Para encontrar la luz, es preciso golpear fuerte la piedra y descubrir, así, el fuego que arde dentro de ella. Si preguntas al mundo por todas sus angustias te responde un silencio de estatuas. Es preciso andar solo, consultar con el fuego que arde en la chimenea, extasiarse en las tardes que acarician los vientos contemplando el paisaje.
Para encontrar la luz es preciso primero internarse en las sombras que habitan dentro tuyo y escuchar la voz en vuestro propio ser donde apura el torrente de la sangre bermeja, interrogar al viento que murmura en las puertas en las noche de invierno.
Para encontrar la luz es preciso pisar con los desnudos pies el cristal de la escarcha para comprender luego al aterido que duerme en los portales de la indiferencia donde la riqueza muestra un rubor de angustia cínica. Entonces comprenderás que aquella luz siempre estuvo dentro tuyo pero que surge ahora esplendorosa en la aurora de tu nuevo ser.
Juan Manuel Olveira (El Viajero) Buenos aires, 27 de enero de 2010.-