en 1999 / Jeff Christensen / Reuters
Para el momento en que habría ocurrido este episodio, la actual primera dama, Melania, no solo era ya novia de Trump sino que también se encontraba en el lugar. Según el relato, el magnate seguidamente le pidió a Johnson que lo ayudara a "despedir a los invitados" en la puerta, mientras Melania se encontraba en la segunda planta.
La mujer asegura que Trump consiguió su número telefónico y la llamó repetidamente en los días siguientes, ofreciendo pagarle un vuelo para que lo visitara, pese a que ella le explicó que estaba cuidando a su marido moribundo. "No te preocupes por eso, él nunca sabrá que te fuiste", cita Johnson las presuntas palabras del multimillonario.
Ya antes de estos señalamientos, al menos 24 mujeres han formulado acusaciones contra el mandatario por supuesta conducta sexual inapropiada. Entre las más recientes se cuenta la de la escritora E. Jean Carroll, quien asegura que Trump la violó en el vestidor de una tienda en la década de 1990.