Mauricio Claver-Carone salió precipitado y furioso de Buenos Aires. Lo que había visto era demasiado para su prepotencia imperial. Había llegado a la capital argentina encabezando la delegación oficial de Estados Unidos a la toma de posesión de Alberto y Cristina Fernández. Pero sufrió ataque de escozor al saber de la presencia del Vicepresidente del gobierno venezolano Jorge Rodríguez y del expresidente ecuatoriano Rafael Correa.