El expresidente argentino Néstor Kirchner (2003-2007) llegó al Poder Ejecutivo nacional casi sin respaldo en un momento de caos institucional y económico absoluto luego de la crisis del 2001. Se ganó el apoyo popular gracias a un estilo de gobierno ajeno a lo protocolar, que puso en el centro los derechos humanos mediante los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar (1976-1983) y por poner en práctica políticas de reconstrucción del tejido social.
"Cambió la forma de hacer política en Argentina en un contexto muy tremendo, 2002 fue un año trágico por los índices de desocupación y miseria y de descrédito absoluto de la clase dirigente. Se va legitimando en el poder hasta convertirse en uno de los presidentes con mayor índice de popularidad sostenido durante prácticamente todo su mandato", dijo a Sputnik el historiador argentino Felipe Pigna.
Abogado de formación y militante peronista durante su juventud, comenzó su carrera política en la provincia patagónica de Santa Cruz, donde se trasladó luego de producirse el golpe de Estado en 1976. Con el regreso de la democracia, lanzó su plataforma que lo llevó a ser intendente de la ciudad de Río Gallegos (1987-1991) y gobernador durante tres mandatos (1991-2003).
Dentro del peronismo, el movimiento político de masas argentino, se colocó del bando opositor a la gestión neoliberal del presidente Carlos Menem (1989-1999), con quien compitió en las elecciones de 2003, cuando el exmandatario, ya para entonces desprestigiado, buscaba volver al poder.
Kirchner era prácticamente desconocido en el escenario político, pero recibió el respaldo de una fracción del peronismo, que estaba fracturado política e ideológicamente. Salió segundo, con 22% de los votos, pero accedió a la presidencia porque Menem, que salió primero con 24%, declinó su candidatura para evitar perder en segunda vuelta.
"Nestor Kirchner es el presidente que le devolvió la esperanza al pueblo argentino, que nos sacó del infierno después del año 2001 en el que Argentina se cayó del mapa, de ese 20 de diciembre en que el pueblo salió a la calle a pedir 'que se vayan todos'. Derogó las leyes que impedían juzgar a los represores, estabilizó la economía, proyectó un país con derechos, una conquista que continuó Cristina. Lo extrañamos mucho y lo continuamos tratando de ser ejemplos como él nos marcó", dijo a Sputnik el legislador oficialista Eduardo Valdés, presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados.
La pesada herencia
El Gobierno peronista de Menem había instaurado el sistema de convertibilidad que equiparó el peso al dólar estadounidense. Menem dejó el poder en 1999 en manos de Fernando de la Rúa (1999-2001), presidente del gobierno de la Alianza, una coalición de partidos opositores al peronismo, pero dejó un país al borde del colapso, con niveles de pobreza y desocupación alarmantes, indicadores que empeoraron con la nueva gestión.
El "uno a uno" (un peso, un dólar) era una bomba de tiempo. La crisis económica llevó al estallido social de diciembre de 2001, que provocó casi 40 muertes, como consecuencia de que se declarara el estado de sitio y del "corralito" bancario que impedía a los ciudadanos acceder libremente a su dinero y De la Rúa huyó en helicóptero de la Casa Rosada. En menos de un mes hubo cinco presidentes interinos.
El país entró en default al dejar de pagar su deuda soberana y se eliminó la convertibilidad, que llevó a la devaluación del peso de 1 a 4 por cada dólar. El Gobierno interino de Eduardo Duhalde comenzó el reordenamiento de la economía pero tuvo que anticipar las elecciones de octubre a mayo de 2003 debido a la tensión social. El presidente apadrinó la candidatura de Kirchner como oponente a Menem.