Por Azucena Martín
El Amazonas es conocido por todos nosotros como el pulmón del mundo, por el papel que tienen todos los árboles que lo componen en la liberación de oxígeno a la atmósfera. Ha llegado a decirse que generan hasta un 20% de los niveles de dicho gas en la Tierra.
Esta es una afirmación un poco exagerada, como explicaba el pasado mes de agosto a National Geographic el científico de sistemas de la Tierra Michael Coe. Según contaba este investigador, no hay suficiente dióxido de carbono en la atmósfera para que los árboles de los bosques amazónicos puedan generar esa cantidad de oxígeno.
Pero eso no significa que no sean importantes. De hecho, es precisamente recogiendo y almacenando ese CO2 de la atmósfera donde juegan un papel indispensable. Un papel que se podría revertir antes de lo que pensábamos si no hacemos nada para frenar la rápida evolución del cambio climático. Son las conclusiones de un estudio publicado recientemente en Nature, por un equipo internacional de científicos.
El sumidero rebosa
Durante la fotosíntesis, las plantas utilizan el carbono presente en el CO2 para fabricar los azúcares que necesitan para nutrirse, por lo que no solo recogen este gas contaminante de la atmósfera, sino que le dan otro uso y lo almacenan. Esto es aplicable a cualquier planta, pero es especialmente relevante en los árboles; ya que, por su tamaño, pueden retirar una mayor cantidad de dióxido de carbono.
Es lógico que estos árboles con el tiempo se vayan perdiendo y liberando parte del carbono que fijaron, pero esto no es un problema, pues se compensa con los que siguen en pie y los que continúan creciendo después. ¿Pero qué pasa si los niveles de emisiones contaminantes en la atmósfera aumentan, a la vez que el número de árboles disminuye más rápido de lo normal?
Esto precisamente es lo que estamos experimentando poco a poco en los grandes bosques, tanto del Amazonas como de África. No hay más que ver los terribles incendios que tuvieron lugar en los primeros el pasado verano para saber que se perdió una gran cantidad de ellos. Pero no es la única razón que está llevando a su declive, fomentando también por fenómenos como la sequía o la deforestación.
Para comprobar si este es un problema que deba preocuparnos a corto plazo, investigadores presentes en Europa y África monitorizaron durante 30 años las áreas boscosas ubicadas tanto en el Amazonas como en el continente africano. Con los datos obtenidos sobre los niveles de CO2 atmosféricos, pasaron a realizar un modelo que, teniendo en cuenta las tasas de pérdida de árboles actuales, calcule cuánto tiempo tardará en liberarse ese carbono almacenado.
Concluyeron que es algo que ocurrirá pronto. En África, el carbono almacenado se reducirá en un 14% para 2030, mientras que en al Amazonas podría llegar a cero en 2035. Esto es mucho peor que el más pesimista de los pronósticos sobre cambio climático que se habían hecho hasta el momento, por lo que invita a reforzar las medidas propuestas en base a ellos.
Una de las medidas, por supuesto, podría ser plantar más árboles. Sin embargo, ya en 2017 se publicó un estudio que concluía que para eliminar suficiente CO2 de la atmósfera actual sería necesario sembrar tantos que se destruirían un tercio de los ecosistemas. Por lo tanto, no queda otra que reducir las emisiones. Tenemos tiempo para preparar un plan, pero no podemos dormirnos en los laureles. El pulmón se está agotando.
En hipertextual: El ‘pulmón del planeta’ está a punto de estallar