Cuando el polvo del camino
deje tu cuerpo oscurecido,
cuando tu ropa y zapatos
Cuando tu pelo esté blanco
y tus huesos doloridos,
de la continua batalla
por senderos y destinos.
Entonces comprenderás
de que ya has envejecido.
Al pasar tantas lunas
de la vida y el camino,
al final te has de parar
al borde de tu destino.
Camina hacia su final
la vida, como un suspiro,
hoy dice Dios: Te la doy
y mañana… Te la quito.
Y vamos por el camino
solitarios, pensativos,
lo mismo que un día fue
aquél que fue un buen amigo.
No en vano está en nuestra mente
cual si no hubiera partido
porqué fue un amigo bueno
para recordar, muy digno.
Para ti que ya no estás,
aunque sé que no te has ido,
tu escrito sigue latente.