CREPÚSCULO DE BARRIO
Ese cielo blanco y malva se despide
dando paso a los silencios, quebrantados
por un grito o un ladrido trasnochados
o el sollozo de aquel alma que no gime.
Ya se opacan los rumores de las alas.
Los piäres se recogen en sus nidos.
Sin trabajo, un obrero compungido
ve cerrar, de un comercio, las persianas.
Ese Agente saluda a la muchacha
que trabaja en el servicio del placer.
Él espera regresar con su mujer.
Ella empieza nuevamente triste guardia.
La pareja se entrelaza en una esquina.
Esperando el autobús, una mujer,
con quién sabe que amor sin resolver,
melancólica, simula que no mira.
Y la noche ya invadiendo va las almas
de aquel barrio que aún añora, en sus aceras,
el radiar de las sonrisas quinceañeras
y el tañido de las Vísperas sagradas…
Es notable que haya entrado con intenciones de dejar estos versos
y mi querido amigo El Viajero haya tenido una inspiración semejante...
Estuve a punto de dejarlo para otro día,
pero no, si la realidad es ésta ¡que sea!
Un fuerte abrazos
Jove