Desierto
En torno a mí el silencio. Sólo el viento,
perturbando la arena, me porfía
con su rumor, pero es su compañía
ligera atenuación de mi aislamiento.
Acaricia las dunas, y en su aliento
abrasador hay cierta picardía
de galán revoltoso, que desvía
a amantes múltiples su falo hambriento.
El arenal ondula en el paisaje,
y sus curvas sensuales son mensaje
de antiguas cortesanas, ya olvidado.
No para el viento, que acaricia y roza,
con manos invisibles, y retoza
entre las formas que ha recuperado.
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