Página principal  |  Contacto  

Correo electrónico:

Contraseña:

Registrarse ahora!

¿Has olvidado tu contraseña?

AMNESIA la burbuja de ESKARLATA
 
Novedades
  Únete ahora
  Panel de mensajes 
  Galería de imágenes 
 Archivos y documentos 
 Encuestas y Test 
  Lista de Participantes
 DEBATE 
 
 
  Herramientas
 
CULTO Y CULTURA: "La confesión católica es un invento genial"
Elegir otro panel de mensajes
Tema anterior  Tema siguiente
Respuesta  Mensaje 1 de 1 en el tema 
De: ESKARLATA  (Mensaje original) Enviado: 05/06/2009 16:42

TORSTENWIESEL, PREMIO NOBEL DE MEDICINA; NEURÓLOGO Y PSIQUIATRA
"La confesión católica es un invento genial"

Tengo 82 años, pero hace 50 que visto la misma talla de pantalones. Nací en Suecia: me enternece ver a los papás empujando cochecitos de bebé en el parque mientras las mamás trabajan. En Suecia yo era un socialdemócrata esperanzado; en EE.UU. soy un ciudadano enfadado más. La culpa sólo tiene sentido si nos obliga a intentarlo otra vez

LLUÍS AMIGUET - 27/04/2006


- Yo me crié en un manicomio. Mi padre era psiquiatra y mi hermano padecía esquizofrenia y estaba internado. Toda la familia vivíamos en aquel hospital.

- ¿El ambiente no le afectaba siendo niño?

- Al contrario. Recuerdo horas felices jugando al fútbol con los enfermos mentales y también compartiendo muchos buenos momentos en juegos de mesa y cantando. Tenía allí muchos amigos y me querían.

- Fue lógico que se hiciera psiquiatra.

- Entonces, la verdad, yo no era un buen estudiante. Lo único que puedo citar con orgullo académico de aquella etapa de mi vida fue que conseguí dirigir el equipo de atletismo de mi instituto.

- Ya es algo, doctor.

- Pero a los 17 años empecé a leer libros de investigación y me interesé por la ciencia.

- ¿Por qué?

- Me interesaba el reto de descubrir. La psiquiatría, además de una tradición familiar, se convirtió así en una intensa vocación. Recuerde que entonces no teníamos antidepresivos y que la esquizofrenia de mi hermano tampoco tenía medicación. Yo presenciaba abismos de sufrimiento.

- ¿Ha cambiado mucho el panorama?

- Ni la depresión, ni la esquizofrenia ni el alzheimer tienen todavía cura, pero sí pueden ser tratados con paliativos que marcan una gran diferencia. Comencé a investigar mientras me convertía primero en médico y después en psiquiatra. Dediqué mi primer año a estudiar la esquizofrenia, pero vi que aquello no era suficiente.

- ¿Por qué?

- Toda mi vida había visto a mi padre rodear las enfermedades mentales y sus causas sin entrar nunca en la caja negra...

- ¿La caja negra?

- ¡El cerebro! Todas las respuestas tenían que estar allí y sin embargo no sabíamos nada sobre él. Me propuse abrir la caja negra del ser humano o por lo menos intentarlo.

- ¿Cómo?

- Teníamos el maravilloso trabajo pionero de Ramón y Cajal, el padre de la neurología. Debíamos profundizar en él. Empezamos a trabajar en equipo y al poco tiempo recibí una oferta de la Universidad John Hopkins para investigar en EE. UU.

- Buen empujón.

- Pero no sólo por la oportunidad académica. En cierto modo, tuve que volver a rehacer todas mis conexiones cerebrales. Fue un enorme shock cultural y todo mi cerebro se adaptó con esfuerzo a los nuevos valores.

- ¿Y ese shock fue bueno?

- Fue necesario. Cuando nacemos, el cerebro es como una enorme página en blanco en la que puedes escribir con tinta indeleble. La experimentación demuestra que, entre los seis meses y el año, nuestra capacidad para aprehender fonemas es sorprendente...

- ¿Fonemas?

- ¡¡¡Ba, be, bi, bu, bu, bu!!!

- El balbuceo de los bebés.

- En realidad, los bebés están experimentando así con los sonidos. A los dos añitos ya pueden empezar a hablar, pero por eso mismo han perdido esa capacidad de aprender inicial. Y es que la página de sus mentes comienza a estar escrita poco a poco. Van aprendiendo una lengua, pero ya no son capaces de interpretar todos los fonemas. A medida que aprendan su propia lengua, les será más difícil aprender otras.

- Aquí nos jubilamos aprendiendo inglés.

- Yo creo que con el resto de conocimientos de la vida sucede lo mismo que con el lenguaje. A medida que afianzas tus conocimientos, te resulta más difícil aprender otros. El cerebro se va especializando.

- Pero se puede aprender toda la vida.

- ¡Por supuesto! Pero entonces se requiere un cierto shock que te obligue a replantearte tu visión del mundo. En ese sentido le hablaba de mi viaje a América. Me obligó a rehacer mis esquemas mentales y en el proceso aprendí muchísimo. Por eso, el sufrimiento o las conmociones personales también son una forma de aprendizaje y crecimiento personal. A veces hay que fracasar para crecer.

- Lo que no logra destruirte te fortalece.

- Al menos mentalmente, sí. Tras la John Hopkins, nos hicieron una oferta de Harvard y allí intensificamos el trabajo de investigación que premiarían con el Nobel.

- ¿En qué consiste?

- Nos lo dieron por nuestros descubrimientos en el proceso de información en el sistema visual. Avanzamos en describir la especialización de las funciones cerebrales.

- Enhorabuena.

- No me la dé. El cerebro todavía es el jardín del Edén para los investigadores. Está todo por hacer: todavía no sabemos ni cómo aprendemos, ni cómo olvidamos ni cómo recordamos. Desconocemos los mecanismos que desencadenan las enfermedades mentales. Y tampoco sabemos nada sobre los mecanismos mentales del odio y del amor.

- ¿Se imagina poder trasplantar las neuronas del amor al hemisferio del odio?

- Todo es imaginable porque todo está por hacer en la ciencia del cerebro.

- ¿Tiene usted algún consejito de higiene mental?

- A menudo la gran diferencia en nuestras vidas la marca el modo en que nos tratamos a nosotros mismos.

- ¿En qué sentido?

- Creo que demasiadas veces somos demasiado severos juzgándonos. Cuando fracase admítalo en seguida, pero dese en seguida también otra oportunidad. En ese sentido, sin entrar a juzgar su trascendencia espiritual, la confesión católica es un invento genial: un gran instrumento de higiene mental.



Primer  Anterior  Sin respuesta  Siguiente   Último  

 
©2025 - Gabitos - Todos los derechos reservados