Durante mucho tiempo te lloré, pero hoy mis ojos se han secado.
Grité y grité como un loco, esperando volvieras, pero hoy la garganta la he desgarrado.
Hoy mis manos marchitas tocan el lecho donde tu cuerpo estaba acostado.
Mi mirada se encuentra fija en aquel punto donde te ví por última vez, pero hoy ahí, solo hay guijarros y uno que otro árbol viejo.
Las tupidas hojas del árbol aquel donde pasábamos horas enteras, hoy son arrancadas por el inclemente viento del olvido.
Aquel cálido y mullido sillón, donde nuestros cuerpos por fin se mezclaron, hoy es cama de gatos, perros y uno que otro ratón.
Te fuiste sin mirar atrás, porque te daba lástima, decías, ver a un hombre llorar.
Dijiste que ya no me amabas, porque ya no te hacía reír. Pensaba que teníamos algo, y no que era tu simple arlequín
Mucho tiempo ha pasado, desde aquel día que te perdí. Hoy he entendido de pronto, que el amor no es para mí.
Y seguirán pasando los años, y yo estaré aquí, recordando los felices momentos, que siempre a tu lado viví.
Mi cuerpo se irá consumiendo, acercándose a un inexorable fin, pero en mi mente estará siempre el recuerdo del día que te conocí.
Mis labios no besarán otros labios, porque marchitos ya están. Mis manos no tocarán otros cuerpos, porque insensibles se tornarán.
Y mi corazón no amará a otra, porque a partir de este momento, he decidido matarlo para que no se vuelva jamás a enamorar.
Vive y sé feliz. Ama como yo te amé. Solo espero que no sufras, lo que yo con tu partida sufrí.