¿Somos seres humanos, jugando a la tristeza?
Cuando el día se escapa de los ojos, sin motivo
y el amor tan esquivo se esconde en los rincones,
no hay ninguna manera de volver a su encuentro.
Muy solos nos quedamos espantando su miedo.
Vivimos en suspenso, como meditabundos,
sabiendo que la casa se mantiene en penumbra.
Dilatamos la tarde tan cerca del olivo
y el instante desnudo descansa en el olvido.
¿Somos seres humanos, jugando a la tristeza?
Muy lejos de la puerta, dormita la esperanza.
Lucia Gomez
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