Yo te recordaré, como al mar hacia el que corre aquel río,
como a la flor que se arrincona en su orilla,
que regocija y se embelesa de su tímido rocío,
tras embrujo de corriente que en sus hojas brilla.
Yo te recordaré, como al vals que alguna vez bailamos,
sin tocarse nuestras manos, ni sentirse nuestro paso,
en la nube que escondida encontramos,
para escaparnos y fundirnos en furtivo abrazo.
Yo te recordaré, como a la hora ansiada y no tenida,
de llorar entre tus brazos mi destino impío,
de besarte, de tenerte, de tocarte y saberte de amor rendida,
de abrazar tu calor aunque sea sólo de mi tumba el nacer sombrío.
Yo te recordaré, como a la cobardía que se calla y se adentra,
como a la rabia y a la furia que se esconde y empantana,
como a la desesperanza que desilusión engendra,
como a las carencias que de ayer tiene el mañana.
Yo te recordaré, cual si por ausente te hubiera maldecido,
si por convertirme en ideal a mí hubieses renunciado,
por llevar en las palabras de resignación, olvido.
Y por pretender un éxtasis de sentimiento ensalzado,
por no decirme nunca que me has querido,
sólo para pretender que por siempre me has amado.