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PSICOLOGIA: Psicología Junguiana
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Respuesta  Mensaje 1 de 8 en el tema 
De: ESKARLATA  (Mensaje original) Enviado: 26/05/2009 13:59

Psicología Junguiana

     
Carl Gustav Jung (discípulo de Freud), partiendo de la teoría psicoanalítica del inconciente personal y basándose en sus estudios sobre análisis de sueños y mitología universal, elabora la idea del “inconciente colectivo” constituido por estructuras arquetípicas, hereditarias culturalmente desde el principio de la humanidad.

La psicología Junguiana hace un aporte valiosísimo con la descripción de arquetipos como el Ánimus (aspecto psíquico masculino presente en la mujer); el Ánima (aspecto psíquico femenino presente en el hombre), la sombra, lo demoníaco, lo angelical, el guía, la bruja, el mago, etc.

Estas imágenes primordiales, no son como sustancias psíquicas o esencias espirituales que puedan ser trasmisibles, sino vivencia individual, constantemente proveniente de determinadas disposiciones e interacciones, las cuales existen por su parte en el acerbo hereditario y se han formado, antaño, conforme a las experiencias individuales de los antepasados.

psicologia junguiana consula el tarotDe esta manera, están preparadas en el interior del hombre determinadas necesidades espirituales, expectaciones y juicios, que, más tarde, mediante el encuentro con el mundo exterior, se realizan o se frustran, se atrofian o prosiguen su desarrollo.

Marcando una diferencia entre los conceptos de “análisis de sueños” “líbido” y “complejos” con el psicoanálisis; le otorga al rol terapéutico el papel de acompañante, dejando que el soñante juegue un papel activo en la interpretación y el análisis de los contenidos simbólicos.

La psicoterapia debe producir crecimiento en el paciente y la clave del concepto de desarrollo, según Jung es la individualización. El individuo, el neonato, comienza su vida en estado de totalidad indiferenciada, luego comienza el proceso de diferenciación, unificación y equilibrio, que jamás llegará a ser total, salvo dice Jung, el caso de Buda o Jesús.

El pensamiento Junguiano es rico en aportes para todos aquellos que deseen hacer una psicología transpersonal, mediante técnicas combinadas se intenta una acción terapéutica holística sobre un individuo dado, eficaz y totalizada, que produzca crecimiento y progresión en el paciente, liberándolo, no sólo de fuerzas exógenas que impidan su desarrollo, sino también de las fuerzas endógenas que frenan su progresión.


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De: ESKARLATA Enviado: 26/05/2009 14:11

SUEÑOS:

UNA PERSPECTIVA JUNGUIANA

 

 

Esquema de contenido

I. Introducción

II. Conceptos teóricos básicos de la psicología analítica jungiana:

* Inconsciente personal y colectivo; Arquetipos: Sombra, Ánima, Ánimus; signos y símbolos.

III. Naturaleza de los Sueños

IV. Las fuentes de las imágenes oníricas

V. El lenguaje de los Sueños

VI. Mecanismos del Sueño

VII. Estructura de los Sueños 

VIII. La función de los Sueños

IX. Interpretación jungiana de los Sueños

[Sección I°]

1. Identificación del Sueño y su estructura 

2. Contexto del Sueño

2.1 Amplificaciones. Asociaciones personales. Información sobre el ambiente. Amplificaciones con paralelos arquetípicos 

2.2 Temas que interrelacionan las amplificaciones. 

2.3 La situación consciente del sujeto. 

2.4 Serie onírica.

[Sección II°]

3. Revisión de actitudes para la interpretación 

3.1 Evitar supuestos de interpretación. Símbolos.

3.2 El sueño no es un disfraz, sino una serie de hechos psíquicos.

3.3 El sueño, probablemente, no le dice al sujeto qué hacer

3.4 Debe tenerse en cuenta las características de personalidad del soñante y del intérprete

4. Caracterizar las imágenes oníricas como objetivas o subjetivas.

[Sección III°]

5. Considerar la función compensatoria del Sueño 

5.1 Identificar el problema al cual se refiere el Sueño.

5.2 Evaluar la situación consciente del soñante.

5.3 Considerar si las imágenes oníricas y evolución psíquica del sueño necesitan una caracterización reductiva o constructiva.

5.4 Considerar si el sueño es compensatorio al contrastar con la situación consciente del sujeto.

5.5 Evaluar si el sueño es no compensatorio: anticipatorio, traumático, extrasensorial o profético.

X. El espíritu como Arquetipo: en Sueños y Cuentos

1. La representación del espíritu en los sueños

2. El espíritu en el cuento

XI. Algunas experiencias en Chile con talleres jungianos de Sueños.

Testimonio de pacientes

* Bibliografía


 

 

I. INTRODUCCIÓN

Los sueños han tomado a lo largo de la historia distintas connotaciones de acuerdo a la época, la cultura y la religión predominante. En algunos casos han sido considerados desde posesiones demoníacas hasta iluminaciones divinas, sin embargo, siempre se han considerado como premonitorios y, más aún, como oráculos verdaderos, irrefutables.

Actualmente, las distintas teorías o perspectivas psicológicas les asignan variados niveles de importancia a los sueños durante la psicoterapia. Pasando desde aquellas que no las consideran, las que los ven como un dato más que podría llegar a ayudar y, por último, las que los califican como un elemento central de su terapia.

Para conocer un poco más de cerca el tema, ver porque es importante para el psicoanálisis, por ser una parte del inconsciente que nadie esconde, porque en ellos todo está permitido y sin cuestionamientos, por ser un tema cotidiano y del que no conocemos del todo la importancia que puede llegar a tener en nuestras vidas y conflictos es que lo hemos elegido.

Para conocerlos hemos tomado la Perspectiva Junguiana y, sobre su base, buscaremos algunas respuestas sobre la naturaleza de los sueños, su lenguaje, sus mecanismos, estructuras y función y, por supuesto, todo aquello que esté relacionado con la interpretación de los sueños desde el punto de vista de Carl Gustav Jung.

 

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II. CONCEPTOS TEÓRICOS BÁSICOS

EN LA TEORÍA ANALÍTICA JUNGIANA

 

Inconsciente personal y colectivo; Arquetipos: Sombra, Ánima, Ánimus; signos y símbolos.


Jung distingue entre inconciente personal e inconciente colectivo. El primero es una de las tres capas anímicas reconocidas por el autor (la tercera es la conciencia), constituido en primer lugar de todos aquello contenidos que han llegado a ser inconcientes, ya porque perdieron su intensidad y desaparecieron en el olvido, ya porque la conciencia se ha retirado de ellos (la llamada represión), y además de aquellos otros contenidos, por ejemplo, percepciones sensibles, que, en razón de su propia intensidad entraron en la psique de algún modo. El inconciente colectivo, en tanto, alberga contenidos psíquicos diferenciados por las experiencias más fundamentales y propias de la humanidad. Tales funciones psíquicas capacitan a los hombres a reconocer sus experiencias más vitales de seres humanos. Por ejemplo, reconocer al padre o a la madre, no sólo como figuras significativas personales, sino también como símbolos ancestrales reconocidos por toda la humanidad. De este modo, el padre o la madre, son mucho más que mi propio padre o madre. Lo mismo puede decirse de la complementariedad o necesidad mutua de los sexos; de la necesidad de pertenencia al grupo humano; la condición de héroe, de sabio, etc.

Estas disposiciones psíquicas para actuar humanamente son producto de la herencia humana y van más allá de las personas, culturas y grupos étnicos. Jung los llamó arquetipos (primeros modelos). Los arquetipos no son representaciones heredadas, sino modos heredados de función psíquica. Así, por ejemplo, la sombra es la experiencia arquetípica de "ese otro" que está dentro de nosotros mismos, el cual, en su rareza y desconocimiento, es siempre sospechoso. Su proyección a los demás es la urgencia arquetípica de la necesidad de un chivo expiatorio, con la simple necesidad de justificarnos a nosotros mismos. Esta sombra es relevante en el trabajo interpretativo con los sueños, ya que en ellos, la sombra también alcanza expresión.

Dentro del inconciente colectivo, la función arquetípica más inmediata es aquella que se refiere a la diferenciación de lo masculino y lo femenino. Son el ánima y el ánimus, los arquetipos que forman el elemento contrasexual en la psique. Estos arquetipos, como tales, no pueden ser evidenciados directamente, cada arquetipo es opuesto a la actitud dominante de la conciencia (ser hombre o mujer) quedando en el inconciente (el ánima en el hombre y el ánimus en la mujer). La mayoría de las veces puede, sí, ser experimentado y manifestado a través de las correspondientes proyecciones al sexo opuesto, envolviendo a este tipo específico de relación humana con cualidades y sobre todo con una fuerza que no tiene casi ningún otro tipo de relación humana. En cada varón existe el ánima como elemento femenino. En los sueños suele percibirse con la figura o imagen de la mujer (aunque no necesariamente). Por su parte, en cada mujer existe también en su psiquis en ánimus como elemento de tipo masculino, cuya personificación onírica suele ser uno o varios varones.

Para hablar de los sueños, es necesario también conocer aquellos conceptos referidos a lo que son signos y símbolos. Los signos son producto de nuestras percepciones "objetivas" y conceptualizables, son semióticos, es decir, se refieren a conocimientos de cosas relativamente limitado. La fiebre, por ejemplo, es un signo clínico preciso: no hay fiebre cuando no hay una reacción particular del organismo ante un desequilibrio de la salud; por el contrario, con precisión podemos decir que algo anda mal cuando ella se hace presente. Un símbolo, en cambio, no es un término libremente escogido como una designación abstracta, sino la expresión de una experiencia espontánea, que nos viene desde adentro, y que apunta más allá de la cosa misma a una significación no alcanzada por un término racional.

El símbolo constituye de este modo una experiencia directa de algo real, pero todavía indefinido para el ser humano, se desarrolla a partir de la dinámica propia del inconciente, fascinante par quien la experimenta. Jung dice: "un signo, entonces, es una parte del mundo físico; un símbolo es parte del mundo humano del sentido y la significación".

En los sueños, esta diferencia entre un signo y un símbolo es manifiesta. Un camino fácilmente identificado, puede ser algo que conocemos bien, porque lo transitamos con frecuencia. Pero en un sueño, el mismo camino puede estar expresando una imagen de progreso, "el camino de la vida", lleno de dificultades; o la vía de la perdición que nos lleva a una catarata por donde nos precipitamos, y que simboliza muy bien esa situación que estamos viviendo y de la cual somos muy concientes.

III. NATURALEZA DE LOS SUEÑOS


Para Jung el sueño es la más clara expresión de la mente inconsciente. Constituye "una creación psíquica que, en contraste con los datos habituales de la conciencia, se sitúa por su aspecto, su naturaleza y su sentido, al margen del desarrollo continuo de los hechos conscientes". Esto lo convierte en un camino eficaz para conocer los mecanismos y los contenidos del inconsciente.

Los sueños son, por tanto y paradojalmente, hechos objetivos, no inventados por la mente consciente y, por lo tanto, independientes de las expectativas y deseos del soñante. No se puede influir sobre ellos, lo que los convierte en algo tremendamente valioso, ya que muestran la realidad del soñante tal como es; no como a cualquiera le gustaría que fuera.

Freud y Jung diferían en las interpretaciones de las imágenes oníricas porque tenían concepciones parcialmente distintas del inconsciente, pero concordaban en que los sueños eran generados por actividad inconsciente psíquicamente determinada.

Jung dedujo que hay un proceso subyacente que de manera continua genera sueños y fantasías, de los cuales sólo una pequeña porción llega a la conciencia cognitiva. De aquí que el inconsciente contenga algo más que el material reprimido.

Jung describe poéticamente el sueño como "una pequeña puerta oculta en los recovecos más íntimos y secretos del alma, la cual se abre a esa noche cósmica que era psique mucho antes de haber ninguna conciencia del yo, y que seguirá siendo psique no importa hasta donde se extienda nuestra conciencia del yo... Al racionalismo de nuestra era le cupo explicar el sueño como los residuos del día, como las migajas que caen al mundo crepuscular desde la mesa ricamente cargada de nuestra conciencia. Estas profundidades oscuras no son más que un saco vacío, que no contiene más que lo que cae en él desde arriba... Sería mucho más exacto decir que nuestra conciencia es ese saco, en el cual no hay otra cosa que lo que por azar cayó en él".

Jung formula la hipótesis que todo contenido psíquico (incluidos los sueños) tienen sus raíces en el inconsciente colectivo, que produce material sin cesar. Esta hipótesis se basa en el supuesto de que toda conducta y modos de percibir la experiencia deben hallarse en estado potencial dentro de la persona antes de tornarse reales; dichas potencialidades son los contenidos del inconsciente colectivo.

La idea de Jung que la persona que sueña es totalmente incapaz de controlar el contenido onírico no está firmemente sustentada por los datos existentes.
Tampoco se conoce, con exactitud, el proceso mediante el cual un sueño ingresa a la conciencia.

Jung parecía pensar que "una pequeña parte de la conciencia... permanece con nosotros en estado onírico". Ese remanente se posibilita por la existencia del yo onírico, un "yo limitado y curiosamente distorsionado". Se lo experimenta cuando el sujeto se reconoce a sí mismo en una de las figuras de su sueño.

Los sueños se distinguen del contenido consciente por su falta de coherencia lógica y continuidad de desarrollo. Según Jung, los sueños no son producidos por la corteza cerebral, que está dormida, sino por el sistema nervioso simpático que funciona constantemente. Esta hipótesis es avalada por estudios experimentales posteriores a su obra (se descubrió que corteza no funciona en sueño MOR -donde se producen la mayoría de los sueños- y sí lo hace la protuberancia anular).

Otra diferencia entre sueño y contenido consciente es lo que Jung llama "irracionalidad" de los sueños, en el sentido que no están sujetos a limitaciones físicas o temporales y con frecuencia pintan criaturas que no encontramos en el mundo de la naturaleza. También son irracionales en que muy pocos "forman todos lógica, moral o estéticamente satisfactorios". Pasado, presente y futuro con frecuencia parecen fusionarse en los sueños, al parecer porque hay, en el inconsciente, contenidos atemporales que todavía no afloran en la conciencia.

Cabe señalar, sin embargo, que a pesar de la cualidad no racional de los sueños y, por lo tanto, de su similitud con contenidos mentales psicóticos, los sueños no son patológicos sino normales.

V. LENGUAJE DE LOS SUEÑOS

 


El lenguaje de los sueños, según Jung, es tan complejo y variado como el lenguaje de la conciencia.

Está compuesto por imágenes no verbales (la mayor parte), cuya complejidad y vividez presentan variaciones más notorias que las correspondientes experiencias del hombre despierto. Las imágenes oníricas son mucho más pintorescas y vivaces que los conceptos y experiencias que son su contrapartida cuando se está despierto. En nuestros pensamientos conscientes nos constreñimos a los límites de las expresiones racionales, expresiones que son mucho menos coloreadas, porque las hemos despojado de la mayoría de las asociaciones psíquicas.

En un nivel simple, el lenguaje onírico es figurativo, es decir, afín a las figuras que se utilizan en el habla. En la vida cotidiana se utilizan expresiones como "angelito", "animal", "zorro" para referirse a características tales como bondadoso, agresivo o astuto, respectivamente. De la misma forma, un sueño puede utilizar la figura de un toro para representar la fuerza física o la fortaleza interior.

En el siguiente nivel aparecen juegos de palabras y metáforas. En este caso las imágenes representan otra cosa o elemento, en ocasiones en formas poéticas como, por ejemplo, la imagen de un hombre alado que representa el deseo de libertad.

Otra característica de las imágenes oníricas es la exageración. Se manifiesta en los sueños cuando aparecen imágenes de objetos, personas o animales comunes, en forma desproporcionada; o bien algunas situaciones de la vida real aparecen exageradas casi hasta el ridículo.

La gran expresividad del lenguaje onírico se acentúa con la presencia del color en sus diversos grados de intensidad y tonalidad. No siempre se tienen sueños en colores. Jung planteó la hipótesis de que los sueños que poseen una gran carga emocional suelen recordarse en colores.

En algunos sueños se pueden reconocer imágenes que pertenecen a un lenguaje mitológico, es decir, metáforas de hechos o seres que han existido desde mucho tiempo atrás, y que con el paso del tiempo se han ido modificando en su expresión, pero no en su mensaje central. Esto cumple un objetivo: formar un puente entre "la forma como expresamos conscientemente nuestros pensamientos y una forma de expresión más primitiva y pintoresca (lo cual a su vez) conmueve directamente al sentimiento y la emoción". Jung decía que este lenguaje onírico era más vívido que las manifestaciones abstractas porque no está limitado por la mente consciente y permite una mayor riqueza de asociaciones.

VI. MECANISMOS DEL SUEÑO

 

Aunque Jung reconocía que el sueño no sigue leyes claramente determinadas ni modalidades regulares de conducta, hablaba de mecanismos que contribuyen a forjar el lenguaje onírico, aun cuando no los veía tan esenciales como eran para Freud.

La lista de Jung incluía: contaminación, condensación, duplicación o multiplicación, concretización, dramatización y mecanismos arcaicos.

La contaminación se refiere a relacionar entre sí objetos e ideas, aparentemente inconexos, mediante una cadena de asociaciones que funciona cuando se relajan las limitaciones que impone la conciencia al dormir.

La condensación es una forma de contaminación más poderosa; no sólo conecta sino que combina objetos e ideas sin relación aparente. Mediante este mecanismo, imágenes que de otro modo resultarían neutras, pueden asumir un poderoso significado emocional en un sueño.

La duplicación o multiplicación es lo opuesto de la condensación. La misma imagen puede repetirse o aparecer en forma doble por razones de énfasis, o quizá para indicar la aparición parcialmente completa de algún contenido del inconsciente; e imágenes idénticas pueden reflejar la dualidad como la oposición de positivo y negativo. Imágenes similares pueden mostrar aspectos diferentes del mismo problema.

La concretización es el uso de lenguaje figurativo, inclusive la presentación de complejos en forma personificada.

La dramatización es la expresión de un contenido en forma de relato.

Los mecanismos arcaicos traducen el contenido inconsciente en formas arquetípicas.

VII. LA ESTRUCTURA DE LOS SUEÑOS

 Los sueños pueden ir de imágenes únicas a largas narraciones detalladas y muchos de ellos son similares a un cuento. Jung los describe como un "drama desarrollado en el propio escenario individual". En general, el drama se presenta mediante una estructura común a muchos sueños. Ésta puede dividirse en partes integrantes que facilitan la comprensión del desarrollo "argumental" y de los aspectos que se subrayan en el sueño, a la vez que permiten una más rápida identificación del contenido que falta.

La primera parte del relato de un sueño es la EXPOSICIÓN que incluye la especificación del lugar o ambiente, la descripción de los protagonistas o dramatis personae, y la situación inicial del sujeto. Puede incluirse algún dato sobre el tiempo (momento del día o estación del año).

La segunda fase suministra el DESARROLLO del argumento.

La tercera etapa es la CULMINACIÓN, en donde sucede algo decisivo, o tiene lugar un cambio rotundo, sea para bien o para mal.

La cuarta fase es la de RESOLUCIÓN.

VIII. LA FUNCIÓN DE LOS SUEÑOS

 

Dentro de la teoría junguiana la función de los sueños está inserta dentro de la concepción de la psique como una estructura global y dinámica, en la cual la conciencia y el inconsciente mantienen una relación recíproca.

Jung llamó a la principal función de los sueños compensación. Esta implica que el inconsciente, considerado como relativo a la conciencia, le incorpora todos aquellos elementos que han sido omitidos, reprimidos o desatendidos y que contribuyen a mantener el equilibrio interior. La compensación es, por lo tanto, una expresión de la capacidad de autorregulación de la psique. Pone al inconsciente en relación con la conciencia y da lo necesario para alcanzar el equilibrio psíquico y, finalmente, la integridad.

Puede considerarse que el concepto junguiano de compensación amplía el concepto freudiano de la realización del deseo. Ambos conceptos reflejan la observación de que los sueños proporcionan contenidos ausentes de la conciencia. Sin embargo, los dos conceptos difieren por el hecho de que la compensación brinda lo necesario para la integridad o totalidad del individuo, en tanto que la realización del deseo simplemente sirve al ello o al yo.

Aunque en su gran mayoría los sueños son compensatorios, en algunos casos no lo son. Los sueños NO COMPENSATORIOS pueden ser: anticipatorios, traumáticos, extrasensoriales y proféticos.

A los sueños anticipatorios se les llama también prospectivos. Anticipan en el inconsciente futuras realizaciones conscientes, y constituyen algo similar a un bosquejo preliminar o ensayo previo de los acontecimientos futuros. Ocurre cuando la actitud consciente es "claramente insatisfactoria" y muestra las formas en que se puede producir el desarrollo psíquico, o bien las consecuencias que podría tener el continuar con la actitud consciente actual.

Aunque en apariencia estos sueños pueden parecer proféticos, mágicos, oráculos del futuro, su real origen está lejos de esto, ya que son un "diagnóstico interno".

Aun cuando esta función anticipatoria recibe la aprobación del "consensus gentium", ya que en las supersticiones de todos los tiempos y todas las razas se ha considerado al sueño como un oráculo que dice la verdad, para Jung constituye una combinación probabilística de hechos intrapsíquicos que no necesariamente coincidirá con los hechos reales del futuro. Señalaba que "los sueños, a veces, pueden anunciar ciertos sucesos mucho antes de que ocurran en la realidad. Esto no es un milagro o una forma de precognición. Muchas crisis en la vida tienen una larga historia en el inconsciente. Vamos hacia ellas paso a paso sin darnos cuenta de los peligros que se van acumulando. Lo que no conseguimos ver conscientemente, con frecuencia lo ve nuestro inconsciente que nos transmite la información por medio de los sueños.

Los sueños "traumáticos", a los que Jung también llamaba "reactivos", se caracterizan porque manifiestan reiteradamente contenidos de situaciones que han sido amenazantes para la vida humana o reflejan condiciones físicas patológicas. Para que un sueño pueda calificarse como traumático su significatividad debe radicar exclusivamente en el hecho de revivir una experiencia real.

Los sueños extrasensoriales son llamados también telepáticos. Se trata de vivencias oníricas que hacen referencia a hechos que están ocurriendo, han ocurrido, o van a ocurrir en un momento cercano. Aunque estos sueños suelen referirse a hechos de magnitud (como la muerte), también pueden predecir algo tan nimio como la llegada de una carta sin importancia. Jung no los consideraba de carácter sobrenatural y no era proclive a aceptar esta aparente "acción a distancia". Insistía en que se los estudiara y se buscaran otras causas o explicaciones posibles y trató de explicarlos como productos de algún mecanismo todavía inaccesible a nuestro estado actual de conocimientos.

Los sueños proféticos, también llamados precognitivos, "predicen con precisión y detalle hechos futuros (más allá del día siguiente) de importancia no sólo para el sujeto sino para un número mayor de personas". El criterio fundamental para identificarlos se basa en que los hechos que predicen ocurren realmente, lo cual disminuye su utilidad para el momento actual del soñante, pero no para el futuro.

El escepticismo de Jung con respecto a los sueños proféticos indicaría que sólo aceptaba la posibilidad de hechos tan improbables porque había descubierto ejemplos de ello. Además insistía en que cada sueño precognitivo puede verificarse como tal "sólo cuando el hecho profético ha sucedido realmente", por lo general, mucho después de producirse el sueño; de ahí que no sean útiles para predecir el futuro. Es evidente que Jung aplicó un enfoque empírico a los sueños y no la actitud mística de la que se lo acusa.


Respuesta  Mensaje 3 de 8 en el tema 
De: ESKARLATA Enviado: 26/05/2009 14:12

IX. INTERPRETACIÓN JUNGUIANA DE LOS SUEÑOS

[IX. Sección I°]


El método junguiano de interpretación de sueños es aplicado, con algunas variaciones, por todos los analistas junguianos. Las variaciones están dadas según el procedimiento que se acentúa (por ejemplo, en la impresión intuitiva o en las amplificaciones detalladas).


A veces el sujeto no tiene dificultades en relatar su percepción de lo soñado, pero otras veces no está seguro. Puede dudar de si lo que recuerda es todo el sueño o un fragmento de otro mayor.

Pueden suceder dos tipos de fenómenos que alteren el contenido del sueño:
a. Las primeras imágenes del despertar pueden entremezclarse con éste al llegar a la conciencia. Jung consideraba posible que éstas imágenes modificaran sustancialmente su contenido, pero incluso el resultado de este proceso le resultaba útil, debido a que igualmente surgen del inconsciente.
b. Cuando el sujeto recuerda el material onírico, a veces agrega material o lo hace cuando lo refiere a un tercero. De esta manera, el intérprete no puede saber a ciencia cierta qué partes del material son inconscientes y cuáles no, contaminación que puede evitarse al escribir inmediatamente el sueño al despertar.

En algunas ocasiones, el sueño es tan ambiguo que el sujeto sólo refiere "creer" que una imagen era de una u otra manera. En esos casos, Jung aconsejaba suponer que el informe era correcto, aún cuando se ofrecieran descripciones alternativas a cada situación.
Jung recomendaba preguntarle al sujeto qué sentía en relación con el sueño y sus elementos individuales.

Estructura

Aunque la forma de un sueño puede ir de imágenes únicas a largas narraciones, muchos de ellos son similares a un cuento, "un drama desarrollado en el propio escenario individual". No obstante, la estructura de muchos sueños es bastante completa y puede dividirse en partes y en aspectos determinantes del sueño.
La primera parte del relato de un sueño es la exposición, que incluye la especificación del lugar o ambiente, la descripción de los protagonistas y la situación inicial del sujeto, pudiendo incluirse algún dato sobre el tiempo. La segunda parte suministra el desarrollo del argumento. La tercera etapa es la culminación, en la que ocurre un suceso determinante para llegar a la cuarta y última etapa, de resolución.

2. Contexto del Sueño 

2.1 Amplificaciones


Un sueño no puede interpretarse exclusivamente a partir de su texto, su lenguaje desconocido debe traducirse por medio de su contexto. Cada imagen debe amplificarse, ya que un sueño sólo nos da indicios muy leves para entenderlo, hasta que no se enriquezca mediante asociaciones y analogías, para volverlo inteligible.

Aunque algunas imágenes han sido relativamente fijadas y amplificadas por medio de paralelos arquetípicos, la mayoría son idiosincrásicas del sujeto y hay que amplificarlas por medio de experiencias personales, referencias del medio y otros sueños.

Asociaciones personales

Las amplificaciones individuales pueden ser de por sí terapéuticas, incluso sin derivar en una interpretación. Señalan áreas problemáticas en la vida del sujeto, que no han sido enfrentadas aún. La recolección de asociaciones personales está anclada en la idea de Jung que el sueño no es un disfraz, sino que realmente significa lo que está diciendo. Durante su período de amistad con Freud, siguió el método de asociación libre, hasta darse cuenta que ésta sólo conducía a la identificación de los complejos del sujeto, los que podían o no haber sido sugeridas en las imágenes oníricas. El método de amplificación conceptualizado por Jung se remite a las asociaciones directas, donde se interroga hasta poder determinar el significado del sueño, pero frenando al sujeto para que no se aparte de éste y haciendo circunvalaciones en torno a las todas las dimensiones de cada imagen.

A muchas personas les resulta difícil asociar con las imágenes oníricas, sin embargo, prácticamente todos los sujetos que sueñan aprenden a asociar de manera útil para el proceso de interpretación. Jung sugería un método para los sujetos que daban muchas bases teóricas a su asociación, diciendo "suponga que no tengo idea qué es un...", para que se remitiera solamente a la descripción del objeto y su historia.

Más que una serie de reglas fijas, se requiere ingenio para producir en diferentes sujetos, las asociaciones relacionadas con una variedad impresionante de imágenes. Además de los problemas de temperamento, a los pacientes también se les plantean otras dificultades para hacer asociaciones: Jung mencionó la posibilidad que el sujeto se sintiera perplejo, tuviera resistencias o que las emociones les impidieran asociar.

Información sobre el ambiente

Se requiere información que vaya más allá de las asociaciones personales del sujeto para la amplificación de ciertos sueños. Hay otras informaciones relacionadas con los sueños que van más allá de la experiencia personal y el conocimiento del sujeto que sueña. Algunos datos se encuentran en el "caudal de conocimientos generales conscientes": a veces el conocimiento de la cultura específica que ha moldeado las pautas de pensamiento en el sujeto constituyen una necesaria amplificación de una imagen onírica.

A veces el intérprete puede proponer asociaciones complementarias si se basan en conocimientos comunes a mucha gente o derivada del conocimiento del propio paciente; sin embargo aunque posea los conocimientos necesarios, el intérprete no deberá insistir para que el paciente acepte una amplificación que no le parece pertinente.

Amplificaciones con paralelos arquetípicos

Cuando los sueños poseen un contenido arquetípico, la amplificación incluye paralelos: imágenes similares en el contexto de situaciones también similares, extraídas de la mitología y la etnología. Sin embargo, antes de realizar tal proceso, el intérprete debe indagar todas las posibilidades de asociación personal, para no distorsionar la interpretación. En la práctica, la expresión "sueños arquetípicos" se refiere a los sueños que incluyen una o más imágenes arquetípicas, por lo cual requieren, también, amplificaciones arquetípicas unidas a contenidos personales. El sentimiento que los sueños arquetípicos son altamente significativos puede impulsar a algunos sujetos a ocultarlos concienzudamente o a relatarlos entusiastamente.

Se considera como arquetípico un sueño que contiene imágenes grotescas de elementos desconocidos en la vida cotidiana (sentidos como significativos), de contenidos con "cualidades cósmicas" (transformaciones, poderes naturales, estados antinaturales, etc.), los que contienen figuras arquetípicas, los contenidos que se repiten en una serie de sueños o los que se asemejan al conocimiento folclórico o mitológico. Este tipo de sueños suelen producirse en momentos importantes de la vida de una persona o en crisis, durante el proceso de individuación, en personas aisladas de la comunidad o que sienten que nadie más tiene sus problemas.

Por lo general, es el intérprete quien proporciona los paralelos arquetípicos a partir de sus propios conocimientos o después de buscar información desde el analizado. El análisis de estos sueños puede tener mayores efectos terapéuticos que el de los no arquetípicos, por dos motivos: al sacar al sujeto de su aislamiento respecto de otros seres humanos y al contribuir a integrar su psique; sin embargo, si no se completan las imágenes, se corre el peligro que el sujeto se vea poseído por ellas hasta psicotizarse (Nietzsche).

2.2 Temas que interrelacionan las amplificaciones.

Pueden encontrarse factores o temas comunes en las amplificaciones de varios elementos, que constituirían una interrelación que permitiría cierto grado de objetividad para establecer la importancia de las múltiples asociaciones.

2.3 La situación consciente del sujeto.

El sueño no es un reflejo de contenidos inconscientes en general, sino tan sólo de determinados contenidos, conectados mediante asociación y seleccionados según la situación consciente del momento... el sueño contiene el complemento inconsciente de la situación consciente. La situación consciente incluye los sucesos de la vida del paciente ocurridos uno o dos días antes, en especial aquellos que ejercieron o pueden ejercer un notable efecto emocional. La situación consciente guarda tanta relación con los sueños arquetípicos como con las imágenes oníricas originales. Jung no dio reglas generales para identificar esta parte del contexto, aparte de su práctica habitual de después de recoger las amplificaciones, pidiendo al soñante que describiera sus experiencias y preocupaciones del día anterior.

2.4 Serie onírica.

Técnicamente, cualquier sucesión de sueños configura una serie, pero Jung aplicó el término a una sucesión de sueños interrelacionados entre sí por uno o más factores específicos. Las series son importantes porque demarcan unidades oníricas e identifican los temas importantes. Jung decía que una serie está constituida por el número de sueños individuales requeridos para colocar en perspectiva una faceta específica de la vida del sujeto, que podían ser desde unos pocos sueños a cientos de ellos.

El orden de una serie onírica no es necesariamente cronológico, por lo que determinar su conexión requiere de un análisis no lineal. Cada sueño de una serie refleja el comentario del inconsciente acerca del problema o situación desde una perspectiva diferente: el empleo de la serie onírica consiste, por lo tanto, en tomar en cuenta, dentro de lo posible, la historia de sueños de un sujeto.

Un sueño que se repite suele impresionar al sujeto por su vivacidad, frecuencia o ambas cosas a la vez. Jung mencionó tres fines alternativos para estos sueños: el primero, el compensatorio, destaca un defecto constante en la actitud consciente del sujeto y deja de darse cuando el sujeto lo ha comprendido, un segundo tipo, el traumático, deja de repetirse una vez que se ha asimilado el trauma y el tercero, el profético, anticipa un importante desarrollo en la psique del sujeto.
La repetición de un tema suele ser necesaria para hacer que un determinado elemento resulte lo suficientemente claro como para que el sujeto lo acepte o para recomendar un cambio de actitud personal de éste.

Pueden surgir complicaciones al tratar de interpretar los sueños en serie. Una de ellas deriva de considerar los sueños en las sesiones de análisis, porque podrían modificar el contenido de los siguientes; otra posibilidad es que alguien sueñe el sueño de otra persona que en ese momento ejerza una fuerte influencia para el sujeto.

3. Revisión de actitudes para la interpretación

3.1 Evitar supuestos de interpretación.

El intérprete debe evitar toda actitud tendenciosa al buscar el significado del sueño. Debe partir de la premisa que el sueño es una fuente de información sobre condiciones que desconoce, respecto de las cuales tiene tanto que aprender como el soñante. Cada sueño debe considerarse como un hecho único que debe imponerse sobre cualquier supuesto teórico relativo a la personalidad. Jung rechaza la teoría de la interpretación de Freud por considerar que se basa en supuestos no verificados y advierte que cualquier interpretación que satisfaga las expectativas del intérprete o del sujeto debe considerarse sospechosa. Decía que a los psicoterapeutas se les plantea el mismo problema de objetividad que a todos los científicos: cuando se formulan hipótesis, nunca se puede estar totalmente seguros si se basan en datos y no en la expresión de los deseos.


Símbolos

Jung no asignaba un significado fijo a una imagen onírica, buscaba un significado que estuviera más allá de la apariencia obvia de la imagen, que concordara con la experiencia del durmiente. La interpretación de una imagen onírica como signo (postura freudiana) le confiere un significado preestablecido, disociando los contenidos conscientes e inconscientes; sin embargo, al interpretarse como símbolos se reconoce su complejidad, se profundiza en su comprensión y se hacen accesibles en la conciencia sus significados individuales.

Un símbolo puede tener significados múltiples entre los sujetos, en momentos diferentes o, incluso, para el mismo sujeto en distintas épocas. Se distingue entre símbolos naturales, que se podrían dar en el sueño de cualquier humano en cualquier parte de mundo, y símbolos culturales, de personas dentro de una cultura determinada y con un significado relativamente fijo. Jung asumía que había símbolos "relativamente fijos", cuya interpretación puede hacerse mediante un análisis parcialmente individual, basado en amplificaciones individuales.


3.2 El sueño no es un disfraz, sino una serie de hechos psíquicos.

Que los sueños nazcan de una porción hace esperable que se utilicen imágenes que puedan parecer extrañas a la conciencia. El sueño manifiesto es lo que se muestra y puede ser leído por alguien que sepa cómo hacerlo. La dificultad para entender la imaginería del sueño no se debe a que éste oculte algo sino que a ideas y emociones han sido inducidas a imágenes y que la función del sueño es comunicar un contenido que estaba ausente de la conciencia. Cuando se da una sustitución, es para volver más remotas las emociones dolorosas vinculadas a la figura que las constituye.


Como hechos psíquicos, en forma de imágenes, los sueños pueden compararse con hechos fisiológicos (centro del ritmo cardíaco), porque son igualmente difíciles de leer e imparciales. Los hechos psíquicos poseen características definidas, una de las cuales es que resulta significativa la aparición de una imagen en particular, en lugar de otra, exigiendo que se tome en cuenta cada detalle (existente o faltante) que concuerde con la realidad o difiera de ella. Debe tomarse en cuenta la relación entre imágenes, así como cada imagen por separado. Jung formuló la hipótesis de que la secuencia debe ser causal, por lo que la incongruencia de las imágenes suele ser significativa. Las escenas oníricas pueden ser sumamente agradables o desagradables, pero ni lo uno ni lo otro hace que su significado sea claramente positivo o negativo o, por lo menos, totalmente.

3.3 El sueño, probablemente, no le dice al sujeto qué hacer

Un hecho no es lo mismo que instrucciones sobre qué hacer al respecto o la situación de la que nace; puede plantearle o no la opción entre soluciones posibles, pero deja a la conciencia la decisión sobre cuál es el paso más conveniente, a lo más es un consejo implícito. Como por lo general un sueño no es premonitorio sino compensatorio, en cada caso el sujeto debe juzgar por sí mismo si debe seguir o no las instrucciones y, si decide hacerlo, con qué nivel de literalidad.

3.4 Debe tenerse en cuenta las características de personalidad del soñante y del intérprete

Como la interpretación de los sueños es una actividad humana, está sujeta a todas las posibilidades de error humano. Como es el intérprete quien le asigna significados a las imágenes oníricas, el investigador debe tener suficientes conocimientos de sí mismo como para no dejarse arrastrar por sus perjuicios. Más específicamente, el intérprete debe participar del análisis como persona total, no sólo con su función superior, o exclusivamente con sus conocimientos, sino además incluir pensamiento, sensación y sentimiento. Cuando el intérprete experimenta de manera directa parte de la repercusión emocional que el sueño tiene sobre el sujeto, aumenta su comprensión del significado y el valor del sueño. Cuando mayor sea la familiaridad del intérprete con las experiencias humanas, mayor será su capacidad de empatía con un gran número de emociones.


El intérprete debe reconocer que el sueño es el producto psíquico del sujeto que lo sueña, por lo que debe interpretarse sobre la base de su psicología y no la del propio intérprete. La consideración de estos factores hace posible y necesario que la interpretación de los sueños se base en un proceso dialéctico entre las dos personalidades mas que una pugna por el dominio entre ellos.

4. Caracterizar las imágenes oníricas como "objetivas" o "subjetivas"

Una persona se caracteriza como objetiva cuando aparece en el sueño como individuo real en su real relación con el soñante. La figura es subjetiva cuando representa parte de la personalidad del soñante. La interpretación subjetiva separa los complejos internos de sus causas, los considera como tendencias del soñante y los reúne en éste, aumentando su sentido de su propia responsabilidad.
El enfoque objetivo se indica cuando la figura es una persona importante para el sujeto y aparece tal como es.


La entidad de asociaciones que hace el sujeto con la figura no constituye un criterio de caracterización aunque, si las asociaciones poseen gran carga emocional, probablemente la figura deberá tratarse, al menos en parte, como si fuera subjetiva.
Aún cuando se haga una caracterización objetiva, Jung decía que la imagen no puede identificarse con el objeto real con quien uno sueña, es decir, debe distinguirse entre la persona como tal y como objeto del sueño.

. Considerar la "función compensatoria" del Sueño.

Por lo general se considera que la clave de la teoría de la interpretación de los sueños de Jung es la hipótesis de que casi todos los sueños son compensatorios. De ese modo, el empleo del concepto de compensación pone al inconsciente en relación con la conciencia y brinda lo necesario para alcanzar el equilibrio psíquico y, finalmente, la integridad. Los sueños no compensatorios son escasos y se los debe interpretar como tales una vez que se hayan agotado todas las posibilidades de compensación.


La fuente de la compensación psíquica está en el inconsciente colectivo por el que el "ser humano universal en nosotros [que corrige y compensa] la... unilateralidad de nuestra vida consciente" " para formar una totalidad, que es el sí mismo". El inconsciente, con sus recursos limitados, actúa a menudo por medio de los sueños para suplir lo faltante que se necesita para recuperar el equilibrio psíquico.

5.1 Identificar el problema al cual se refiere el sueño.

A diferencia del deseo realizado de Freud, según el criterio junguiano el material inconsciente puede ser desagradable o doloroso para el soñante, porque le muestra los aspectos de su vida que andan mal, pero que el no ha admitido.
Como el material del sueño compensatorio es parte de la realidad del sujeto, sus efectos no se pueden evitar reprimiendo o ignorando el material. Además, debido a que el sueño puede compensar una situación de distintas formas (desde la confirmación hasta la oposición), sólo algunas veces le es posible al sujeto identificarlas de manera cierta. Jung mencionó ciertos tipos de mensajes trasmitidos mediante la compensación: uno de ellos es el retrato onírico de los rasgos de personalidad del durmiente, que aparecen de forma exagerada y ofensiva; otra forma es darse respuesta a una pregunta.

5.2 Evaluar la situación consciente del soñante.

Algunos sueños sólo se desvían un poco de la situación consciente, por lo que apenas la modifican levemente; esto se da cuando la actitud consciente es adecuada para enfrentar la realidad y está muy cerca de satisfacer la naturaleza del individuo. El sueño adopta un punto de vista opuesto a la conciencia sólo cuando la actitud consciente es inadecuada o incluso errónea, o cuando amenaza las necesidades no percibidas del durmiente, lo que puede llevarlo a considerar su postura.


5.3 Considerar si las imágenes oníricas y evolución psíquica del sueño necesitan una caracterización reductiva o constructiva.

Aunque virtualmente todos los sueños son compensatorios, algunos compensan de manera negativa (reductiva) y otros de manera positiva (constructiva).
Interpretación reductiva. Para Jung los impulsos no siempre eran sexuales; el efecto del sueño era retrotraer la conciencia del durmiente para llevarlo a reconocer las partes de sí mismo que había rechazado, que frecuentemente eran motivos infantiles y destructivos, aunque no necesariamente sexuales.

Posteriormente Jung consideró peligrosa la interpretación reductiva, porque desvaloriza e incluso destruye las actitudes conscientes, además de fomentar la visión de los símbolos como algo fijo. Modificó el término "reductivo", de manera que significara "negativamente compensatorio", por lo que una interpretación reductiva ayudaría al sujeto a tomar conciencia de sus ilusiones, ficciones y actitudes exageradas cuando su evolución interior no ha seguido el ritmo de su adaptación y logros exteriores.

Interpretación constructiva. Esta interpretación agrega algo a la actitud consciente del sujeto, reforzando y protegiendo lo que hay de saludable y merece la conservación. Conviene aplicarla cuando la actitud consciente es más o menos normal, pero susceptible de desarrollarse; en consecuencia, la interpretación constructiva prepara el terreno para la unión de valores contradictorios.
La elección entre la interpretación reductiva o constructiva depende de la índole del material, el estado de desarrollo psíquico del sujeto y del juicio del intérprete sobre lo necesario para el desarrollo del sujeto en ese momento. Generalmente se comienza con interpretaciones reductivas porque la interpretación de los sueños debe iniciarse con un estudio cuidadoso de los hechos y fantasías infantiles. Cuando un sueño admite los dos tipos de interpretaciones, siempre es preferible la constructiva.

Los sueños arquetípicos no pueden interpretarse de manera reductiva, debido a que son experiencias espirituales que desafían cualquier intento de racionalización, especialmente los que pertenecen a las características avanzadas del proceso de individuación.

5.4 Considerar si el sueño es compensatorio al contrastar con la situación consciente del sujeto.

Descubrir la compensación en un sueño estimula la autorreflexión que hace que el sujeto vaya más allá de los intereses de su yo entrando en comunicación con partes escindidas de su funcionamiento psicológico. Los efectos terapéuticos de la interpretación de sueños compensatorios se agrupan en: la compresión de la base de las emociones, cambio de actitud, aceptar aspectos rechazados de la personalidad, compensación propiamente tal y contribución al proceso de individuación.


Aunque en general, la función compensatoria de los sueños es beneficiosa, a veces deja de serlo, cuando la actitud consciente es negativa, crítica, hostil y desdeñosa. La compensación puede perderse también cuando la mente consciente actúa excesivamente la importancia del inconsciente, en detrimento de la decisión consciente.

5.5 Evaluar si el sueño es no compensatorio: anticipatorio, traumático, extrasensorial o profético.

Los diferentes tipos de sueños difieren en la relación con la situación consciente, por su función psíquica, su relación con la realidad, el grado de repetición y su referencia en el tiempo.


Respuesta  Mensaje 4 de 8 en el tema 
De: ESKARLATA Enviado: 26/05/2009 14:13

X. EL ESPÍRITU COMO ARQUETIPO: EN SUEÑOS Y CUENTOS

 

La palabra Espíritu tiene distintos significados o, mejor dicho, ha ido evolucionando con el tiempo. En un comienzo espíritu era el principio opuesto a la materia, era una sustancia inmaterial o existencia, en el plano superior y universal se denominaba "dios". Era portador de los fenómenos psíquicos, aún de la vida. En contraposición a esto existe la antítesis espíritu-naturaleza, donde el primero está limitado a lo sobre y antinatural y carece de relación sustancial con el alma y con la vida.

Esta evolución del concepto del espíritu está basada en el reconocimiento de que su presencia invisible es un fenómeno psíquico, es decir, el propio espíritu, el cual no sólo está constituido por transportes vitales, sino por imágenes internas. Dentro de los primeros se consideran, especialmente, las imágenes y prototipos que constituyen el contenido interior, y dentro de las segundas aquellas que son condicionadas por el pensamiento y la razón, que rigen el mundo de las imágenes.

De esta manera, al espíritu vital, original y natural, se ha superpuesto un espíritu superior, que se enfrenta al primero, el cual es simplemente lo natural. El espíritu superior sería el principio regulador sobrenatural, supraterrenal y cósmico, y como tal recibió el nombre de "dios" o cuando menos se consideró como un tributo de sustancia única (según Spinoza) o como una persona de Divinidad (según el cristianismo).

Al ser espiritual o espíritu corresponde, en primer lugar, un principio de movimiento y acción espontáneo; en segundo lugar, la facultad de producir imágenes más allá de las percepciones y de los sentidos y, por último, el manejo soberano y autónomo de esas imágenes. Esta esencia se alza frente al hombre primitivo, pero con la evolución progresiva va entrando en el campo de la conciencia humana y se transforma en una función, supeditada a la primera, con lo cual pierde, aparentemente, su carácter autónomo. Dicha característica sólo se mantiene en los conceptos más conservadores, o sea, dentro de los religiosos.
Es por esto último que las religiones deben insistir siempre en el origen y el carácter original del espíritu, con el fin de que el hombre no olvide nunca que lo ha incorporado a su esfera para darle un contenido a su conciencia. Él no ha creado el espíritu, sino que éste hace que él cree; le da el impulso y la idea feliz, la constancia, el entusiasmo y la inspiración. Pero como se ha adentrado tanto en el ser humano, que resulta extremadamente difícil para el hombre creer que el mismo sea el creador del espíritu y que lo tenga.

En realidad, el fenómeno original del espíritu se posesiona del hombre, de la misma manera como el mundo físico ata la libertad del hombre con múltiples lazos y se transforma en una fuerza obsesionante, aunque aparentemente sea el objeto complaciente de los propósitos humanos. El peligro es mayor, cuanto mayor es la atracción del objeto exterior sobre el interés, y cuanto más se olvida que con la diferenciación de las propias relaciones con la naturaleza debería ir paralela una diferenciación de la relación con el espíritu, a fin de obtener el equilibrio necesario. Si frente al objeto exterior no existe el interior, se desarrolla un materialismo incontrolado, asociado a una suficiencia desorbitada o una extinción de la personalidad autónoma, lo cual es el ideal del estado de masas totalitario.


Como se puede ver el concepto general moderno de espíritu se adapta mal al punto de vista cristiano, en tanto se considera al espíritu como "dios"; sin embargo, existe, igualmente, el concepto de espíritu maligno, el que tampoco cubre al concepto de espíritu moderno, por ser este último más bien indiferente o neutral frente a lo moral. El espíritu, gracias a su original autonomía que, desde el punto de vista psicológico también es innegable, está absolutamente en condiciones de revelarse a sí mismo.

La representación del espíritu en los sueños

La manifestación psíquica del espíritu demuestra que tiene una naturaleza arquetípica, es decir, que el fenómeno, denominado espíritu, se funda en la existencia de una imagen original, autónoma, que, en forma preconsciente, existe en la disposición de la psique humana, de manera universal. Generalmente es la figura de un anciano la que desempeña el papel del espíritu en los sueños, aveces es un "espíritu verdadero" o sea un muerto con menos frecuencia son figuras grotescas, duendes o animales que hablan y tienen entendimiento. El viejo sabio aparece en los sueños como mago, médico, sacerdote, maestro, profesor, abuelo o cualquier otra persona que posea autoridad. El arquetipo del espíritu en forma de hombre, gnomo o animal aparece en situaciones en las que se necesitaría una opinión, una comprensión, un buen consejo, una decisión, un plan, etc., que los propios medios no podrían proporcionar. El arquetipo compensa este estado de deficiencia espiritual, por medio de contenidos que llenan huecos.

El espíritu en el cuento

En los mitos como en los sueños se exterioriza el alma y los arquetipos se manifiestan en su relación natural en forma de "formación, transformación, recreación eterna del eterno pensamiento". La frecuencia con que aparece el espíritu aparece en los sueños como anciano, corresponde aproximadamente a la que se observa en los cuentos. El anciano aparece siempre que el héroe se encuentra en una situación difícil y embarazosa, de la cual sólo puede salir si una meditación profunda o una feliz ocurrencia le dan la solución, es decir, una función mental o un automatismo endopsíquico. Debido a que el héroe, por diversas razones, no puede realizar esta tarea, aparece, a fin de compensar la falla, la solución adecuada en forma de un pensamiento personificado, o sea en la de un anciano dispuesto a aconsejarle y ayudarle.


El anciano representa, por una parte, sabiduría conocimiento, reflexión, astucia, discreción e intuición, y por otra, también cualidades morales como benevolencia y caridad, con lo cual quedaría suficientemente precisado su carácter espiritual. Debido a que el arquetipo es un contenido autónomo del inconsciente, los cuentos, que concretizan los arquetipos, hacen aparecer al anciano en los sueños modernos.


En los cuentos el anciano plantea la pregunta de quién, por qué, dónde y hacia dónde, a fin de guiar hacia el conocimiento de sí mismo y el acopio de fuerzas morales; y más frecuentemente aún proporciona los medios mágicos necesarios, es decir, la fuerza inesperada e inverosímil, capaz de conducir al éxito, que representa una característica especial de la personalidad unificada en el bien y en el mal. Pero la intervención del anciano, es decir, la objetivación espontánea del arquetipo, es indispensable, pues la voluntad consciente, por sí sola, no está en condiciones de coordinar la personalidad de tal manera que puedan desarrollar una fuerza extraordinaria que la conduzca al éxito. Para ello se requiere necesariamente (incluso en la vida misma), la intervención objetiva del arquetipo (o terapeuta), el cual impide la reacción simplemente afectiva, por medio de una cadena de procesos interiores de confrontación y realización. Estos procesos permiten el planteamiento de quién, dónde, cómo y para qué en forma clara y facilitan así la comprensión de la situación de ese momento y la meta. El esclarecimiento y la dilucidación de las complejidades que en ese momento plantea el destino tienen en sí frecuentemente algo casi de magia o milagro, experiencia que no es desconocida para el psicoterapeuta.

Con frecuencia hay temas que dan la impresión de que el inconsciente pudiera ser el mundo de lo infinitamente pequeño. Lo cual, racionalmente, permitiría concluir que los objetos necesitarían ser muy pequeños para caber en la cabeza. Es probable que la tendencia al diminutivo por una parte, y a un aumento exagerado (gigantes) por otra, está relacionada con la notable inseguridad del concepto del espacio y del tiempo en el inconsciente. Así, el arquetipo del sabio, aunque es diminuto, casi imperceptible, tiene una fuerza determinante en el destino, como es fácil observar, si se consideran las cosas en su esencia. Los arquetipos tienen esta característica común con el mundo del átomo, como ya se ha demostrado en esta época, ya que cuanto más profundiza el investigador en el mundo de lo más pequeño mayores cantidades de energía devastadora encuentra, ligadas con dicho mundo. El hecho de que del os más pequeño se deriva el efecto mayor, se ha demostrado no sólo en el campo físico, sino también de la investigación psicológica, frecuentemente, en un momento crítico de la vida, todo depende de una aparente nada.

Así como todos los arquetipos tienen un carácter positivo, favorable, claro, elevado, tienen también otro deprimente, en parte negativo y desfavorable y en parte simplemente "ctónico", pero de aspecto más neutral. En este sentido el arquetipo del espíritu no es la excepción; su figura de gnomo significa ya un diminutivo limitativo procedente del infierno.

XI. ALGUNAS EXPERIENCIAS EN CHILE

CON TALLERES JUNGUIANOS DE SUEÑOS

 

Una de las exponentes más fieles a la teoría de Jung, en Chile, fue la Doctora en psiquiatría señora Helena Jacoby de Hoffmann. A continuación se presentan algunos testimonios de pacientes, amigos y colaboradores, que desde la cercanía de la terapia o de la amistad, abrieron sin duda un camino nuevo de reflexión y acción para sus vidas.

La doctora Hoffmann nace en el año 1904 en Letonia, y fallece en el año 1988 en Santiago de Chile. Uno de sus más grandes orgullos profesionales fue haber trabajado directamente con Carl Gustav Jung, de quien en principio, relata haber comprendido muy poco, pero cultivado una gran admiración y respeto.
En el año 1987, es invitada a inaugurar el año lectivo para la carrera de psicología de la Universidad de Chile, donde expresa alguna de sus ideas con respecto a la labor del psicólogo clínico. "La persona en crisis existencial raras veces es comprendida, iniciando con ello un largo camino entre psiquíatras, psicólogos y sacerdotes. Jung, nos muestra el camino de la individuación, y el terapeuta mostrará que esta crisis es necesaria para su proceso de transformación, y, que el mediador de sus conflictos está en su propio interior.

Una adecuada interpretación de los sueños, abre inmediatamente un cambio favorable en el cuadro clínico. En todo hombre destinado a una vida superior vive un misterioso mediador que produce los sueños. Para el reconocimiento de esto, es necesario que el psicólogo tenga un adecuado conocimiento de simbología. Él ayudará al paciente a conseguir una síntesis entre el consciente y el inconsciente.

TESTIMONIO DE PACIENTES:

  • Carmen Orrego, Poeta y novelista: Conflictos arrastrados entre la creación y creatividad y la lucha por la sobrevivencia diaria. Motivo de consulta, "no podía escribir, no podía seguir" (...) "entonces me fui acercando al mundo de los sueños, a mi propio inconsciente, y de ahí nació toda la poesía
  • Gonzalo Pérez, Psicólogo Universidad de Chile, Psicoterapeuta: "Con ella hice verdaderamente mi examen de grado, mis logros como investigador y como ser humano"... a diferencia de Freud, Jung descubre un inconsciente sabio que nos guía hacia la realización y plenitud por medio de los sueños, entre otras técnicas. Dentro de mis propias experiencias con sueños, la iniciación ocurrió con la simbología de las serpientes. No sólo soñaba con ellas, sino que les tenía un pánico fuera de toda proporción sin relación con peligro real alguno; era algo psíquico. En la investigación de su simbolismo me di cuenta de su significación femenina y masculina. Por un lado como el falo, y por otro, su movimiento ondulante y circular conectado con la tierra y el agua, símbolo de lo femenino, dual, a lo cual fue necesario perder el miedo.
  • Francisca Bertoglia. Educadora, Escritora: "Lo fundamental en mi autoconocimiento fueron los sueños. Vi que toda la problemática de mi vida aparecía allí, y desde entonces no he dejado de escribirlos para ayudarme. Con la doctora Hoffmann aprendí el concepto de animus este surge en mis sueños como una parte del sí mismo y que es mi parte masculina y poderosa. En cambio mi ánima era una niñita sin desarrollo, con lo que comprendí que esa, era una parte de mí que faltaba por desarrollar.
  • Juan de Castro. Sacerdote, Psicólogo Clínico Universidad Católica de Chile: "Yo no sabía soñar" - pero si es muy fácil- me dijo. Lo que pasa es que usted no se da cuenta. Recogí sus recomendaciones y comencé a soñar. Ella me enseñó a analizarlos. Hasta entonces, vivía un poco epidérmicamente como todos. Pero al enfrentarme con mi inconsciente a través de los sueños me di cuenta que tenía un montón de problemas y ella me fue ayudando. Los sueños revelaron mi estado interior, es una pena que no se usen más, terapéuticamente, incluso, pedagógicamente. Por medio del análisis de sueño pude resolver los problemas que tenía con mis figuras de autoridad eclesial, analizando la simbología de los sombreros y la Tiara Pontificia.

 

BIBLIOGRAFÍA

    • De Castro, J. (1995). Introducción a la psicología de C. G. Jung. Santiago: Ediciones Universidad Católica de Chile.
    • Jung, C.G. (1962). Simbología del espíritu. México: Fondo de cultura económica.
    • Jung, C.G. (1991). Teoría del Psicoanálisis. Barcelona: Plaza & Janés Editores.
    • Jung, C.G. (1993). Símbolos de transformación. Barcelona: Paidos.
    • Mattoon, M. A. (1980). El análisis junguiano de los sueños. Buenos Aires: Paidos.
    • Vergara, D. (1989). Encuentros con Lola Hoffmann. Santiago: La puerta abierta.


 


1. Identificación del Sueño y su estructura

Respuesta  Mensaje 5 de 8 en el tema 
De: ESKARLATA Enviado: 26/05/2009 14:14

INCONSCIENTE COLECTIVO

Y ARQUETIPOS

en Relación con el Proceso de Individuación,

según la Psicología Profunda de C.G.Jung

 

 

 

Tabla de contenidos

1. Introducción.

2. Consideraciones generales sobre psicología analítica:

    • La metodología de estudio de la psicología analítica y la realidad del fenómeno psíquico.
    • Sobre la consciencia y los complejos
    • Símbolos : expresión del inconsciente

3. Signo y símbolo:

    • Pensamiento dirigido y no dirigido.
    • El pensamiento dirigido, verbal o lógico
    • El pensamiento no dirigido
    • El desarrollo histórico del pensamiento dirigido: del mito al sueño
    • Importancia del conocimiento simbólico

4. Inconsciente personal y colectivo:

    • Contenidos y limites
    • Inconsciente personal
    • Inconsciente colectivo
    • El papel de la religiones

5. Arquetipos y su relación con el proceso de individuación:

 [Sección I]

    • Arquetipos (noción)
    • La Persona
    • La Sombra

[Sección IIª]

    • Ánima y Ánimus
      • Conceptos generales
      • El Ánima
      • El Ánimus
    • La Personalidad-Maná

[Sección IIIª]

    • El "Si-mismo" o Self (concepto)
    • Simbolismo del Self
      • Lo redondo y el número
      • El Mandala

[Sección IVª]

    • Individuación y procesos involucrados
    • Las etapas del proceso de individuación y los arquetipos:
      • Los arquetipos personificados en el proceso de individuación.
      • Arquetipos de transformación.

6. Técnicas terapeúticas que tienen como objetivo el logro de la individuación:

    • La amplificación
    • La imaginación activa
    • El análisis de los sueños desde la terapia analítica: Diferencias en el acercamiento a los sueños entre el psicoanálisis y la psicología analítica
    • El sueño, fuente de conocimiento primordial del inconsciente
    • El lenguaje onírico:
      • Lenguaje figurativo
      • Juego de palabras y metáforas
      • La presencia del dolor
      • La exageración
      • El lenguaje mitológico
    • Aspectos técnicos del análisis de sueño.

7. Referencia Bibliográfica


 

 


1. INTRODUCCIÓN


La psicología análitica, rama derivada del psicoanálisis creada por Carl Gustav Jung, sigue conteniendo algunas de las más atrevidas propuestas que ha entregado la psicología al ámbito de las ciencias humanas. Más allá de compartir los supuestos del psicoanálisis clásico, ya de por sí controvertidos, agrega dentro de su sistema conceptos tales como el inconsciente colectivo, los arquetipos y en etapas más tardías de desarrollo, la conceptualización del inconsciente como entidad psicoidea y, desde allí, la validez de estudio de fenómenos sincronísticos como la premonición y la telepatía.

Este informe tendrá como eje el concepto de individuación, el cual es considerado por Jung como el proceso mediante el cual el ser humano puede lograr ser el mismo, realizándose como individuo. Si bien el concepto de desarrollo personal aparece también como tema principal en otras tendencias, especialmente en las existenciales, en el modelo Jungiano adquiere ribetes particulares al verse circunscrita dentro del paradigma psicodinámico. A diferencia del enfoque Rogeriano, que implica la existencia de condiciones ambientales muy positivas para el logro de la realización, o el modelo gestáltico, que propugna la actualización inmediata de las gestalt emergentes, Jung afirma que el proceso de desarrollo personal depende fundamentalmente de características como el valor o la entereza, necesarias para enfrentar un proceso de desarrollo personal doloroso y lleno de riesgos (psíquicos). Arcaicos valores parecen estos en comparación a la congruencia rogeriana o a la expresividad gestáltica, pero frente a los peligros psíquicos que trae el descubrimiento de los arquetipos, estos parecen ser los únicos bastiones que permitirían mantener una individualidad verdadera, no mera simpatía bonachona frente al mundo (como criticaba ácidamente Manson en su libro contra la terapia a Rogers) o una vacua emocionalidad inestructurada.

Si bien para el lego parece requerir un acto de fe tremendo creer en la existencia de un inconsciente colectivo y de arquetipos, basta aceptar un par de premisas para que las argumentaciones de Jung tomen sentido: en primer lugar, los acontecimientos psíquicos pueden ser estudiados como hechos, como realidad que suceden dentro del hipótetico espacio psíquico de una individualidad; este el argumento básico de la rama filosófica de la fenomenología. Así, ya existiendo alguien que piense en el arquetipo, este pasa a tomar consistencia como un hecho "real", por lo menos dentro del ámbito psíquico de esa persona. Aceptando esto, sigue la duda sobre la validez del concepto de arquetipo en relación a su existencia en el lenguaje; es en estos momentos donde surge la duda sobre la mera retórica del discurso del arquetipo y sus posibles efectos debido a la reestructuración del discurso. Se puede argumentar que si bien la expresión de este fenómeno psíquico está mediada por el factor cultural del lenguaje, es impropio reducir el primero al segundo, lo que constituiría un craso error lógico: como diría Luhmann, los sistemas sociales basados en la comunicación y los sistemas psíquicos basados en los pensamientos y afectos son cerrados y autopoyéticos, lo que no implica que no sea posible transmitir información desde un sistema a otro. Y, aunque no tenemos la certeza de que ese sistema psíquico exista, por lo menos existen ciertas particularidades lingüísticas que dan cuenta de él, tienen ciertos patrones, se repiten a lo largo del tiempo y, cosa extraña, cuando ciertos principios derivados de sus reglas se aplican en comunicaciones diádicas, se producen cambios conductuales que son catalogados como beneficiosos, aún cuando no se expliciten en esta relación los conceptos teóricos que sustentan el modelo de la psicología analítica. Por lo menos será suponer creer que las comunicaciones de los seres humanas poseen ciertas reglas a priori que se manifiestan en todo tiempo y lugar, especialmente en los temas tocantes a los constructos religiosos. Y, aunque nuestro lego constructivista radical aún no se convenza, en última instancia y tomando prestado el argumento de uno de nuestros estimados compatriotas, todas las realidades son válidas, pero la que ofrece la individuación de Jung parece ofrecer un mayor autoconocimiento, humildad y fortaleza que otras.

Con relación al plan de este informe, éste busca ser una introducción a la psicología analítica, particularmente al tema de la individuación y otros requeridos para comprender este proceso en plenitud, cuales son el de inconsciente personal, inconsciente colectivo y arquetipos. Se ha omitido una alusión expresa al tema del simbolismo; este es un ámbito muy amplio donde Jung se explaya latamente y del cual se podría hacer con él solo un reporte; de todos modos, se entregan a lo largo de todo este texto los conceptos necesarios relacionados con lo simbólico para una adecuada comprensión. Recomendamos leer al interesado el capítulo 1 del libro "El hombre y sus símbolos" y el capítulo 2 del libro "Símbolos de Transformación" para obtener una idea de lo que Jung teorizó sobre el simbolismo.

Este informe se inicia con algunos conceptos básicos de la psicología analítica. Es una introducción al tema bastante breve, que da por conocidos los conceptos básicos de psicoanálisis tradicional y se limita a señalar posibles puntos de discrepancia y presupuestos básicos. En la segunda sección, se inicia la descripción del inconsciente personal e inconsciente colectivo.
Tras las dos primeras divisiones se inicia la tercera sección, el eje principal de este escrito, cual es la correspondiente a la descripción del proceso de individuación y como éste se relaciona con los arquetipos. Es un tema relativamente complejo, ya que al ser un proceso inconsciente que aparece ante el yo como símbolico, esta lleno de significaciones que rebozan lo racional y, por lo tanto, la estructuración lógica y lineal del discurso explicativo. A nuestra manera, nos hemos visto en la obligación de escribir "en espiral", como decía uno de los críticos de Jung sobre el estilo de éste; esto quiere decir, una misma idea se repite varias veces, mirada desde distintos ángulos, hasta que toma una significación más completa, que se representa mejor como imagen que como concepto. Recordemos que el proceso de individuación y los arquetipos son vivenciados, y por lo tanto, están llenos de significaciones tanto cognitivas y afectivas que sobrepasan el discurso corriente.

Como cuarta y última sección, se incluye un breve vistazo sobre las técnicas que ocupaba Jung en su terapia, cuáles son la amplificación, la imaginación activa y especialmente el análisis de sueños, el cual difiere de la formulación hecha por Freud.

2. CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE PSICOLOGÍA ANALÍTICA

 

La metodología de estudio de la psicología analítica y la realidad del fenómeno psíquico.

El método utilizado por Jung para estudiar la psique humana es el fenomenológico, entendiendo esto que se considera a los entes psíquicos como sucesos, acontecimientos que tienen el carácter de hecho, no de juicio. La psicología analítica se preocupa de la existencia de determinadas ideas, no de su verdad o falsedad objetiva; "la idea, en tanto existe, es psicológicamente verdadera" (Jung, 1955, p.21). Las ideas, aunque no tengan existencia corpórea, son desde este punto de vista tan reales y peligrosas como los entes físicos, ya sea en sus efectos sobre el organismo del sujeto individual - lo que acostumbramos llamar lo psicosomático - o en las relaciones interpersonales.


Desde este punto de vista, cuando Jung se refiere a la existencia objetiva de ciertos elementos psíquicos, está dando cuenta de la presencia dentro del campo psíquico del individuo de un algo que no corresponde a su consciencia o identidad; el que este algo sea un elemento psíquico o un objeto real es un asunto de interés secundario para el estudio psicológico, ya que como se explicará más adelante, los contenidos psíquicos del inconscientes suelen ser proyectados.

Sobre la consciencia y los complejos

En la psique de los individuos existirían multitud de complejos, los cuales son definibles como “ciertas constelaciones de elementos psíquicos (ideas, opiniones, convicciones, etc.) que están agrupadas alrededor de áreas emocionalmente sensibles” (June, 1973, citado en De Castro, 1995, p.37). El complejo contiene, de este modo, dos factores: un núcleo y un racimo de asociaciones que son atraídas por él. El núcleo está conformado por una experiencia, determinada por el ambiente, y una cierta disposición innata individual; ambas pueden construir, cuando la disposición innata se confronta con una situación experiencial que no se puede manejar, un trauma psíquico. Jung propuso que el núcleo del complejo tiene un tono emocional que está en directa relación con su cantidad de energía.

Los complejos se comportarían casi como personalidad secundarias, que pueden perturbar o incluso reemplazar a la consciencia del yo; la creencia de que nuestros estados psíquicos son de nuestra exclusiva responsabilidad es una idea bastante reciente:

" hasta no hace mucho, aun la gente sumamente civilizada creía en agentes psíquicos capaces de influir sobre nuestro entendimiento y nuestro ánimo. Había magos y brujas, espíritus, demonios, ángeles y hasta dioses que podían provocar ciertos cambios psicológicos en el hombre "( Jung, 1955, p.29)


La consciencia individual es una configuración psíquica de aparición relativamente reciente. En las comunidades primitivas, la pérdida de esta es bastante común, provocando funestas consecuencias sociales; la vida de los primitivos se ve acechada por multitud de peligros psíquicos a los cuales se les oponen multitud de procedimientos y leyes para evitar el riesgo de que estos afecten tanto al individuo como a la sociedad; este proceso se ha ido realizando a través de la creación de ritos e instituciones.

Como podemos concluir, se puede afirmar que la psique humana estaría constituida por un conjunto de complejos, de mayor o menor intensidad afectiva. El yo, dentro de esta perspectiva, constituiría uno más de estos complejos, al cuál le está asignada de forma particular la función de la consciencia, la cual se identificará con determinados procesos psíquicos particulares. Para este yo, el resto de los complejos surgirán como entidades "objetivas" que actúan sobre él y que son sentidas como extrañas; a estas entidades formarían lo que se denomina el inconsciente.

3. SÍMBOLOS: EXPRESIÓN DEL INCONCINENTE


Recogiendo lo expresado por De Castro (1995), muchas veces el conocimiento intelectual se revela insuficiente para entender la psique humana, ya que buena parte de lo que podemos decir sobre ella son concepciones obtenidas de modo indirecto a partir de la conducta, a las cuales le suponemos un significado que puede ser experimentado y descrito simbólicamente.
Así,

" la aproximación simbólica a la realidad, entonces, puede ser un medio de acercamiento a una experiencia de aquello indefinido, intuido o imaginativo, pero muy real, y que no puede ser alcanzado por otro modo, ya que los términos abstractos conceptuales no son suficientes "( De Castro, 1995, p. 24)

Signo y símbolo

Jung establece la distinción que existiría entre los conceptos de signo y símbolo. El signo sería aquel objeto que haría referencia a otro de un modo convencional; así, la relación entre ambos es creada conscientemente, se aprende por experiencia y es socialmente aceptada. El conocimiento del objeto al cual se hace referencia es de un tipo delimitado y completo dentro de esa especificidad. El símbolo para Jung, en tanto, sería un " término indeterminado o ambiguo, que refiere a una cosa difícilmente definible, es decir, no del todo conocido "( Jung, 1993, p. 137), constituyendo "la expresión de una experiencia espontánea, que nos viene desde adentro, y que apunta más allá de la cosa misma a una significación no alcanzada por un término racional" (De Castro, 1995 p.24). El símbolo da cuenta de algo experimentado como real, pero cuya significación no es totalmente definida por los sentidos o la consciencia; es una representación intuida más que conocida:


" … Una palabra o una imagen es simbólica cuando representa algo más que su significado inmediato y obvio. Tiene un aspecto inconsciente más amplio que nunca está definido con precisión o completamente explicado, ni se puede esperar definirlo o explicarlo "( Jung, 1984, p. 18)

El símbolo se caracteriza por presentarse con muchas variaciones, de modo tal que una significación, experiencia o emoción que se expresa simbólicamente en una representación determinada, en otra ocasión podrá tomar otra forma simbólica, que puede o no ser formalmente similar. Entonces, mientras mayor cantidad de estas variaciones conozcamos del símbolo, mejor nos lo podremos representar, al contrario de la formulación del signo convencional, el cual es mejor conocido en tanto más precisa sea la definición racional que hagamos de él.

Pensamiento dirigido y no dirigido.

Si bien los símbolos pueden ser producidos por la consciencia, los que presentan una mayor importancia para la labor terapéutica son los símbolos inconscientes, cuya expresión estaría asociado a un tipo de pensamiento particular, el denominado pensamiento no dirigido. Según Jung, existirían dos tipos de pensamiento, el pensamiento dirigido o lógico y el pensamiento no dirigido, regido por la fantasía. En el primero, sus elementos constituyentes principales son las palabras y los conceptos, relacionados de manera lógica; el segundo, en tanto, estaría constituido por imágenes de naturaleza simbólica.

El pensamiento dirigido, verbal o lógico

El pensamiento dirigido o lógico es aquel utilizado por el individuo para enfrentarse a la problemática del mundo exterior, o sea, tiene como fin la adaptación a la realidad y la acción sobre ella. Se caracteriza porque el razonamiento sigue una dirección determinada, se desarrolla en forma hablada y las imágenes que se generan representan cosas objetivas y reales, en la misma sucesión causal que en los eventos exteriores. Este tipo de razonamiento fatiga y sólo puede utilizarse por breves períodos.

La ciencia y la técnica moderna serían fruto del entrenamiento en nuestra cultura occidental, a través de los siglos, de este pensamiento lógico que permite una adaptación mayor a la realidad externa(Jung, 1993).

El pensamiento no dirigido

El pensamiento no dirigido se caracteriza por la falta de dirección, en el cual una representación sigue a la otra sin acción de la voluntad, sin que el sujeto experimente fatiga. Las representaciones presentes en este tipo de pensamiento son del tipo concreto, empírico, nunca abstracciones; esta darían cuenta no de cómo "es" la realidad, sino de cómo el sujeto desearía que ésta fuese. Es este el pensamiento característico del sueño y del fantaseo, cuya principal característica sería este alejarse de la realidad para expresar tendencias subjetivas no sujetas a la adaptación al medio, dando lugar a una imagen del mundo desfigurada, preponderantemente subjetiva.

El desarrollo histórico del pensamiento dirigido: del mito al sueño

En la antigüedad, debido a la falta de desarrollo del pensamiento dirigido, no existía el interés actual por captar objetivamente como es el mundo real, sino que éste era adaptado a las fantasías y esperanzas de los sujetos; de este modo, "casa cosa estaba animada y era igual a un hombre o a su hermano el animal. Todo era antropomórfico o teriomórfico" (Jung, 1993, p.46). Los mitos surgen entonces como una elaboración de aquellas necesidades inconscientes proyectadas en el mundo exterior.

En la actualidad, ha sido restringido el campo de acción del pensamiento no dirigido, siendo fomentado el uso del pensamiento dirigido; empero, este no ha sido eliminado, ya que este pervive en formas similares a la de la antigüedad en el pensamiento animista de los niños, en los primitivos y en los sueños. Todas las fantasías del hombre moderno, según Jung, fueron en algún tiempo contenidos conscientes o de aceptación general; no cabe calificarlas, entonces, de infantiles o patológicas.

Importancia del conocimiento simbólico


Un prejuicio existente en muchas personas y estudiosos es considerar que la consciencia, la lógica y sus representaciones lógicas y abstractas representan la totalidad, o por lo menos lo más importante, de la psique humana. Diversos estudios refutan este pretendido dominio de la razón y sus representaciones en la mente, para destacar la importancia de las imágenes dentro del funcionamiento psíquico, tanto en lo referido a su valor como representación, su relación con las emociones, como fuente de satisfacción sustitutiva y, por supuesto, en lo relacionado con la formación de símbolos.


Ahora bien, desde la perspectiva jungiana, el pensamiento no dirigido sería aquel emparentado con los estratos más profundos y primitivos de la psique, dando cuenta de aquellos contenidos sepultado por la consciencia y cuya expresión se daría a través de símbolos. Estos representarían las tendencias de la personalidad que todavía no han sido reconocidas o dejaron de serlo por la consciencia, debido a que el yo los considera inaceptables por su inmoralidad o su imposibilidad. Es así que al estar imposibilitados por la razón para obtener conocimientos de determinados elementos de nuestra vida psíquica, la única forma de aprehenderlos es a través de los símbolos que nos entrega el inconsciente.


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De: ESKARLATA Enviado: 26/05/2009 14:15

4. INCONSCIENTE PERSONAL Y COLECTIVO


Contenidos y limites

La psique humana estaría compuesta de dos grandes estructuras: la consciencia y todo cuanto ella abarca y lo inconsciente. La parte consciente puede ser definida por el sujeto y por los demás con relativa claridad; ahora bien, la personalidad completa no puede ser definida es totalidad.


A lo indefinible e ilimitado de una personalidad, que no es susceptible de reducir a la consciencia, lo llamaremos inconsciente. No puede conocerse su naturaleza, sino tan solo sus efectos; se le supone psíquica, pero no existe seguridad al respecto(Jung, 1955). En este inconsciente se encuentra tanto aquello que fue reprimido de la consciencia, como aquello que nunca traspasó el umbral de la consciencia. El inconsciente no sólo está formado por elementos adquiridos durante la existencia individual, los cuales constituirían el inconsciente personal, sino que existirían elementos que desbordarían lo meramente personal, los cuales forman lo que Jung denomina el inconsciente colectivo (Jung, 1964).

El inconsciente estaría siempre en actividad y le correspondería una actividad compensatoria con respecto al consciente, cuyo fin es lograr la individuación a través de la consciencia de contenidos inconscientes (Jung, 1964)

Inconsciente personal

El inconsciente personal estaría constituido por ser "adquisiciones de la existencia y, por otra, como factores psicológicos que podrían ser también conscientes" (Jung, 1964, p.63). Estos contenidos, aunque hayan sido reprimidos, pueden volverse conscientes; son contenidos personales, ya que sus efectos o procedencia pueden demostrarse en el pasado y Jung los denomina complejos de carga afectiva(Jung, 1991).


Si un aspecto del consciente se pierde en este inconsciente la falta se siente como una inferioridad moral, la cual se produciría por el conflicto del Yo que exige la compensación del déficit en relación con los motivos personales; esta sensación de inferioridad moral puede expresarse en una neurosis.

La asimilación de la porción inconsciente que fue reprimida tiene como resultado la ampliación de la personalidad; esta ampliación se refiere en primer lugar a una mayor autocomprensión de orden moral, ya que generalmente los contenidos reprimidos son desagradables a la consciencia; el mayor conocimiento de sí mismo puede expandir el horizonte de la consciencia y hacer modesto al hombre, "[ubicando] al individuo en una incondicional, obligatoria e indisoluble comunidad con el mundo" (Jung, 1964, p.136). Los conflictos que surgirán en esta etapa ya no son egoístas, sino que constituyen dificultades que tocan al "yo" como a los demás, tanto en lo relacionado a las relaciones interpersonales como a la relación con la sociedad como un todo; de ahí que las problemáticas emergentes sean de tipo colectivo y las soluciones provengan también del inconsciente colectivo, pudiendo ser válidas para la comunidad.

Inconsciente colectivo

El inconsciente, además de contener elementos originados en la experiencia, produciría contenidos impersonales, colectivos, en forma de categorías heredadas o arquetipos, de naturaleza relativamente animada; a estos estratos más profundos del inconsciente Jung lo denomina inconsciente colectivo. Esta psique colectiva estaría constituida por las funciones psíquica inferiores, de funcionamiento autónomo, que constituirían el fundamento anímico suprapersonal que sustentaría a la funciones conscientes superiores que se habrían desarrollado con posterioridad (Jung, 1964, 1991).

De esta manera, existirían ciertos complejos que son apartados de la consciencia por la represión, pero también habría otros que nunca estuvieron antes en la consciencia y que, por lo tanto, brotan del inconsciente. Estos procesos inconscientes más profundos son factores vivos que ejercen una influencia atractiva sobre la consciencia y, tras un largo proceso de desarrollo que puede ocupar media vida, pueden invadirla con impulsos y creencias extrañas e inalterables, ya que estas al ser colectivas pueden estar en contraposición con las opiniones y necesidades individuales (Jung, 1955, 1964).

La compensación que entrega imágenes del colectivo, como ya hemos señalado, se da con respecto a las problemáticas de las relaciones personales. Ahora bien, cuando las problemáticas son de orden más impersonal, tocando temas morales y filosóficos, las compensaciones son del tipo mitológicas y adquieren características cósmicas si la preocupación del sujeto es verdadera; si la problemática sobre estos temas es superficial o es usada como evasión, la compensación simbólica se expresará en asuntos humanos, teniendo la finalidad de concentrar la atención del sujeto en los asuntos triviales que deberían ocupar su atención.

Los impulsos del inconsciente colectivo provocan temor y fascinación a la consciencia. El miedo que produce la posibilidad de invasión de la consciencia por el inconsciente colectivo está bastante justificado, ya que con gran dificultad el yo consciente puede integrar las ideas extrañas de aquél dentro de su estructura que, por su naturaleza de función inferior, determinan un aumento o una disminución significativa del sentimiento de yo, lo cual indica en el primer caso que estos contenidos se sienten como muy ajenos a la consciencia o, en el segundo, que la identidad con la psique colectiva hace que los contenidos de ésta traigan consigo la sensación de validez general, lo que dificultaría establecer la distancia necesaria para su comprensión. Debido a esto, en personas con un yo débil las imágenes pueden constituir una compensación fácil para insuficiencias personales.

Ahora bien, el individuo puede dejarse avasallar por estos impulsos y, por efecto de la identificación con los contenidos del inconsciente colectivo, caer en la inflación psíquica [1] . Esta inflación, de acuerdo las características personales y a las circunstancias, puede traducirse en lo que conocemos como una esquizofrenia o en el fanatismo entusiasta, representado en el profeta, el mártir o el reformador [2] ; ahora bien, si esta inflación se da en forma grupal, se expresa en el descenso a un nivel moral e intelectual de los sujetos conformantes, lo que los lleva a la disolución del individuo en la masa fanatizada (Jung, 1955, 1964).

También se puede dar el caso que el sujeto rechace de plano los contenidos del inconsciente colectivo, lo que llevará a un restablecimiento de la persona [3] por medios regresivos, o sea, el sujeto limitará su personalidad para no enfrentarse a los contenidos temidos.

La tercera alternativa que se presenta es que el sujeto asimile los contenidos del inconsciente colectivo de manera crítica y vaya más allá de la identificación o la negativa tajante a los contenidos del inconsciente colectivo; esto sería parte del proceso de individuación, el cual será presentado posteriormente.

El papel de la religiones

Se ha visto que el inconsciente colectivo se manifiesta al yo de una manera tal que puede hacer tambalear su equilibrio. Es aquí donde los dogmas y religiones tienen un papel protector frente al asalto de estos impulsos inconscientes, al cual Jung denomina la experiencia inmediata (Jung, 1955). Los dogmas, a través de su rígido sistema de creencias, le permiten al sujeto explicar esta experiencia directa de un "modo tolerable para el poder intelectual del hombre y sin reducir esencialmente el alcance de lo vivenciado ni dañar su evidente significación" (Jung, 1991, p.17), esto último porque el dogma corresponde a la elaboración consciente y colectiva del hecho primordial inconsciente que surge a la consciencia como "revelación", en contraposición a una explicación racional científica que, por su misma naturaleza parcial, no logrará entregar una integración adecuada de los contenidos del inconsciente colectivo a la consciencia (Jung, 1955).

El dogma representa una protección; "la vida de lo inconsciente colectivo ha sido captada casi íntegramente en las representaciones dogmáticas arquetípicas y fluye como una corriente encauzada y domada en el simbolismo del credo y del ritual" (Jung, 1991, p.18). Empero, al ver debilitadas las religiones su poder para entregar significado a la experiencia inmediata, se imponen soluciones del mismo inconsciente que a la consciencia moderna se le aparecen como supersticiosas y aberrantes. Surge la tentación de asimilar símbolos foráneos, tales como las religiones orientales, pero Jung señala que el camino más honesto y fructífero es reconocer la pobreza espiritual de la falta de símbolos, teniendo el hombre como obligación enfrentarse directamente a la experiencia inmediata e iniciar el camino de la individuación (Jung, 1991).

5. ARQUETIPOS Y SU RELACIÓN CON EL PROCESO DE INDIVIDUACIÓN

[Sección Iª]

 

Arquetipos

Los arquetipos serían las "formas o imágenes de naturaleza colectiva, que se dan casi universalmente como constituyentes de los mitos y, al propio tiempo, como productos individuales autóctonos de origen inconsciente" (Jung, 1955, p.83). Jung se dio cuenta de su existencia analizando los sueños, las fantasías y las producciones psicóticas de sus pacientes, en los cuales aparecían temas que no podían tener una explicación invocando los recuerdos conscientes y subconscientes de la biografía individual.(Jung, 1964).

El arquetipo constituiría una condensación de innumerables procesos psíquicos de muchos individuos, constituyendo así una forma típica de determinada vivencia siempre reiterada. El arquetipo no determina de un modo directo la experiencia de un sujeto - no constituye una herencia de representaciones -, sino que establece un patrón formal según el cual se van a ordenar distintos elementos psíquicos, en función de las particularidades de la personalidad y experiencia del sujeto, de modo tal que se volverán a producir las mismas o parecidas ideas en sujetos de índole muy diversa.

Los arquetipos no serían transmisibles por la tradición, sino por la herencia, ya que incluso las más complejas imágenes arquetípicas se reproducen en distintas culturas sin existir tradición directa. Lo que sí se transmite por tradición es la formulación elaborada conscientemente del mito. Así vemos que entre el arquetipo y las representaciones colectivas existe una relación indirecta, ya que el primero corresponde a un elemento psíquico no sometido a elaboración consciente; es esta última y su expresión la que se observa en la cultura de los pueblos de distintas maneras. En los pueblos primitivos, se da en la forma de doctrinas tribales; posteriormente, lo encontramos en la forma de los mitos y leyendas.

El mecanismo psíquico a través del cual se expresa el arquetipo sería, principalmente, la proyección:

" Todos los procesos naturales convertidos en mitos […], [son] expresiones simbólicas del íntimo e inconsciente drama del alma, cuya aprehensión se hace posible al proyectarlo, es decir, cuando aparece reflejado en los sucesos naturales. La proyección es hasta tal punto profunda que fueron necesarios varios siglos de cultura para separarla en cierta medida del objeto exterior "(Jung, 1991, p.12)

La Persona [4]


La persona constituiría el recorte de los contenidos de la psique colectiva, confeccionado por el yo basándose en una imagen ideal en la cual quisiera transformarse. La persona excluye todos aquellos contenidos que no le son completamente acordes, siendo estos reprimidos, negados y descuidados; su origen se encontraría, en una primera instancia, en los intentos del niño de manifestar un comportamiento acorde a las expectativas de sus mayores y, posteriormente, en la formación de la persona propiamente tal como respuesta a la crisis de identidad en la adolescencia.

La persona "constituye un compromiso entre el individuo y la sociedad, referente al papel que ha de desempeñar por el hecho de tener un nombre, adquirir un título o desempeñar un cargo siendo tal o cual personaje" (Jung, 1964, p.101). De este modo, la formación de un yo, de una identidad, requiere de un cierto grado de persona, ya que está en un permanente esfuerzo de adaptación frente a las exigencias del medio externo.

Al tratar de diferenciar lo netamente individual en la persona, nos damos cuenta que ésta no es "real", ya que la apariencia de individualidad nos la da el que sea una porción particular del inconsciente colectivo; la "realidad" a la cual hacemos referencia en este instante es a la de la diferenciación individual, ya que la persona obviamente cumple su función y es real para la sociedad.

Si el sujeto falla en diferencia adecuadamente el yo de la persona, es posible la formación de un pseudo-yo o pseudo-ego, cuya personalidad estaría basada en la imitación estereotipada de modelos sociales o en la dudoda realización "personal" de la porción del inconsciente colectivo asignada por el yo. El pseudoego no es sólo rígido, sino también frágil y quebradizo, ya que está separado de la intencionalidad de la psique completa - el self (De Castro, 1995). Frente a esta posición de la consciencia, el inconsciente no puede dejar de cumplir con su acción compensadora: "la orientación puramente personal de la consciencia produce reacciones por parte del inconsciente, las cuales, al lado de las represiones personales, contiene brotes de un desarrollo de la individualidad, bajo el envoltorio de fantasías colectivas" [5] (Jung, 1964, p.102). El que el yo sea meramente personal obviamente lleva a que muchos contenidos psíquicos sean reprimidos lo que, como ya se ha señalado, produce un bloqueo de las energías psíquicas que el inconsciente intenta activamente compensar. De este modo, el inconsciente busca la expresión de las tendencias reprimidas de la consciencia por acción de la persona a través de, por ejemplo, fantasías, imágenes en sueños e, incluso, en una neurosis.

Por otro lado, cuando la formación de la persona es inadecuada a causa de un pobre entrenamiento social o a causa de un rechazo de las formas sociales, el sujeto no podrá ejercer o rehusará ejercer con éxito el rol social. Tal sujeto sufrirá un déficit de equilibrio y serenidad y tendrá una innecesaria desconfianza e hiperdefensividad.

Sombra

La sombra representaría lo que se considera inferior en nuestra personalidad. La sombra se refiere a lo que comúnmente denominamos nuestro Doble, el Alter ego, el personaje negro, etc. Es nuestro otro yo, es aquella parte de la personalidad que ha sido reprimida en nuestro cuidado del yo ideal comprometido con la persona. Cuando la sombra figura en nuestros sueños y fantasías, representa el inconsciente personal (De Castro, 1995)
Las tendencias que en la estructura psíquica dan cuenta de lo antisocial por lo general son suprimidas de la consciencia de manera consciente. Ahora bien, aquellos contenidos que son reprimidos no son necesariamente antisociales, pero si pueden ser poco convencionales; la razón por la cual se reprime tampoco es inequívoca. El mecanismo supresivo constituye una decisión moral consciente, en tanto que la represión saca de la consciencia los impulsos desagradables. La supresión puede causar sufrimiento, pero no neurosis; esta última es un sustituto del sufrimiento legítimo. Cuando la persona reprime aquellos aspectos desagradables de su psique, pierde la oportunidad de conocer y entender aquellos aspectos primitivos de su mente, que son menos ideales de lo que esperamos. Toda persona intenta vivir de manera ordenada, culta y moral, pero eso no le resta fuerza a los impulsos internos de índole más arcaica.

Entonces, toda persona posee disposiciones e impulsos que son rechazados y reprimidos por estar en contradicción con nuestros principios conscientes de orden moral, estético u otros.

" A todo hombre síguele una sombra y cuanto menos se halle ésta materializada en su vida consciente, tanto más oscura y densa será. "(Jung, 1955, p.121)

La inferioridad consciente puede ser superada, pero si es reprimida nunca es corregida y, además, en un momento de descuido lo reprimido puede estallar súbitamente.

Es menester, para lograr la integridad psíquica del individuo, que este tome contacto con su sombra. No se le puede suprimir, ni tampoco es remedio recomendable la supresión de la moral que destruye de por sí la posibilidad de una integración. La sombra no es de ordinario completamente mala, sino simplemente mezquina, inadecuada y molesta; además, contiene ciertas propiedades primitivas que embellecen y vivifican la existencia, de un modo que choca a las reglas tradicionales.

Ánima y Ánimus

Conceptos generales


El ánima en el hombre y el ánimus, en la mujer, corresponderían a representaciones que darían cuenta de la disposición opuesta a la dominante a la consciencia. En el caso del hombre, el ánima representaría lo afectivo, el Eros, en tanto que en la mujer el ánimus representaría las tareas intelectuales, el Logos.


Posiblemente, según Jung, tanto el Anima como el Ánimus, son representaciones psíquicas de genes femeninos y masculinos heredados en nuestro organismo, a partir de los cuales se producirá por la primacía de unos u otros la diferenciación embriológica de los sexos , con todo su contenido potencial psíquico, social y cultural (De Castro, 1995). En el aspecto psicológico-arquetípico, según Jung, siempre ha existido en mitos la idea de la coexistencia de lo masculino y femenino dentro del mismo cuerpo. Tales intuiciones por lo general han sido proyectadas en la forma de la pareja divina o en la naturaleza hermafrodita del creador. (Jung, 1955)

Es necesario hacer notar que el análisis que hizo Jung sobre la figura del ánima es más extenso y profundo del que hizo sobre el del ánimus. Por lo tanto, la descripción de las características de este último arquetipo en la literatura jungiana es bastante vaga y limitada. De todos modos, es posible establecer variadas analogías entre las características del ánima y ánimus, de modo tal que procesos como la proyección del ánima en las mujeres y el enamoramiento subsecuente pueden ser aplicados a la psicología femenina del ánimus sin demasiada fuerza.

El Ánima

El ánima constituiría la representación simbólica de la vida psíquica inconsciente como tal; es necesario aclarar que si bien el ánima parece abarcar todo lo que es inconsciente, ésta es sólo un arquetipo entre otros, que caracteriza un aspecto particular de éste. De esto da cuenta, por ejemplo, que sea un ente femenino - lo cual, según Jung, se daría por razones de orden socio-cultural, biológico y arquetípico.

La expresión del inconsciente se realizaría, como ya hemos visto, preferentemente a través de símbolos e imágenes.

" Cuando más limitado sea el campo consciente de un sujeto, tanto mayor será el número de contenidos psíquicos (imágenes) que aparezcan en cierto modo exteriormente, o como espíritus o como entes mágicos proyectados sobre vivos. "(Jung, 1964, p.149)

En un momento mayor de la evolución psíquica estos contenidos ya no se sienten como extraños, sino más bien como propios, sin que por ello se tenga la sensación de que sean partes de la consciencia subjetiva; se sitúa en un punto intermedio entre la consciencia y el inconsciente. Psicológicamente hablando, constituiría un complejo parcialmente autónomo que no se ha integrado a la consciencia, que si bien se siente como pertinente a la consciencia, a la vez se revela llena de inspiración y advertencias; en la mayoría de las civilizaciones se representa como una multitud de almas dentro del sujeto y en las culturas occidentales aparece como la figura femenina a la cual Jung denomina ánima.
El alma o ánima es lo vivo y causante de vida en el hombre. Busca que la existencia sea emocionalmente rica, y para ello "fortifica, adultera y mitologiza todas las relaciones emocionales que se establecen con la profesión y con gente de ambos sexos"(Jung, 1991, p.67), preservando al hombre de la inercia de lo conocido y de la racionalidad. El ánima, además de provocar miedo, provee de inspiración y estímulo al hombre. El ánima, entonces,

"es un arquetipo natural que subsume de modo satisfactorio todas las manifestaciones de lo inconsciente, del espíritu primitivo, de la historia de la religión y del lenguaje[…]No es posible crearla, sino que es a priori de los estados de ánimo, reacciones, impulsos y de todo aquello que es espontáneo en la vida psíquica. Es algo viviente por sí, que nos hace vivir; una vida detrás de la consciencia, que no puede ser totalmente integrada en ésta y de la cual, antes bien, procede la consciencia "(Jung, 1991, p.33)
Como todo arquetipo, si este no es bien asimilado por la consciencia provoca efectos negativos en el equilibrio psíquico. Así, si este complejo está expandido en la consciencia masculina provoca el fenómeno de la "animosidad", en el cual "[se] afemina el carácter del hombre y lo hace sensible, susceptible, caprichoso, celoso, vanidoso e inadaptado. Resulta un hombre en estado de malestar, que difunde el malestar en un más amplio círculo"(Jung, 1991, p.67).


Jung plantea que la acción del ánima explica muchos de los “enganches” y “flechazos”, que van incluso más allá de la propia voluntad de los involucrados. En estos casos, el enamoramiento constituye un complejo autónomo, sustraído al control de la voluntad: el yo simplemente asiste a la proyección de su alma masculina y femenina. Por lo tanto, enamorarse para un hombre, podría ser una mezcla de proyecciones del anima sobre una mujer concreta, junto a una apreciación de otras virtudes y rasgos que atraen al enamorado (De Castro, 1995)

El Ánimus

El Ánimus representa para la mujer, al igual que en el hombre, todo lo que no es actitud consciente. A diferencia del hombre, en el cual lo inconsciente se representa como lo femenino particular y excluyente, en la mujer se simboliza en la multitud indeterminada de lo masculino. Así, toma la figura de los patriarcas, de la herencia familiar, de la opinión pública llena de frases "razonables" e irrebatibles. El ánimus no produce emociones, sino opiniones (Jung, 1964)
El ánimus, si no es integrado de modo adecuado a la personalidad, puede producir una personalidad que sea catalogada como ‘rara’: es probable que la mujer no sólo no emita opiniones ‘razonables’, sino que trate de imponer sus juicios a los demás con autoritarismo, tratando de sobresalir, buscando éxitos verbales. En estos casos, según Jung, es muy probable que el ánima del hombre sea quien interactúe con el ánimus de la mujer, de modo tal que el hombre - instigado por su ánima - se irritará grandemente antes esas tan irreflexivas y tajantes afirmaciones de la mujer - o, más bien, de su ánimus - creyendo la mujer tener siempre la razón.

Por otra parte, cuando las mujeres logran integrar el ánimus de buen modo en su personalidad, logran poseer un fuerte atractivo para los hombres. Estas mujeres se interesan por los hombres y les gusta escucharlo, rara vez están a la defensiva, no desean deslumbrar y no les molesta equivocarse (De Castro, 1995) El ánimus integrado, a diferencia del ánima, entrega no la energía vital intuida, sino la palabra creadora, precursora de ideas.

 


Respuesta  Mensaje 7 de 8 en el tema 
De: ESKARLATA Enviado: 26/05/2009 14:16

La Personalidad-maná

Cuando el yo enfrenta a su ánima y logra integrar sus contenidos, éste logra intuir el secreto orden del cual emanaba la arbitrariedad del ánima; surge aquí el arquetipo del significado, el cual se representa como una figura de autoridad, llena de sabiduría. Jung denomina a este ente como Personalidad-maná, el cual correspondería al ser lleno de ocultas cualidades mágicas, pleno de mágicos conocimientos y energías. La personalidad-maná es dominante en el inconsciente colectivo. Es el conocido arquetipo del hombre poderoso en forma de héroe, de cacique, de mago, de curandero, de santo, dueño de hombres y espíritus y amigo de Dios. En tanto que el yo se apropia aparentemente del poder perteneciente al ánima, el yo se convierte directamente en personalidad maná
Al vencer el yo al ánima, pareciera que aquel logra domar y controlar la fuerza de lo inconsciente - el maná. En realidad, el consciente no se ha hecho dueño del inconsciente, sino que el ánima perdió su fuerza irresistible sobre la consciencia, en la misma medida en que el yo supo explicar sus impulsos con el inconsciente. Ahora, si el yo pretende usurpar el poder del inconsciente, este reacciona con un ataque sutil. En este caso, con la dominante personalidad-maná, cuyo enorme prestigio subyuga al yo. Como podemos observar, del peligro de la posesión por el ánima pasamos a la posesión del maná. Frente a esto, sólo cabe aceptar la debilidad del yo frente a los poderes del inconsciente, reconociendo que estos son incontrolables y que el yo, a lo más, puede adquirir una mayor consciencia de ellos. Así, de la asimilación del arquetipo del maná, obtenemos un individuo que se hace mayor en el saber y mayor en la voluntad (Jung, 1964)


 

Individuación y procesos involucrados

Según De Castro (1995), el proceso de individuación sería un proceso espontáneo de maduración psíquica , que el análisis terapeútico, no hace sino favorecer, pero cuyo principio se encuentra inscrito en el desarrollo humano mismo. Generalmente es sufrido con mayor intensidad por las personas a raíz de una crisis espiritual fuerte, o de un análisis terapéutico, o bien ocasionando por el desencadenamiento de una neurosis.

Para comprender el proceso de individuación tal como lo desarrolla Jung en su obra, es necesario retomar las consideraciones sobre los resultados de la inflación yoica producto de la invasión por el inconsciente colectivo. A esta inflación le acompaña una disolución de la personalidad en sus pares antagónicos; esto quiere decir que al contener el inconsciente colectivo todas las virtudes y vicios del hombre, al invadir al yo lo llenan de impulsos tanto positivos como negativos para el individuo y la sociedad, que mal hará la consciencia individual en considerarlos propios. Ahora bien, el desarrollo personal involucra el reconocimiento de la incompatibilidad de los antagonismos expresados simultáneamente y la lucha del yo por alcanzar lo bueno y reprimir lo malo, lo que implica distinguir qué de los contenidos psíquicos que afloran a la consciencia son fruto del propio individuo y cuáles son expresiones del inconsciente colectivo.

Así, "para el desarrollo de la personalidad es condición imprescindible una estricta diferenciación de la psique colectiva, porque toda diferenciación defectuosa produciría inmediatamente una fusión de lo individual con lo colectivo"(Jung, 1964, p.89); sólo en esta diferenciación se puede producir el progreso ético y espiritual del individuo y la sociedad. A este proceso de diferenciación que tiene por meta el desarrollo de la personalidad individual lo denominados individuación y tiene como objetivo la conversión de la personalidad en el sí-mismo; con esto Jung no se refiere al individualismo como tradicionalmente se le conoce, sino a la búsqueda de la plenitud de la peculiaridad de cada cual. Paradójicamente, la separación estricta entre el inconsciente colectivo y la consciencia se logra sólo con la asimilación de los contenidos inconscientes a la consciencia, de modo tal que esta última, permaneciendo íntegra, pueda tomar todos los elementos del inconsciente a su manera, evitando los riesgos de una posesión o una negación de los contenidos inconscientes.

Como ya se ha señalado, el inicio del proceso de individuación estaría marcado por la necesidad de adaptación del yo hacia el interior, hacia el inconsciente colectivo, lo que generalmente está enmarcado en la búsqueda de solución a un problema personal irresoluble. Este proceso estaría marcado por la disolución de la persona, la introducción de elementos inconscientes en la consciencia y la pérdida de poder rectora de ésta; la energía que antes se depositaba en el consciente, al no presentarse resultados positivos para el yo, se traslada al inconsciente - lo que en lo práctico se expresaría en la preocupación por los sueños y las fantasías -, desde donde surgen fuerzas irresistibles que influyen de modo considerable en la vida consciente. Este movimiento de energías psíquica provoca un trastorno del equilibrio psíquico que podrá restablecerse mientras "la consciencia esté capacitada para asimilar los contenidos producidos por el inconsciente, es decir, para entenderlos y elaborarlos"(Jung, 1964, p.108); en el caso que la consciencia se identifique con los contenidos, se producirá un estado psicótico donde los contenidos del arquetipo se liberan del control de la ésta y la posesionan, y si los rechaza, estaremos en presencia del retorno regresivo a la persona.

Si la consciencia es capaz de asimilar los contenidos del inconsciente colectivo, este último podrá ejercer su función autorregulatoria, de modo tal que los impulsos compensatorios con que apremiaba al consciente desaparecen y la energía puede volver al consciente, el cual ha crecido durante el proceso.
Podemos decir, entonces, que la individuación tiene objetivo la liberación del sí-mismo de las ataduras con la persona y, por otro, del poder de las imágenes del inconsciente colectivo. Esto implica el hacer consciente lo más acabadamente posible la constelación de contenidos inconscientes, y por otro lado, una síntesis de éstos con la consciencia por un acto de reconocimiento. El conocimiento y integración a la consciencia de los elementos inconscientes, relativamente autónomos, no se puede realizar por medio de un descenso directo a los instintos ni por una sustitución intelectualista de éstos, sino que requiere un método dialéctico, un verdadero diálogo con las personificaciones del arquetipo (Jung, 1991)

Las etapas del proceso de individuación y los arquetipos.

El proceso de individuación, según Jung, no seguiría una pauta arbitraria ni se realizaría de cualquier manera. El enfrentamiento del yo consciente con los contenidos inconscientes o arquetipos se presenta como la interacción con personalidad actuantes en los sueños y fantasías. El proceso mismo de cambio se traduce en otra serie de arquetipos, los cuales constituirían los arquetipos de transformación.
Jung señala que la carrera del héroe en los mitos antiguos, coincide con el proceso de individuación. En forma simbólica, las hazañas del héroe marcan etapas de su individuación; la victoria sobre los arquetipos de la sombra, del anima y el ánimus y de la personalidad “maná”, etc., no constituye una destrucción, sino una fusión de éstos con el yo.(Jung, 1964)
Así, tras de la concienciación del arquetipo del anima, no sólo cambia ésta su ser, sino también el yo que la asimila. En ambos se cumple un proceso de muerte y transfiguración del cual surge el self como resultado de la transformación del viejo yo por el proceso de concienciación asimilativa de los arquetipos. Las polaridades que existen en la personalidad no quedan borradas sino integradas.(Jung, 1964)

Los arquetipos personificados en el proceso de individuación

En un primer término, el sujeto debe enfrentarse a su propia imagen, la que oculta tras la persona, de modo tal que descubre todo aquello que le desagradable dentro de sí; si la persona puede soportar y asimilar a la sombra, ha cumplido con el primer paso de trascender el inconsciente personal; esto implica reconocer la impotencia consciencia frente a las fuerzas de este lado oscuro y confiar en los efectos compensatorios del inconsciente, de modo tal que este entregue respuestas en forma de símbolos o imágenes en la fantasía o en sueños que permitan realizar una integración adecuada de la sombra a la consciencia.
Ahora bien, al hacerse el yo en parte inconsciente, descubrimos que nuestra psique está sujeta a la acción de distintos factores de los cuales no somos dueños. De aquí surge el miedo primitivo al oscurecimiento de la consciencia por acción de lo inconsciente al cual, según Jung, debe hacerse frente con la búsqueda de conocimiento de este inconsciente, no de un modo racionalista o científico, sino mediante una paciente espera y una atenta observación sus procesos. Estos procesos, como ya se ha señalado, se expresan en imágenes y en figuras antropomorfas.

Tras el enfrentamiento de la sombra, el sujeto se encuentra con el ánima, o sea, la representación en forma femenina de la vida inconsciente como factor más allá de la consciencia, que señala caminos llenos de vida, sin importar si estos son considerados buenos o malos por la razón. Es así que la relación con el ánima es "una prueba de coraje y una ordalía del fuego para las fuerzas morales y espirituales del hombre" (Jung, 1991, p.35), ya que daría cuenta del impulsos vital, aquella fuerza que es capaz de sacar lo mejor o lo peor de nosotros, "nuestro equívoco más personal o nuestro mejor atrevimiento"(Jung, 1991, p.36). Junto a esta fuerza vital primitiva e irracional , el ánima posee una paradójica sabiduría oculta, la cual sólo se manifiesta a quien discute con ella; a ella le corresponde entregar la intuición de la existencia del un orden secreto tras la arbitrariedad de sus impulsos.

El reconocimiento del significado tras el caos del impulso vital del ánima no se realiza en un estado de racionalidad. En este punto del camino, el individuo no sabe a que atenerse, no siendo sus categorías conceptuales suficientes para comprender su existencia. Es en este momento de derrota de la racionalidad que surge el arquetipo del significado, el cual se representa generalmente en la figura del anciano sabio, el mago, el iluminado, el instructor; es el arquetipo a través del cual se entregan las respuestas del inconsciente.

Ahora, puede surgir en el yo la tentación de fusionarse con el arquetipo del sabio; estaremos en presencia del complejo del "maná"; el yo se ha inflado con la asimilación del arquetipo y cree poseer todas las respuestas. Si el individuo logra ser humilde, se dará cuenta que si bien tiene un cierto conocimiento de lo inconsciente, este sigue teniendo la misma fuerza rectora e ingobernable que tuvo siempre. Es este el momento en el cual la consciencia puede tener la real experiencia de comunión con la totalidad psíquica, ya que puede intuir su significado y dirección, subordinando su existencia a esta fuerza que toma el carácter de divina -el self - unión que generalmente se ve representada en el mandala.

Arquetipos de transformación

El proceso de individuación en sí es representado en una serie de símbolos que constituyen los arquetipos de transformación. Entre los representantes de estos encontramos el sistema Chankra tántrico, el sistema nervioso místico del yoga chino y las imágenes del tarot (Jung, 1991). Siguen una secuencia en las cuales los opuestos se suceden, de manera tal que a la ganancia le sigue la pérdida, a la claridad la oscuridad. Se inicia la serie simbólica en un callejón sin salida u otra situación imposible; su meta es una más consciencia más elevada, con la cual se superaría la situación inicial.


El arquetipo de transformación por excelencia sería el mandala, símbolo que representa el encuentro del yo con el self, o el lugar donde éste se forma.

6. TÉCNICAS TERAPÉUTICAS QUE TIENEN COMO OBJETIVO EL LOGRO DE LA INDIVIDUACIÓN
 

Compartiendo el juicio de De Castro(1995) y otros autores, el aporte de Jung a la psicoterapia es más importante en el aspecto conceptual que en el técnico. Jung, en lo básico, comparte mucho de los aspectos técnicos del psicoanálisis clásico y casi todo lo relacionado con aspectos prácticos propios de la terapia analítica está disperso dentro de la casuística presentada en sus libros como ejemplificación de sus concepciones. De todos modos, es posible señalar como técnicas propiamente jungianas la amplificación y la imaginación activa, las cuales se encuentran en subordinación al particular enfoque con el cual realiza el análisis de los sueños, el cual difiere de la formulación clásica realizada por Freud.
 
La amplificación
El método de la amplificación, que normalmente se utiliza dentro del análisis de los sueños, consiste en comparar las fantasías del paciente con las producciones míticas pertenecientes al pasado de la humanidad y que se han conservado en el folklore, la literatura, las leyendas y sobretodo en religiones primitivas o evolucionadas. Jung se entregaba a una verdadera orgía de evocaciones culturales, con el fin de descubrir el arquetipo que se expresaba como común denominador entre los mitos y las fantasías del paciente. Así, al transportar las fantasías de los pacientes a los grandes escenarios míticos y legendarios, se lograba tener una visión más amplia de la problemática que el inconsciente entrega a la consciencia.
 
La imaginación activa
El método de la imaginación activa consiste en que el paciente, en primer lugar, creará obras plásticas que representarán los símbolos aparecidos en sus fantasías y sueños; generalmente, estas toman la forma de mandalas y el trabajo requerido en crearlas sirve para integrar los elementos inconscientes de los cuales ellos son representantes.
 
Además, la imaginación activa da cuenta de los ejercicios de imaginería en los cuales el paciente debía continuar las experiencias acaecidas en la fantasía o en sueños e incluso podía enfrentarse a los seres arquetípicos; estos entes se convertirían en personajes concretos, si bien simbólicos. A este último proceso se le denomina densificación. Es importante aclarar que Jung propone una posición activa frente a los personajes arquetípicos y no una postura pasiva de mera contemplación; el sujeto debe ser capaz de resolver las situaciones angustiosas que la imaginería le presenta(Jung, 1964)
 
El análisis de los sueños desde la terapia analítica:
Diferencias en el acercamiento a los sueños entre el psicoanálisis y la psicología analítica

El enfoque de Jung sobre la interpretación de los sueños disiente del que realiza Freud. El fundador del psicoanálisis consideraba que los sueños constituían una fachada tras la cual se esconde una realización de deseos inaceptables para la consciencia; desde un punto de vista técnico, los sueños serían el punto de partida para permitir la asociación libre, la cual permitiría con el encadenamiento de ideas al analista descubrir la problemática del paciente.

Jung, con el pasar de los años, consideró que el contenido propio del sueño era importante por sí mismo y que usarlo sólo como iniciación para las asociaciones libres era perder una importante fuente de información, ya que habría muchas otras formas de lograr el encadenamiento de ideas que llevaría al descubrimiento de los complejos. De esta manera, las asociaciones tendientes a la comprensión del sueño debían centrarse sólo en la contextualización de los elementos de éste.
Así, el sueño hay que tomarlo por lo que es, sin conjeturar sobre una posible tendencia de él a engañar; el sueño tiene un valor simbólico de por sí.
 
El sueño, fuente de conocimiento primordial del inconsciente
 
Para Jung, los sueños son la fuente del conocimiento más importante del inconsciente, ya que en ellos se encontrarían los mismos conflictos y complejos que son posibles de hallar en los experimentos de asociación, pero los sueños pueden entregar aspectos más profundos, tanto en lo referente a la causalidad de los procesos anímicos como a su tendencia. De esta manera, los sueños representarían autorreproducciones de los procesos inconscientes, es decir, éstos se proyectan en determinadas imágenes simbólicas que se presentan a la mente del soñante como objetos o personas. En palabras del propio Jung (1940, p.73), "el sueño describe la situación interior del que sueña, cuya verdad y realidad no reconoce la consciencia o sólo reconoce a disgusto".

Además de proveernos información diagnóstica sobre la etiología de los trastornos, el sueño puede entregar un pronóstico e incluso como debe iniciarse y aplicarse la terapia; también el sueño puede proveer información sobre la actitud del paciente frente al terapeuta. Es de vital importancia, entonces, no perder de vista que los sueños pueden constituir anticipaciones y que su sentido se puede perder si sólo se les contempla desde una perspectiva causal (Jung, 1940). Los sueños provendrían, entonces, de "una fuente inteligente, dirigida a fines, y por decirlo así, personal" (Jung, 1955, p.43), que busca compensar las omisiones y represiones de la consciencia, con el fin de lograr el equilibrio interior, expresando la capacidad autorregulatoria del inconsciente. Como podemos percatarnos, esta fuente teleológica de los procesos psíquicos sería el self.
 
El lenguaje onírico
 
El lenguaje onírico presenta una gran cantidad de imágenes, por lo general no verbales, cuya variedad y complejidad es incluso más variada de la que encontramos en la vida consciente. Estas imágenes oníricas tienden a ser más coloreadas y vívidas que las de la consciencia, ya que están asociadas a gran cantidad de procesos psíquicos, muchos de ellos emocionales.
El lenguaje onírico presenta una gran variedad de formas y características , entre las cuales podemos encontrar:

Lenguaje figurativo
En el sueño se representan ciertas cualidad o entidades abstractas con las imágenes figurativas que ocupamos al hablar. Así, términos como "zorro", "bestia" o "burro", que en el lenguaje común son utilizados para señalar
cualidades determinadas, en el sueño aparecen representadas en forma "literal".
Juego de palabras y metáforas
Las imágenes representan otra cosa o elemento, en ocasiones formas poéticas.
Por ejemplo, un hombre alado podría representar la libertad.
La presencia del color
Los sueños que poseen una gran carga emocional, hipotetizó Jung, suelen recordarse en colores.
 
La exageración
Es común que en los sueños se exageren sus elementos. De este modo, aparecen imágenes de personas, cosas o animales en forma desproporcionada, o las situaciones son distorsionadas casi hasta el ridículo.
 
Lenguaje mitológico
En el sueño aparecerían "metáforas de hechos o seres que han existido desde hace mucho tiempo atrás, y que con el paso del tiempo se han ido modificando en su expresión, pero no en su mensaje central" (De Castro, 1995, p.126)
 
Aspectos técnicos del análisis de sueño.
 
El sueño debe enfrentarse sin prejuicios teóricos, de manera que no se limite de antemano doctrinariamente el sentido de un sueño. Los únicos presupuestos que admite Jung son la existencia de un sentido del sueño, el que éste es una expresión específica del inconsciente y la ampliación de consciencia producto de la interpretación del sueño. (Jung, 1940, 1984)
Más que una técnica, el análisis de los sueños es un intercambio dialéctico entre dos personas - el analista y el paciente - en el cual es muy importante considerar la individualidad del sujeto, de manera tal que la interpretación del sueño refleje su personalidad y no las teorías particulares del terapeuta.
En el principio del tratamiento, los sueños suelen ser bastante claros, pero con el tiempo se tornan más confusos, debido a que estos alcanzan un nivel de complejidad mayor y reflejarían, por parto, aspectos más profundos del inconsciente. Frente a estos sueños no se espera el logro de su comprensión inmediata sobre la base de una teoría específica sino lograr una adecuada contextualización, la cual va más allá de la simple acumulación de asociaciones libres libradas a su suerte. La elección por parte del inconsciente de una imagen determinada por sobre cualquier otra es de vital importancia y la interpretación de esta elección es fundamental. Se impone, de este modo, el estricto apego a la imagen del sueño y la interpretación basada en asociaciones directamente ligadas a todos los elementos del sueño, omitiéndose todo material que no forme parte clara y visiblemente de éste (Jung, 1940, 1984).
 
Además, es importante considerar que el análisis de un sueño aislado tiene poco valor, ya que generalmente los sueños se presentan en una serie y la interpretación de ésta permite corregir los errores cometidos en la interpretación de los sueños individuales; además, la serie de sueños permite reconocer los motivos y contenidos fundamentales (Jung, 1940)
El proceso de análisis propiamente tal consiste, a muy gruesos rasgos, en el registro del sueño por el paciente en su casa, el cual luego es analizado y contextualizado con relación a sus asociaciones con la vida del paciente, al ambiente en el cual éste se desenvuelve y los procesos conscientes actuales de sujeto, como a las relaciones que se pudieran establecer con mitos y religiones del pasado (método de amplificación).(Astete et al., 1998). En forma concreta, Jung describe el procedimiento del siguiente modo:
" Yo procedo del modo siguiente. Divido una página en tres columnas: en la de la izquierda, registro el sueño, espaciando sus fases sucesivas; en la del medio, que es algo más ancha, irá el contexto onírico (constituido por la ayuda de las asociaciones libres, como hemos dicho más arriba); en la derecha, en fin, figurarán las conclusiones que se pueden obtener del conjunto. Nosotros tratamos así al sueño, como haríamos con una inscripción fragmentaria que acabase de ser desenterrada, que no supiéramos descifrar, y que intentaríamos hacer legible con el apoyo de informaciones y complementos extraídos de otros campos "(Jung, citado en De Castro, 1995, p.118)
 
Tras contextualizar el sueño, es conveniente preguntarse por el papel compensatorio del sueño, o sea, que tendencia consciente busca contrapesar. Después, si se observa la presencia de "símbolos fijos" en el sueño arquetipos, se procede al análisis del inconsciente individual para determinar las relaciones que se presentarían con el inconsciente colectivo, descubriendo los arquetipos que guían los procesos psíquicos del sujeto; el objetivo de esto es lograr la integración de los contenidos arquetipos a la consciencia. (Jung, 1940)
Posteriormente, se puede profundizar el significado de los sueños mediante las técnicas de imaginación activa, tanto en lo referido a la creación de obras plásticas como a las imaginerías propiamente tales. (De Castro, 1995) Es importante considerar que Jung sólo considera válida una interpretación de un sueño si el paciente está de acuerda con éste (Jung, 1940)
 
Referencia Bibliográfica
  • Astete, E.Canales, T.Gacitúa, M.Ramirez, P.Sánchez, S. (1998) . Sueños, una perspectiva Jungiana. http://www.apsique.com/tiki-index.php?page=PersJunsu .
  • De Castro, J. (1995) . Introducción a la psicología de Carl Gustav Jung. Universidad Católica de Chile : Santiago.
  • Jung, C.G. (1940) . Realidad del Alma. Losada : Buenos Aires. [Compre este libro en Paidos]
  • Jung, C.G. (1995) . Psicología y Religión. Paidós : Buenos Aires. [Compre este libro en Paidos]
  • Jung, C.G. (1964) . El yo y el inconsciente. Luis Miracle : Barcelona. [Compre este libro en Paidos]
  • Jung, C.G. (1984) . El hombre y sus símbolos. Luis de Caralt : Barcelona.
  • Jung, C.G. (1991) . Arquetipos e inconsciente colectivo. Paidós : Buenos Aires. [Compre este libro en Paidos]
  • Jung, C.G. (1993) . Símbolos de Transformación. Paidós : Barcelona. [Compre este libro en Paidos]

 

NOTAS:

 

[1] Jung señala que el conocimiento de lo inconsciente, ya sea vía terapia o en la vida cotidiana, tiene el peligro de que se produzca o una presuntuosidad y confianza excesiva, o bien a una "depresión" debido al descubrimiento de lo desagradable en lo inconsciente. En ambos casos existiría un problema de límites en la consciencia, ya que se extendería la personalidad autoreconocida más allá de los límites individuales; esto es lo que denomina Jung inflación psíquica.(Jung, 1964)

[2] Este fanatismo puede aparecer como el resultado de una terapia; si bien la persona se ve animosa, su vida se ve guiada por una delimitación con el mundo inadecuada que puede llevar a la desadaptación posterior (Jung, 1964)

[3] Entendemos persona como la porción del inconsciente colectivo elegida por la consciencia para ser expresada como un acuerdo entre el yo y la sociedad.

[4] Muchas confusiones sobre la psicología analítica surgen de la ocasional vaguedad con que Jung definía sus términos. Para efectos de clarificación, ocuparemos los siguientes términos en las formas que se indicarán:

Persona : este término se usará solamente en relación con el concepto Jungiano, o sea, como aquella porción del inconsciente colectivo asumido por la persona como rol social.

Yo, ego, identidad : estos términos harán referencia tanto a la consciencia y a la sensación subjetiva de pertenencia asociada a sus contenidos

Self o "si-mismo" : Estos dos términos se utilizarán según la conceptualización de Jung referida a la totalidad psíquica, a la cual el yo o ego se subordina.


[5] en bastardillas en el original


 


Respuesta  Mensaje 8 de 8 en el tema 
De: ESKARLATA Enviado: 26/05/2009 14:17

LA TRANSFORMACIÓN

SEGÚN C. G. JUNG 

 

Jung entiende el proceso de maduración humana como un “camino de transformación”. El objetivo esta transformación es conciliar las divergencias en el proceso de maduración. La divergencia fundamental a la que se enfrenta el hombre es la tensión entre el espíritu y el instinto. El camino de la transformación afronta el cambio de las energías instintivas hacia otras formas, por ejemplo hacia una determinada idea o sentimiento (idea, valor) sobre la base y ayuda de un arquetipo prefijado. “La fascinación que procede del arquetipo influye para que la energía del instinto –libido- se desvíe de su dirección original y se oriente a su correspondiente expresión espiritual” [Cartas, 20].

 

Oposición y lucha interior

Para Jung, el proceso de la transformación es activado por la oposición entre instinto y espíritu, entre conciente e inconsciente, entre razón y sentimiento. En cuanto las oposiciones se concilian, se produce un cambio en el hombre. Pero este proceso de transformación no siempre es visible. Por largo tiempo, nada experimentamos acerca de una transformación interior, pero de pronto notamos que algo ha cambiado en nosotros. Es un proceso vital. Así como una planta crece sin que lo notemos, así sucede también con la transformación en los hombres.

Jung describe la transformación de una energía instintiva en energía espiritual, con el ejemplo de un niño. Para un niño, es normal anhelar a la madre. Pero, cuando uno ya mayor dirige su libido principalmente hacia su madre continúa siendo infantil, continúa en la inmadurez e inseguridad. Para seguir madurando, debe orientar su libido hacia un símbolo, hacia imágenes espontáneas, hacia modelos que transformen sus energías instintivas. Jung opina que, tan pronto como en la maduración del niño sea necesario desligarse de la madre, aparecerá un arquetipo de la madre; por ejemplo, de la madre-Iglesia. Con eso, el joven puede librarse interiormente de la madre, con la que se realiza una “transformación vital”. … Por otra parte, cabe notar que algunos han visto en esta oposición de espíritu e instinto un cierto tinte gnóstico. Lo cierto es que, desde un punto de vista teológico, el misterio de la Encarnación precisamente afirma que nos transformamos a través de lo instintivo, no por desprendernos de la materia, sino por encarnarnos en la materia. Un modo de hacerlo es a través de los símbolos en sus diversas manifestaciones.

Transformación por los Símbolos y Ritos

Los símbolos pueden transformar las energías del hombre porque pueden ligar entre sí el consciente y el inconsciente. Siempre y cuando el hombre comience a dialogar con su inconsciente; cuando conecte sus sentimientos con su razón, las actuales experiencias con los Arquetipos del pasado, entontes, puede caminar en el proceso de transformación, el cual tiene como finalidad la totalidad, la plenitud, tal como Jung traduce la palabra bíblica “perfección”. Para Jung es, en última instancia la imagen de Dios la “que se opone, frenando lo meramente instintivo” [Símbolos de Transformación] realizando la energía instintiva.

Así pues, la transformación del instinto, según Jung, se produce particularmente por influencia del arquetipo. Y los arquetipos son activados y elevados al conciente por medio de ritos y símbolos. Jung llama a los símbolos “convertidores”. Así como un instalación hidráulica convierte la energía del agua en energía eléctrica, así los símbolos convierten las energías biológicas en energías espirituales. “Los símbolos funcionan como convertidores, en cuanto elevan la libido de su forma inferior a una más elevada” [Símb. de transf.

Para Jung, un camino para la transformación de las energías es instintivas es el sacrificio, tal como se realizó del modo más claro en la muerte de Jesús. “El sacrificio no significa precisamente una regresión, sino un paso feliz de la libido al equivalente simbólico de la madre, y con ello a un estado espiritual” [idem]. 

Jung llama también “introversión” a los antecedentes de la transformación. El hombre orienta su energía hacia el interior, con lo que la puede transformar. La introversión puede suscitarse por los ritos, la oración y el sacrificio. Los ritos “tienen la finalidad de orientar la libido hacia el inconsciente, obligando con ello a la introversión” [idem]. El Rito de transformación más eficaz para los cristianos es la eucaristía. Jung designa la misa como un “rito del proceso de individuación” [Arquetipos e Inconsciente Colectivo]. Su objetivo es “transformar el alma del hombre empírico, que es sólo una parte del sí mismo, el cual se expresa en su totalidad en Cristo” [idem]. 

La transformación es para el hombre una necesidad vital. Atarse al pasado petrifica la vida. Es un principio de vida: “Toda juventud, alguna vez, queda envejecida; toda hermosura se marchita; lo caliente se enfría; todo esplendor se apaga y cada verdad se hace trivial y chata. Todas estas cosas han alcanzado alguna vez su forma y todas las formas quedan expuestas a la influencia del tiempo: envejecen, enferman, se quebrantan, si no se transforman. Pueden transformarse porque la chispa que invisible que una vez las engendró tiene una fuerza eterna capaz de engendrar indefinidamente… Una verdad es valedera por mucho tiempo sólo cuando se transforma y prosigue dando testimonio en nuevas imágenes y en nuevas lenguas como un vino nuevo guardado en odres viejos” [Simb. de trasnsf.] 

La Transformación como integración

La transformación del hombre comienza en el inconsciente. Frecuentemente el hombre, por algún problema externo, es obligado a ocuparse de su inconsciente. Sus arquetipos, de pronto, se le aparecen en sus sueños, o se le presentan en los ritos de su fe, o en sus lecturas. “Cuando se produce un problema, éste se configura en el inconsciente bajo una determinada categoría. Siendo un “numinos”, es decir, una energía específica, suscita, en el contenido del conocimiento, imágenes correlativas por las que puede ser mejor conocida y con mayor capacidad de conciencia. Cuando esto pasa al consciente, es considerado una iluminación o revelación, o como una idea salvadora” [Símb. de Transf.]. 

Jung opina que el hombre necesita frecuentes crisis en las que sus fuerzas vitales se sientan debilitadas, para que su inconsciente se conecte con el consciente. El hombre se transforma sólo cuando integra su inconsciente. Una vida de éxitos puede hacer peligrar su transformación, cuando “olvida su dependencia del inconsciente” [idem].

En la mitad de la vida: Integración de la Sombra

Un tiempo decisivo para la transformación del hombre transcurre a la mitad de su vida. Muchos se aferran obstinadamente al pasado, con lo que impiden la transformación necesaria. Transformación no significa desplazar lo antiguo, sino empalmarlo con lo nuevo e integrarlo. Según Jung, al promediar la vida, asoma la parte reprimida en la Sombra. Cada hombre tiene dos polos: amor y odio, disciplina e indisciplina, razón y sensación, Anima y Animus. En la primera mirad de la vida, comúnmente vive (concientemente) un solo polo. El otro queda en la sombra: A la mitad de la vida, asoma. Si en adelante vive lo que había estado en la Sombra, reprimiendo lo vivido hasta entonces, no lo ayudará mucho. Vivirá lo contrario, del mismo modo unilateral, como antes. A Jung le importa que la estrechez del consciente por las oposiciones de ambos polos “se rompa, y con ello construya un grado mayor y más elevado del conciente” [Dinámica del Inconsciente].

No podemos resolver de una vez los problemas de la vida. Los debemos abordar constantemente; de lo contrario, nos estancaríamos. “Seguramente recordamos a determinados amigos y compañeros de escuela que en su tiempo habían sido jóvenes de ideales prometedores y, al encontrarlos años más tarde, los vemos marchitos y agotados” [idem]. Se habían aferrado con fuerza a lo que en algún momento encontraron como una solución, resistiéndose así a toda transformación. Nunca llegaron a ser hombres íntegros.

“Lugares” de transformación

En un artículo sobre volver a nacer, Jung muestra las diversas formas y lugares de la transformación. Habla de la transformación por la participación de un rito. También puede transformarnos un relato [cf. Dinám. del Incosnc.] Hay también técnicas como la meditación, el yoga, los ejercicios, que pueden proporcionar al hombre la experiencia de la transformación. Se dan también preanuncios naturales de transformación que nos plantean si la aceptamos o no, si la reconocemos o no… “Estos preanuncios naturales se dan sobre todo en el Sueño” [idem].

También por medio de encuentro con los hombres, o por la lectura de libros, podemos tomar contacto con las fuerzas interiores y descubrir en nosotros al “Amigo del alma” que quiere conducirnos hasta el secreto de nuestra vida [cf. idem]. Jung opina que todos tenemos un “Amigo del alma”, interior, que es inmortal y que quiere transformar en nosotros lo mortal en inmortal. “El hombre es como los gemelos Dioscuros, de los que uno es mortal y el otro inmortal; siempre están juntos, pero nunca se ponen de acuerdo. Los preanuncios buscan acercarlos; a esto el inconsciente pone raparos por cuanto el otro aparece como extraño y forastero, y porque no nos podemos acostumbrar a ser el único señor en la propia casa” [idem]. La finalidad de toda transformación es la conversión en mí mismo, de lo mortal en inmortal, liberándome de la envoltura mortal que soy, y despertando a la vida” [idem].-

COMPENSACIÓN

 

Compensación significa “contrapeso” o “sustitución”. Adler fue propiamente quien introdujo el concepto de compensación en la psicología de las neurosis. Adler entiende por compensación el contrapeso funcional del sentimiento de interioridad mediante un sistema psicológico compensador, comparable a los desarrollos orgánicos compensadores en los casos de inferioridad orgánica. Adler dice: “Con la separación del organismo materno comienza para estos órganos y sistemas orgánicos inferiores el combate con el mundo externo, combate que es necesario y que se libra con más violencia aquí que en el aparato normalmente desarrollado… Sin embargo, el carácter fetal otorga a la vez la acrecentada posibilidad de compensación y de sobrecompensación, aumenta la capacidad de adaptación a resistencias habituales e inhabitúales y asegura la producción de formas nuevas y superiores”. El sentimiento de inferioridad del neurótico, que, según Adler, corresponde etiológicamente a una inferioridad orgánica, provoca una “construcción auxiliar”, precisamente una compensación, que consiste en el establecimiento de una ficción que contrapesa la inferioriodad. La ficción o “línea directiva ficticia” es un sistema psicológico que intenta transformar la inferioridad en superioridad. En esta concepción es importante la existencia empíricamente innegable de una función compensadora en la esfera de los procesos psicológicos. Corresponde a una función similar que se da en la esfera fisiológica, la autodirección o atutorregulación del organismo.

Mientras Adler limita su concepto de compensación al contrapeso del sentimiento de inferioridad, yo concibo el concepto de compensación en general como un contrapeso funcional, como una autorregulación del aparato psíquico. En este sentido concibo la actividad de lo inconsciente como contrapeso de la unilateralidad de la actitud general producida por la función consciente. A los psicólogos les gusta comparar la consciencia con el ojo, hablan de un campo de visión y de un punto de visión de la consciencia. Con esa comparación está acertadamente caracterizada la esencia de la función consciente: sólo pocos contenidos pueden alcanzar el máximo grado de consciencia y sólo un limitado número de contenidos puede mantenerse a la vez en su campo. La actividad de la consciencia es selectiva. La selección exige dirección. Y la dirección exige exclusión de lo no pertinente.

De ello surge necesariamente en cada caso una cierta unilateralidad de la orientación de la consciencia. Los contenidos excluidos de la dirección elegida e inhibidos caen primero en lo inconsciente, pero forman, en razón de su efectiva existencia, un contrapeso a la orientación consciente, contrapeso que aumenta asimismo por al aumento de la unilateralidad consciente y que lleva por fin a una tensión advertible. Esa tensión significa una cierta inhibición de la actividad consciente, inhibición que, ciertamente, el comienzo puede ser superada por un esfuerzo consciente intensificado. Pero a la larga la tensión aumenta de tal manera que los contenidos inconscientes inhibidos se comunican a la consciencia, habiéndolo por medio de los sueños y del as imágenes ”que ascienden libremente”.

Cuando mayor es la unilateralidad del actitud de consciente, tanto más se oponen a ella los contenidos provenientes de lo inconsciente, de modo que puede hablarse de un verdadero contraste entre la consciencia y lo inconsciente. En este caso la compensación se presenta en forma de función contrastante. Éste es un caso extremo. Por lo regular la compensación mediante lo inconsciente no es un contraste, sino un contrapeso o complemento de la orientación consciente. Lo inconsciente da, por ejemplo, en los sueños todos aquellos contenidos que están constelados con la situación consciente, pero que se hallan inhibido por la elección consciente y cuyo conocimiento sería indispensable a la consciencia para una adaptación completa.

En condiciones normales la compensación es inconsciente, esto es, causa un efecto regulador inconsciente en el actividad consciente. En la neurosis lo inconsciente contrasta tan fuertemente con la consciencia que la compensación queda trastornada. De ahí que la terapia analítica intente hacer conscientes los contenidos inconscientes y restablecer de ese modo la compensación. -



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