Hablar es escuchar al Otro
Texto Michel Quoist
Todas las mañanas, durante algunos instantes, ve
Al encuentro del Señor, sin reconocer rostros, ni oir palabras, ni tocar manos acoge a todos ámalos en El y luego sigue tu camino; en paz, disponible, con la mirada pura y el oído más fino para captar las invitaciones de Dios, con el corazón mas ancho y sobre todo más habitado para recibir a tu hermano
-Hablar con otro es ante todo escuchar, y pocos
Saben hacerlo, pues pocos están vacíos de sí mismos
Si quieres resultar agradable a las personas que
Encuentras, háblale de lo que les interesa y no de lo
Que te interesa.
-El hombre necesita hablar, contar cocas, que lo
Compadezcan, que lo alienten, que lo guíen.
No interrumpas al otro para hablar de ti.
Déjalo hablar hasta que termine.
Si te sientes tentado de hacerlo no es acaso polque piensas en ti? Y si piensas en ti. no te brindas por entero al otro.
Si hablas de ti, que sea en función del otro, para aclararle algo, tranquilizarlo; pero nunca para hacerte notar, para eclipsar, para desanimar, para aplastar.
-Si el otro calla en tu presencia, respeta su silencio; luego con dulzura, ayúdalo a hablar. Pregúntale por su vida, sus preocupaciones, sus deseos, sus molestias; pues hablar con otro, es también a menudo, preguntar.
-Preocúpate para que el otro no se vaya sin haber dicho todo lo que quería decir.
-Estás inquieto, preocupado por muchos problemas y se presenta alguien que quiere hablarte. Despréndete con dulzura de las preocupaciones, el mal humor, el nerviosismo, la obsesión y ofrécelos al Señor.
Comienza de nuevo tantas veces como sea necesario; entonces quedarás libre para escuchar, recibir. Comunicar.
-Ve al encuentro del otro, tiéndele la mano.
.Tender la mano es sonreír; tomar del brazo es preguntar:
"¿Y cómo sigue su hijo?
¿Cómo se arregló el asunto del otro día?
y, en cada una de estas frases cortas, vuélcate por entero, vuelca todo el amor del Señor que invita de manera permanente.
-Si sabes escuchar, muchos irán a hablarte.
Muéstrate atento, silencioso, recogido. Tal vez, aun antes de que pronuncies una palabra constructiva, el otro se habrá ido, feliz, liberado, iluminado. Pues lo que de un modo inconsciente esperaba no era un consejo,
una receta de vida, sino alguien en quien apoyarse.
Muchos mueren sin haber encontrado nunca a
Alguien que les haya hecho el honor de prestarles
Si debes responder, no pienses qué decir mientras el otro habla, pues ante todo necesita atención; luego, vendrán las palabras.
Después confía en el Espíritu Santo, lo que llega primero no es el fruto de un razonamiento, sino el fruto de la gracia.
Sólo se producirá auténtico diálogo si haces en ti un profundo silencio, un silencio religioso para acoger al otro, pues en é1, y por é1, Dios llega a ti, y sólo en la Fe puede prepararte para el diálogo.
Ve a su encuentro