Reencuentro Con El Otoño
En esta vieja casa;
en los olivos viejos;
en la noche templada
con la hierba que baja
pisando el blando musgo
con un olor a paja mojada;
en el silencio que se oye a lo lejos,
tan terco su latido como pulso de vena,
de ansiedad y de sueño;
en el sordo zumbido de la mosca postrera;
en el oscuro nido que vació el olvido;
en la hierba que estrena su corpiño más verde;
en el fuego discreto que esparce por
la estancia recuerdos inefables;
en todos los sonidos sombríos y admirables
donde se cifra un símbolo y se cuela un secreto;
en todo lo que, muerto, cobra de nuevo la vida;
en las viejas palabras gastadas como tramos
de la secreta escala y en los fúnebres ramos
de este octubre en Las Viñas;
en la llama encendida
y en la suma de cosas que vuelven cada año
sin variación a hacer otoños de la nada;
en la repetición y en la costumbre amada
se descubre el temblor del más hondo
y extraño sentimiento del alma:
el tiempo nos devuelve a un lugar sólo nuestro,
sin ayer, sin futuro,
donde por un instante el hombre se hace puro
y acepta la verdad de todo lo que vuelve.
Andrés Trapiello