En una tarde de infierno con el ambiente insoluble
galopaba Guadalupe con su compadre Carmelo,
trocha y trocha en el sendero iban camino del hato
después de un duro trabajo en las sabanas del muerto,
sudorosos y sediento en rumba su vista al río.
pican la espuela con brío y rasgan el manto seco,
el cacho es el bebedero donde el frescor se arremansa
donde las pena se amansa en delicado sosiego,
ya llegamos compañeros se oye una voz que comenta
aquí mi historia comienza es el decir mi Carmelo
esta playa fue mi lecho y ella la arena tibia,
su aliento quedó en la brisa latente como el silencio
la llevo en mi pensamiento y voy con ella a todas partes
es como el sol de la tarde que me deja sin aliento
la veo en el surco del viento cruzar espacios ignotos
desafiando en su reposo al horizonte en el tiempo.
como recuerdo en mis sueños el fulgor de su mirada
rayo de amor que excitaban el palpitar de mi pecho
todavía siento sus besos con el calor de la noche
con el vaho fresco del monte y del pajonal reseco,
hasta escucho sus lamentos en los raudales del río
quejumbrosos y sombríos llenos de dolor intenso.
son ese reclamo incierto que navega a la deriva
sin contar ya con la vida que se escapó en un momento,
todo es ella en el misterio, en la cadencia del canto,
en el rezongo del cuatro y el titilar del fuego,
su imagen es un espejo que se refleja sonriente
sobre el estero viviente divagando cual as verso,
mucha veces en mi pecho encontró calor y abrigo
y entre sollozos y suspiros dormitábase sin miedo
a la luz de un triste mecho cavilante en su agonía
aromas de lozanía consumíanse en el sebo,
a veces yo no me encuentro se lo juro compadrito
quizás yo sea un laberinto donde galopan los ecos
como rebaños mostrencos en la pampa de mi ser
marcando pasos de ayer en el rumbo sin regreso,
cuando el gallo en el almendro bota su canto al albor
oigo entonar la canción al arrendajo azulejo.
ya no es el pleno sincero que en otro tiempo escuchaba
pues se fue quien lo mimaba y le cuidaba con celo.
en el monte traicionero tétrico mugir se esconde
es el sentir del padrote es escuálidos lamentos.
le hace falta oír del viento la fresca y alegre risa
que le llevaba la brisa desde mi propio aposento.
racimos de crisantemos nacieron en el camino
donde el brizard matutino beso su cuerpo de fuego
y en ese mismo lindero dejó su huella imborrable.
solamente el llano sabe lo que pasó en el sendero,
dicen que murió en silencio como las flores marchitas
en el portal de la vida sucumbiendo en su porteño.
no mire su cuerpo yerto que se fue con la penumbra
solo aquel cirio que alumbra su memoria en el procento.
Que mala suerte Carmelo le contestó Guadalupe
pero ya no se preocupe y olvide ese sentimiento
fije la vista el estero donde se yergue la vida
y póngase la cobija que nos moja el aguacero.