Nunca tendré felicidad; nunca sentiré
cómo es la dicha de amar.
Porque nunca entre mis brazos
porque nunca mis labios
repetirán que te quiero.
Y cada día que pase,
perderé toda alegría
y cada minuto de vida
morirá la vela encendida.
Y cuando los años transcurran
y cuando de canas me vista,
recordaré que hace años
en una oscura esquina,
dije tan solo un te quiero
que perdido quedó en el viento,
y dos lágrimas; a mis ojos acudieron.