¿Cuánto hemos retrocedido socialmente mientras la capacidad científica se ha puesto a prueba?
El virus que nació en un mercado chino ha obligado al mundo a enfrentarse a su fragilidad. De repente, a una velocidad y violencia inusitadas, el Covid-19 se extendió por todo el orbe dejando de punta a punta un reguero de muertos, la economía paralizada y la población encerrada.
Todos somos apegados a nuestra libertad y este confinamiento nos puso contra la pared, negàndonos nuestros principales derechos a respirar el oxìgeno tan necesario para la salud,a salir un amanecer disfrutando de una necesario caminar aspirando la naturaleza o el aroma de un atardecer,la charla con nuestros vecinos ,amig@s,familia.hasta el intercambio de un saludo con quienes se cruzan o atienden en una tienda comercial.
Nos volvimos egoìstas para preservar la salud, cerrando la puerta no sòlo a este virus ,sino a todo ser humano...obligando a los nuestros a sufrir un confinamiento molesto,y cerrando un ciclo de vida.
Cada vez queda más claro que 2020 ha enfrentado dos mundos diferentes: el de una sociedad «paradisíaca» que está manifestando sus grietas, y aquel que sufre un drama infernal, no solo por el azote de la pandemia, sino también por los conflictos armados, la violencia y las desigualdades. Igualmente, el cambio climático sigue su curso, aunque ahora no sea una cuestión prioritaria al estar centrada toda nuestra atención en los daños que está causando la Covid 19.
Si algo ha demostrado esta pandemia es la necesidad y utilidad de la cultura en nuestra sociedad, aunque también ha puesto de manifiesto su vulnerabilidad debido al carácter presencial que por su propia naturaleza requiere.