Las Mariposas del café, en nombre, con visos de poesía, es el de un grupo de mujeres indígenas trans,
que pasa una dura situación alejada de cualquier verso o belleza.
Son las historias de Samantha y Bella, quienes viven resguardadas en Santuario, Risaralda,
tras ser expulsadas por su comunidad luego de sufrir amenazas de muerte y vivir en carne propia todo tipo de violencias.
De acuerdo con la Personería, las comunidades indígenas en Colombia no permiten que sus integrantes sean LGBTI+,
pues muchas los consideran como un “crimen”.
En diferentes resguardos y cabildos, personas que se identifican como homosexuales o transexuales son
torturadas e incluso asesinadas por no “respetar” las costumbres,
algo que ha hecho que indígenas trans huyan de sus comunidades e incluso se alejen de sus familias para salvar sus vidas.
«Se vio evidenciado esa práctica en las cuales las metían en el cepo que es realmente el castigo
que ellos tienen en sus comunidades indígenas para este tipo de personas,
también las obligaban a vestirse de hombre porque pues realmente su condición es de hombres,
entonces ellas lo que hacen, es tratar de huir de toda esa problemática”,
asegura la Personería sobre la grave problemática, que se vive en varios departamentos a lo largo del territorio nacional.
Ser trans en la comunidad Embera
Samantha y Bella son dos mujeres trans embera que tuvieron que tomar la decisión de salir de sus comunidades tras ser maltratadas y humilladas.
Me salí de la comunidad indígena porque en esa época era muy difícil. Pensábamos que a nosotros nos iban a maltratar, por ser trans nos iban a matar.
A ellos no les gusta que uno se vista así porque lo podían matar a uno”, cuenta Samantha sobre lo difícil que fue para ella identificarse como mujer trans.
En diferentes resguardos y cabildos del país, un acto rutinario y natural como vestirse de mujer
le puede costar la vida a Samantha y a varias mujeres más que viven este drama,
como Bella, que vive una dura situación con su familia
Lo difícil de decirle adiós a la familia
Para Samantha y Bella, lo más difícil de ser trans, además de recibir maltratos y humillaciones, es alejarse de sus familias.
“Lo más difícil de ser una mujer trans para mí es que mis hermanos me decían que me iban a echar de la casa,
que no me iban a querer”, revela Bella en medio de lágrimas.
Santuario, el municipio conservador que se convirtió en el hogar de las indígenas trans
Luego de tomar la difícil decisión de dejar sus comunidades, Bella y Samantha llegaron a Santuario,
un municipio conservador del departamento de Risaralda, conocido por sus hermosos cafetales.
Junto a otras indígenas trans que tuvieron que huir de maltratos, Bella y Samantha se ganan la vida como recolectoras de café.
Aunque su trabajo en una finca risaraldense les ayuda a no depender de sus familias o comunidades, es una actividad muy difícil para ellas.
“La recogida de café si es dura la verdad, porque si uno no coge casi es muy poco el sustento
y si uno coge bastante cuando hay café no más cuando hay cosecha,
allí si uno puede ganar para sustentarse y para comprarse las cosas”, asegura Bella.
Desde el 2010, las ‘mariposas del café’, como son conocidas en las calles Santuario,
donde las calles se inundan de olor a café y las fachadas son de colores, sienten que viven en libertad.
Cambiar el café por sus más grandes pasiones
Por ahora, para las indígenas trans regresar a sus cabildos o resguardos no es una opción, pero tener un futuro distinto sí.
Por ejemplo, Samantha quiere cambiar los cafetales por el maquillaje y la peluquería.
“A uno con maquillaje le cambia la actitud. El rostro de uno se queda bonito, entonces me gustó.
Poco a poco enseño maquillaje a varias chicas y ya no andan sin maquillaje.
No es diario, pero hay veces que le reconocen a uno 35,000 o 40,000, me sirve todo,
entonces siempre hago maquillaje, eso me hace feliz”,
revela Samantha, que sueña con tener una peluquería.
“Mi sueño es tener una peluquería para cambiar lo que ellas sufren en los cafetales recogiendo café
y más adelante poder tener una peluquería
con las chicas trans, también para ayudar a la familia y apoyarnos entre las mismas compañeras”.
El sueño de Bella es poder sentirse aceptada, terminar sus estudios y tener un trabajo:
“mi sueño ahora es por mi pensar si a mí me aceptan normal en la escuela
yo pienso terminar mis estudios terminar el colegio conseguir un trabajo para salir adelante para no estar sufriendo así en el cafetal”.
Las historias de Bella y Samantha son solo dos, pero que se multiplican con hilos comunes como:
ser mujer, trans, y víctimas de discriminación, el maltrato y abandono.
Reportejes Pipoll