La necesidad de cambios drásticos en diferentes ámbitos, incluidos el político, el económico, el social y el cultural, sonó por primera vez en 1985. El entonces secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética —el líder del país—, Mijaíl Gorbachov, formalizó su propuesta durante la sesión plenaria del Comité Central del Partido al proclamar el rumbo a la perestroika, palabra rusa que puede traducirse como 'reestructuración'.
Sin embargo, en esa ocasión el secretario general del Partido usó la palabra en un sentido que difiere un poco del que estamos acostumbrados. En la sesión plenaria del 23 de abril de 1985 Gorbachov habló de la necesidad de acelerar el desarrollo socioeconómico de la Unión Soviética y mejorar el bienestar del pueblo. El líder de la nación aseveró que sabía qué pasos había que dar de ahí en adelante.
Si bien no lo reconoció en aquella época, el líder del país entonces apenas entendía qué procesos desencadenaría la perestroika. No pudo imaginar que el resultado del nuevo rumbo que tomó el país sería su ocaso. Como consecuencia, la URSS desaparecería del mapa del mundo, mientras algunas de sus regiones se sumergirían en el caos y conflictos armados. Es obvio que las intenciones de Gorbachov fueron buenas y sinceras, pero en algún momento el proceso falló.
Las reformas anunciadas el 23 de abril de 1985 llevarían el país al borde de una debacle total, la desaparición del bloque socialista y la pérdida de un tercio del territorio de la Unión Soviética.
Los lemas de la perestroika fueron uskorenie —'aceleración', en referencia a la economía—, democratización —en referencia al ámbito político-social— y glásnost —que puede ser traducido como 'transparencia' o 'franqueza', es decir, la liberalización del país, como la libertad de prensa—.
El lado bueno de la perestroika fue el hecho de que los últimos dos lemas se hicieron realidad y en la mayor parte de la Unión Soviética, incluida Rusia, se vivió el proceso de democratización y liberalización, de las que algunos países de la antigua URSS disfrutan hasta el día de hoy. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos de la antigua URSS pagaron un costo muy alto y tuvieron que pasar por la crisis de los años 90.
Raíces de las reformas
Para mediados de los años 80 la situación en la Unión Soviética se había caracterizado por crecientes problemas tanto en política interior como en exterior. La Unión Soviética todavía era una de las superpotencias mundiales, pero su influencia en el mundo se estaba desvaneciendo y este proceso en gran medida tuvo que ver con las trabas económicas con las que el país comunista tuvo que lidiar. La razón fue el desarrollo extensivo de la economía socialista planificada.
En la etapa inicial los ideólogos de la perestroika, igual que la mayor parte de la población del país, no buscaban cambiar el modelo socialista del país, sino que querían limpiarlo de la corrupción e introducir libertades democráticas al rechazar fuertemente los aspectos negativos de este modelo como el culto a la personalidad, que la URSS tuvo en el pasado, en particular, durante el período en el que Iósif Stalin encabezaba el país. En otras palabras, la tarea consistía en mejorar el socialismo en la URSS.
Justo en 1985 las autoridades empezaron a combatir la indisciplina laboral, la corrupción y la malversación de fondos. Como consecuencia, un grupo de altos funcionarios públicos fueron castigados por estos delitos de manera dura. Entretanto, a partir de 1986 el Gobierno empezó a mejorar los modelos del control sobre la economía al introducir organismos que ejercían el control sobre las actividades y el rendimiento de las empresas estatales.
Al mismo tiempo, las nuevas autoridades del país comunista no se olvidaron de la política social, el ámbito más importante para la población. El Gobierno aumentó los salarios, las prestaciones y las pensiones. Una parte considerable de la población aprovechó plenamente esta decisión. Se tomaron decisiones en cuanto a los cambios en los sistemas sanitario y educativo. Además, estaba previsto que para el 2000 cada familia tuviera su propio piso o una casa.
Fue entonces cuando nació la pluralidad política y aparecieron los primeros partidos no socialistas. En 1989 se celebraron las primeras elecciones parlamentarias en las que participaron candidatos que no fueran del PCUS. En esa época también se proclamó la libertad para celebrar mítines, la libertad de culto y se permitió viajar al extranjero libremente.
Fue precisamente entonces cuando las autoridades cometieron un error al realizar las reformas de manera tan rápida e inesperada.
Un desenlace trágico para la Unión
La perestroika presupuso cambios drásticos no solo en el ámbito político-social, sino también en la economía. Las autoridades lanzaron un proceso para desmantelar el sistema económico planificado. La gestión política del país tenía previsto introducir la economía de mercado en un país que en realidad no estaba preparado para ello, ni de cerca. La URSS podría haber hecho algo parecido a lo que China hizo después con su economía, pero en aquella época todavía no había ejemplos a seguir.
Otra causa que llevó a la caída de la URSS fue el nuevo pensamiento político. La URSS dejó atrás la confrontación entre el socialismo y el capitalismo y propuso a sus antiguos adversarios, como EEUU, cooperar para solucionar problemas internacionales juntos. Pero EEUU tenía otros planes y no quería retroceder. Por lo tanto, los pasos que dio la URSS fueron, en gran medida, unilaterales y llevaron al debilitamiento de las posiciones del país en el escenario internacional.
Dentro de la URSS los reformistas no consiguieron proporcionar a la población una combinación adecuada entre la seguridad social y los elementos de la economía de mercado.
A partir de la segunda mitad de 1989, a causa de las discrepancias sociales y la incoherencia en la realización de la perestroika se produjo un agravamiento significativo en todas las esferas sociales. Precisamente esta crisis marcó el momento en el que las reformas empezaron a salir fuera de control.
Simultáneamente, en algunas repúblicas de la Unión Soviética nacieron los movimientos nacionalistas que buscaban la independencia. Todo comenzó con las repúblicas bálticas, pero muy pronto las ideas soberanistas se propagaron por otras partes de la URSS. El proceso culminó con la aparición de los movimientos independentistas en Transcaucasia, Ucrania y Asia Central. La gestión política del país comunista simplemente no estaba preparada para tal desenlace.
En 1990 se celebró un referéndum sobre la preservación de la URSS como un país unido, en el que participó la mayoría de las repúblicas, y la mayoría de los votantes apoyó la idea de salvar el país y reformarlo. A pesar del plebiscito, las autoridades de las repúblicas socialistas proclamaron su independencia de la Unión Soviética. Como resultado, el país se desintegró con rapidez.
Después de varios intentos fallidos de preservar el país y salvarlo de la desintegración, el presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov, anunció su renuncia. Con la caída de la Unión Soviética la perestroika oficialmente fracasó. Sin embargo, algunos resultados de las reformas viven hasta el día de hoy. El pluralismo político, la economía de mercado y las libertades civiles permanecen. La perestroika efectivamente cambió no solo el rumbo de la historia rusa, sino también de la mundial.