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MEDITATION: ELOGIO DEL SILENCIO
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Réponse  Message 1 de 1 de ce thème 
De: ESKARLATA  (message original) Envoyé: 26/05/2009 15:08
 

Elogio del silencio
Hamlet Lima Quintana
 
A veces el silencio
es la palabra justa,
la que enciende las luces,
la que mejor se escucha,
la que place o se sufre
cargada de milenios,
la que otorga hermosura,
la flor del pensamiento.
En ese momento
de la clara armonía,
de la mejor tristeza,
de la entera alegría.
Es el gran fundamento
que ronda a la grandeza:
tu palabra y la mía
habitan el silencio.
Por eso la palabra
debe ser pronunciada
como una ceremonia
con aire de campanas,
una fiesta del alma,
farol del pensamiento,
porque fue generada
por el mejor silencio. 

 

 
 

 

 

 

Silencio

Octavio Paz

Así como del fondo de la música
brota una nota
que mientras vibra crece y se adelgaza
hasta que en otra música enmudece,
brota del fondo del silencio
otro silencio, aguda torre, espada,
y sube y crece y nos suspende
y mientras sube caen
recuerdos, esperanzas,
las pequeñas mentiras y las grandes,
y queremos gritar y en la garganta
se desvanece el grito:
desembocamos al silencio
en donde los silencios enmudecen.

 

 

 

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           

 
 
 
 

 

El niño que perdió el silencio

- Ay, este niño- se lamentaba su madre-, siempre tan distraído que el día menos pensado
va a acabar perdiendo la cabeza.
Que lejos andaba su madre de intuir cuanto habría de depararnos el futuro, porque
no fue la cabeza, sino el silencio lo que acabó perdiendo el niño. Y con su silencio,
nuestro sueño, nuestra calma y hasta nuestro hogar.

- Ay, este niño- se lamentaba ahora su madre- todo el santo día clamando disparates
sin ningún sentido. Que si no sé que de la filosofía, que si no sé cuanto de la literatura.
Y así era hasta en las madrugadas, que las pasaba, entre ronquidos, tratando de convencer
al sueño de quién sabe cuantas estupideces.

Y claro, a su pobre madre, que siempre tuvo el silencio por distintivo de las personas
de buena condición, se le rompía el alma cuando lo oía discutir en la consulta
del dentista, durante horas, la conveniencia de legalizar el uso terapéutico de la marihuana.

Y nosotros, en nuestra desesperación, quisimos buscar quien le devolviera el silencio.
Y sin saber donde nos metíamos, lo llevamos a visitar a médicos y a psicólogos y a maestros
y a filósofos; incluso a lingüistas y a novelistas y a poetas. Y bien que nos pesa haberlo hecho,
porque en lugar de encontrar entre ellos el silencio, fue a encontrar todo una legión de seguidores.

- Ay, este niño –terminó por lamentar su madre-, que habla y habla y todo lo llena de palabras,
nos ha llenado ahora también la casa de toda esta gente extraña.

 

                                                                                                                                                                                                                                                 

 


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