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PSICOLOGIA: TE OYES, PERO NO TE ESCUCHAS
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De: ESKARLATA  (Mensaje original) Enviado: 09/06/2009 16:20

Una hipótesis razonable: te oyes, pero no te escuchas

 
En una ocasión, un buen amigo me contó que cierta tribu africana tenía un dicho, genial por lo simple y por lo real de su significado, que decía así: “Gran silencio: mucho ruido”.

El silencio interior es inquietante al principio, porque de repente te das cuenta de que es demasiado falso: en realidad contiene mucho ruido, demasiado ruido, una especie de gran manifestación exaltada, en exceso de voces, de diálogos, de imágenes que vienen y van sin parar, dudas, preguntas, contradicciones… Escuchas como por ejemplo: “Quiero vivir más relajadamente, pero ¿quién se va a encargar del dinero a la casa?”. “Deseo tener más dinero para poder darme más placeres, pero eso implicaría trabajar más, tener menos tiempo libre, y entonces, ¿de qué serviría ese dinero de más?”.
Y detrás de todo ese ruido aparece una vocecita, una especie de Pepito Grillo, alguien que susurra levemente, esperando una oportunidad para ser escuchado, demandando un espacio para manifestarse. Para vencer al ruido tienes que llegar hasta Pepito Grillo, plantarte frente a él y dialogar.
Dicho de otra forma: para dirigir tu propia vida, para llevar tu propia empresa personal hacia donde realmente quieres, el primer paso es empezar a escucharte, a tenerte en cuenta, a investigar para saber qué es lo que realmente quieres.

La gran dificultad de averiguar lo que quiero hacer de mi vida, contrariamente a lo que se pueda creer, no está en saber lo que quiero ser cuando “sea mayor”, sino cómo quiero vivir y cómo quiero estar aquí y ahora.

Escucharme íntimamente me permite reconocerme. Fíjate bien: re-conocerme, es decir, volver a conocerme.

Y es que la dinámica de una vida ajetreada mantenida a lo largo de mucho tiempo hace que nos vayamos convirtiendo en auténticos extraños para nosotros mismos.

Decía Carl Rogers, que “el niño que se sabe escuchado crece seguro de sí. Mientras que el que no es escuchado deja un gran espacio para el deseo del otro, que va cubriendo, tapando, desplazando y ahogando progresivamente su propio deseo”. Es decir, el niño, en su necesidad de ser aceptado, querido, acariciado, desplaza su propia necesidad de realización. Hasta que la persona, niño o adulto, entra en crisis.

Decía el sabio psicólogo y maestro espiritual, Antonio Blay, que “es mucho más eficaz educar a un niño que arreglar a un adulto”. Los psicoterapeutas conocen perfectamente este principio: el cambio profundo y duradero en la persona adulta sólo es posible cuando se produce esta toma de contacto con el niño interior y cuando se empiezan a redefinir significados sobre uno, sobre los demás y sobre la vida desde este niño interior.

Lo malo es que a menudo empezamos a escucharnos cuando ya no queda más remedio, cuando nos sentimos tan mal que incluso nuestro cuerpo empieza a hablar a gritos, a enfermar, a entristecerse… Por lo tanto es recomendable empezar cuanto antes a escucharte y a ser testigo de tu ser interior.
Al principio, escuchar resulta muy difícil porque el proceso de escucha activa implica una apertura, un espacio a la vulnerabilidad, y ello evidentemente genera miedo. Pero consuela saber que sabios y genios de todas las épocas han pasado por ese proceso cuando trataban de encontrarse a sí mismos y ponerse en contacto con una fuente inagotable de creatividad:

Lao Tsé: “El silencio es el sonido más fuerte que existe”.
Beethoven: “En el silencio es el sonido más fuerte que existe”.
Tagore: “El hombre busca la multitud para ahogar el clamor de su propio silencio”.

A partir de ahora me daré más atención: me observaré como si fuese testigo de mi ser interior. Llevaré además una libreta pequeña siempre conmigo, o una pequeña grabadora. Y apuntaré todo deseo, fantasía e idea que surjan en mi cabeza en el momento más inesperado y cuya realización me haga sentir más feliz.

Las mejores ideas aparecen de repente, sin previo aviso. Son burbujas que salen de nuestro centro, del fondo del alma, de aquello que sigue plenamente genuino y no condicionado en nosotros, y para que mantengan su valor original lo mejor es anotarlas en caliente: son los mensajes del niño interior.
Sucede que a menudo hablamos más de lo que escuchamos. Y eso me recuerda un fragmento de El caballero de la armadura oxidada: “Se sentó en el suelo y continuó pensando. Al poco rato, le vino el pensamiento de que toda su vida había perdido el tiempo hablando de lo que había hecho y de lo que iba hacer… se dio cuenta que durante la mayor parte de su vida no había escuchado realmente a nadie ni a nada”.

ESKARLATA



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