Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares,
en lo mucho que sufro pienses a solas,
si exhalas un suspiro por mis pesares,
mándame ese suspiro sobre las olas.
Cuando el sol con sus rayos desde el oriente
rasgue las blondas gasas de las neblinas,
si una oración murmuras por el ausente,
deja que me la traigan las golondrinas.
Cuando pierda la tarde sus tristes galas,
y en cenizas se tornen las nubes rojas,
mándame un beso ardiente sobre las alas
de las brisas que juegan entre las hojas.
Que yo, cuando la noche tienda su manto,
yo, que llevo en el alma sus mudas huellas,
te enviaré, con mis quejas, un dulce canto
en la luz temblorosa de las estrellas.
ARENA americana, solemne plantación, roja cordillera, hijos, hermanos desgranados por las viejas tormentas, juntemos todo el grano vivo antes de que vuelva a la tierra, y que el nuevo maíz que nace haya escuchado tus palabras y las repita y se repitan. Y se canten de día y de noche, y se muerdan y se devoren, y se propaguen por la tierra, y se hagan, de pronto, silencio, se hundan debajo de las piedras, encuentren las puertas nocturnas, y otra vez salgan a nacer, a repartirse, a conducirse como el pan, como la esperanza, como el aire de los navíos. El maíz te lleva mi canto, salido desde las raíces de mi pueblo, para nacer, para construir, para cantar, y para ser otra vez semilla más numerosa en la tormenta.
Aquí están mis manos perdidas. Son invisibles, pero tú las ves a través de la noche, a través del viento invisible. Dame tus manos, yo las veo sobre las ásperas arenas de nuestra noche americana, y escojo la tuya y la tuya, esa mano y aquella otra mano, la que se levanta a luchar y la que vuelve a ser sembrada.
No me siento solo en la noche, en la oscuridad de la tierra. Soy pueblo, pueblo innumerable. Tengo en mi voz la fuerza pura para atravesar el silencio y germinar en las tinieblas. Muerte, martirio, sombra, hielo, cubren de pronto la semilla. Y parece enterrado el pueblo. Pero el maíz vuelve a la tierra. Atravesaron el silencio sus implacables manos rojas. Desde la muerte renacemos.