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General: La dura realidad de los 6.402 falsos positivos
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Respuesta  Mensaje 1 de 3 en el tema 
De: RADIOPIPOLLSINFRONTERA  (Mensaje original) Enviado: 25/02/2021 16:24

Un ejército criminal: la dura realidad de los 6.402 falsos positivos

Un ejército criminal: la dura realidad de los 6.402 falsos positivos

"¿Quién responde por lo muertos que coloca el Estado? Nadie, es más fácil promover una 

confianza institucional que estar en paz con la historia al reconocer una verdad"

Por: Jamal Said febrero 25, 2021
El reciente informe de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), aparte de incomodar a Álvaro Uribe Vélez 
–el eterno presidente para algunos–, también ha molestado al Ejército Nacional, que se niega aceptar 
la verdadera cifra de los falsos positivos que expone el revelador documento. Por eso resulta lógico, 
ante el debate que pone en duda la efectividad de la Seguridad Democrática, que este tenga un gesto 
poco decoroso con las familias de las víctimas, conociendo de antemano su participación en tan 
escabrosos hechos, en donde las decisiones las tomaba un presidente que le exigía a raja tabla grandes 
resultados, aunque estos pudieran ser maquillados tal como se ha podido comprobar. 
Es normal que ahora, herido en su “honor”, promueva un discurso polarizador –además de mentiroso–,
 cuando en él están los sicarios que colocaron los 6.402 muertos que hoy desconciertan a la opinión pública.

Friedrich Nietzsche, uno de los grandes filósofos que dio la intelectualidad alemana del siglo XIX, 

dejó para la posteridad una de las frases que más permiten comprender el impacto de una mentira: 

“no que me hayas mentido, que ya no pueda creerte, eso me aterra”. Tiene razón el pensador teutón, 

porque después de una mentira se menoscaba la confianza. Y eso es lo que más le duele al ejército 

en este preciso momento: la falta de confianza que hoy más de uno le tiene. Así que en lugar de 

reconocer su participación en los falsos positivos, le es más fácil polarizar, siguiendo la vieja 

estrategia uribista, que enfrentar la responsabilidad penal y moral que tiene por todo lo sucedido. 

Su comportamiento me parece infame, poco responsable por la magnitud de algo que a estas alturas del paseo es imposible ocultar.

Ya no puede creerse luna, a la que nadie le conoce su lado oscuro, puesto que los crímenes cometidos 

lo dejan mal parado: su lema durante diez años no fue salvaguardar a la gente, sino perseguirla y 

matarla tal como lo dejó en evidencia el informe de la JEP. 

No puede pensar ahora, tal como lo 

hace el general Zapateiro, que es que existe un complot para desmoralizar a la tropa. Tampoco puede 

creer que de buenas a primera se va a olvidar, como algunos quiere que pase, la verdad de un accionar

 criminal que en cualquier país civilizado exigiría una restructuración militar. No, Ejército Nacional: 

el problema no se resuelve negando (o tapando), sino afrontando la sanción moral que implica un delito. 

Pero tal responsabilidad en este terruño no se podría dar, porque en el fondo siempre se ha apoyado un espíritu criminal.

Ese espíritu criminal, porque hay que ser justo, no solamente lo ha impreso institucionalmente 

Uribe –el promotor de la política del plomo por el plomo–, sino que también ha sido común en otros gobiernos 

de vieja data, que igualmente niegan su compromiso con las víctimas. Hace un mes Alberto Donadío, 

un columnista de gran prestigio, dijo que el ejército –con el beneplácito de Virgilio Barco– participó en la 

desaparición de los miembros de la Unión Patriótica, pero en lugar escuchar ese secreto a voces –

que la milicia mató a unos desmovilizados–, se atacó al periodista y se colocó en duda su credibilidad investigativa. 

Entonces, yo me hago esta pregunta: ¿quién responde por lo muertos que coloca el Estado? Nadie, pues es más 

fácil promover una confianza institucional, que de por sí está rota, que estar en paz con la historia al reconocer una verdad.

¿QUIEN DIO LA ORDEN?

Fuente Las2Orillas



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Respuesta  Mensaje 2 de 3 en el tema 
De: RADIOPIPOLLSINFRONTERA Enviado: 25/02/2021 17:12

Ni falsos positivos, ni ejecuciones extrajudiciales

"Para mí no son más que asesinatos de Estado, que derivaron en un genocidio en contra de colombianos inermes"

Por: Julian Diaz Charry febrero 24, 2021
Hace algunos días la JEP reveló que, de acuerdo a sus investigaciones —(basadas en testimonios, reportes de bajas y corroboración in situ (fosas, cementerios, etc.)—, las cifras reales de los llamados “falsos positivos” sobrepasan los 6.400 casos. Casi el triple de los poco más de 2.000 que se venían manejando por la fiscalía y la justicia penal militar. Esto develando las verdaderas dimensiones de la macabra máquina de muerte que se echó a andar durante los 2 gobiernos de Álvaro Uribe Vélez.
"No quiero charcos, ¡quiero ríos de sangre!" eran las palabras de Mario Montoya, según testimonios de militares implicados en los hechos, como el del teniente coronel Álvaro Amórtegui (al comando del Conjunto Número 2 de Cali), quien reveló a través de un video y luego en una entrevista en Caracol Radio cómo era el estilo y las peticiones que realizaba el general durante su comandancia.
Allí contó un caso ocurrido cuando Amórtegui capturó a 17 hombres, quienes por petición de Montoya debían ser asesinados y luego hacerlos pasar por miembros de las Farc, poniéndoles unos brazaletes que él mismo iba a mandar. Según el teniente coronel, tras negarse a la solicitud de Montoya la reacción de este último fue intimidarlo diciendo: "Usted es un cobarde, me repugna". Luego de decir esto, le escupió las botas. Y para rematar, agregó: "Si le da miedo, vaya mate a un bobo o un loco, o sáquelos del anfiteatro".

Así pues, lo que se hace evidente es que Montoya no hacía estas exigencias porque un buen día se le ocurrió que la mejor manera de mostrar resultados operacionales contra la guerrilla era con muertos, sino motivado por presiones que venían más arriba de él y legitimado por el decreto 1400 del 2006, entre otras directivas anteriores y posteriores dadas por el ejecutivo (donde se especificaban recompensas económicas, entre otras prebendas, para los militares que produjeran bajas enemigas).

Así que los asesinatos como resultado sí eran una política de Estado, porque la normativa creaba toda clase de estímulos perversos a cuantas más muertes se produjeran. Además de esto, sin exigir investigar a profundidad las identidades de los asesinados, ni las circunstancias en las que se producían los hechos. Bastaba llenar un corto formulario relatando los supuestos combates.

Por todo el marco legal e institucional que amparó estos hechos, es posible inferir con bastante certeza que ni al presidente, ni a los ministros de Defensa de la época, ni a los altos mandos militares les interesaba en lo más mínimo conocer de dónde venían realmente los muertos.

Es de esta manera como pongo sobre la mesa la tesis central de este artículo: los llamados falsos positivos no son más que asesinatos de Estado, que derivaron en un genocidio en contra de colombianos inermes... porque decir ejecuciones extrajudiciales también es un eufemismo, si me preguntan, peor que el anterior. Además, porque da a entender dos cosas absolutamente erróneas: una, es que en Colombia hay ejecuciones judiciales, cuando no es así; y la otra es que los ejecutados debían algo y por eso los mataron, simplemente se ahorraron el juicio.

Es por lo anterior, y más ahora luego de que la JEP revelara las dimensiones dantescas de este aparato de muerte, que los sectores progresistas llamados a rescatar a este país de las garras de la barbarie deben dejar de usar el término de “ejecuciones extrajudiciales” cuando describen lo que les pasó a miles de familias en este país que hoy lloran a sus jóvenes; llamando a las cosas por su nombre, que no son otros que asesinatos de Estado y genocidio.

Fuente Las2Orillas


Respuesta  Mensaje 3 de 3 en el tema 
De: OSCARJ Enviado: 26/02/2021 12:25

 

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