En incesante encarnizada lucha, en pugilato eterno, unos tras otros al palenque vienen para luchar, seguidos del estruendo de los aplausos prodigados siempre de un modo igual a todos. Todos genios sublimes e inmortales se proclaman sin rubor; mas bien pronto al ruido de la efímera victoria se sucede el silencio sepulcral del olvido, y juntos todos, los grandes, los medianos, los pequeños, cual en tumba común, perdidos quedan sin que nadie se acuerde que existieron.
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