Oh, ser libre de mí misma
sin nada que recordar,
tener como un árbol en diciembre
tan desnudo el corazón;
descansando, como un árbol descansa
cuando sus hojas han partido,
sin esperar una lluvia más durante la noche
ni el rojo del amanecer;
pero silencioso, tan silencioso
mientras los vientos van y vienen,
sin temer más la dura escarcha
o la brillante carga de la nieve;
y despreocupado, despreocupado de
si alguien pasa y ve
sobre la blanca página del cielo
su negra y fina tracería.
Sara Teasdale