Bordé mis sueños con hilos dorados de seda, y bordé...
bordé un día una mariposa, unas hojas, una rosa,
y fui bordando sentimientos que salían del corazón.
Al principio las puntadas eran imperfectas
y el bordado quedaba desigual, pero no importaba,
la perfección solo se adquiere con la práctica.
Y aún así con todas las imperfecciones
mi manto se fue haciendo más grande,
y poco a poco fueron incorporándose
puntadas de otros bordadores
que empezaron a bordar cielos, estrellas y lunas
mares, pajaros, abrazos y besos.
Y mi tela adquirió un hermoso colorido
que yo sola jamás hubiera logrado.
Ahora es un gran tapiz, en el que cualquier bordador
deja su huella.
Algunos seguirán bordando en el tapiz de los sueños
y otros dejaran de hacerlo.
Aquí quedaran muchos recuerdos, cada uno habrá dejado
algo de si mismo, aún que sea un cachito.
GRACIAS por haber bordado conmigo
sin aguja, sin hilo, sin dedal, solo... con el CORAZÓN
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