La paciencia no sólo es una virtud sino también una práctica. En una cultura cada vez más activa, a veces, se valora más el tiempo que las relaciones personales. Puede que apure una conversación para llegar a lo que siento que es más importante, pudiendo a ser hasta brusco para lograrlo.
Me doy cuenta de la virtud de la paciencia. Practicar esta habilidad me infunde la voluntad de ser amable con los demás, aun cuando no piense que tengo tiempo. Esto incluye paciencia conmigo mismo. Me doy permiso para cometer errores y expío cualquier error, pidiendo perdón cuando sea apropiado.
El apóstol Pablo escribió: “El amor es paciente y bondadoso…” Expreso el amor de Dios por medio de la paciencia.