Semillas de Vida
En muchos días de ocio lamenté el tiempo perdido. Pero él no fue de todo perdido. El Señor guardó en sus manos cada uno el instante de mi vida. Escondido en el corazón de las cosas, él estaba alimentando las semillas para que sean brotes los botones, para que sean flores y madurando las flores para que sean frutos. Yo dormía cansado en mi lecho, indolente, juzgando que todo el el trabajo hubiera cesado, me desperté por la mañana y encontré repleto de miles de flores mi jardín.
|