EDUCADORA, ESPECIALISTA EN JUEGOS. IMMA MARÍN
"¡La vida es un juego!: tú juega hasta el final"
VÍCTOR-M. AMELA - 01/08/2006
Tengo 49 años, nací en Barcelona y vivo en l´Hospitalet. Soy maestra, educadora, diseñadora de juegos, promotora de juegos... Estoy casada y tengo tres hijos, Mariona (26), Ariadna (23) y Pau (20). Soy una decepcionada de la política. Soy cristiana, seguidora de los valores de Jesús. Lo que más me gusta es jugar... El humano es un ser que juega
Qué juguete es el más antiguo conocido?
- Apareció en un yacimiento prehistórico congelado: una piedra envuelta en una piel.
- ¿Qué juguete era ése?
- ¡Una muñeca! Alguna niña o niño de la edad de piedra jugaba a mimar, acunar, cuidar a un bebé...
- Es emocionante...
- El juguete existe desde que existe el juego, y el juego existe desde que existe el ser humano. O más allá.
- ¿Más allá?
- Muchos animales juegan durante su formación, pero el ser humano juega toda la vida. Homo ludens:¡así nos bautizó el estudioso Huizinga!
- ¿En qué consiste jugar?
- En hacer algo por el placer de hacerlo, hacerlo libremente y sin esperar ganancias, sólo por el reto que entraña, por la alegría que procura.
- ¡Me entran ganas de ponerme a jugar!
- Ésa es la actitud. Yo juego siempre. Usted y yo, ahora, estamos jugando, ¿no lo ve?
- Juego a preguntarle si la vida es juego.
- ¡La vida es juego! ¿Qué otra cosa? "El hombre sólo es verdaderamente humano cuando juega", dijo el poeta Schiller. La especificidad humana, más que razonar, ¡es la de jugar por jugar, la de gozar de su vida!
- A veces el juego no es nada fácil...
- La vida tiene muchas partidas... La vida te reparte unas cartas, es cierto, pero quien decide cómo las juega eres tú. ¡Juega!
- Eso lo escribió Shakespeare, creo...
- ¿Sí? Pero no todos saben jugar, gozar la vida: haber jugado de niño enseña a superar frustraciones, a disfrutar de la relación con el otro, a sacar el jugo a todo... Jugando se aprende a vivir. Pero si no se ha jugado...
- Todos hemos jugado.
- Pues me apena mucho ver que las estadísticas ahora revelan que los niños están dejando de jugar cada vez más tempranamente.
- ¿A qué edad?
- Hacia los once años. Ansiamos que los niños sean mayores y por eso penalizamos el juego: "¡Deja de jugar!", "eso es de niños", "a ver cuándo te haces mayor", y así...
- ¿Y qué deberíamos decirles, mejor?
- Deberíamos contagiarles una actitud juguetona: echarles carreras, jugar con ellos a lo que sea, que la actitud de jugar permanezca... Así verían que ser adulto no equivale a dejar de jugar. ¡Juega siempre, hasta el final!
- Pero tenemos trabajo, no hay tiempo...
- ¿No hay tiempo para disfrutar la vida que te ha tocado, hasta el último día? ¡Jugar es vivir la vida que tienes! Si de niño gozas viendo girar una peonza, de mayor gozarás con una puesta de sol, disfrutarás todo lo que te venga, hasta cuando seas muy viejecito...
- ¿Cuál es el juego más universal?
- Quizá esa peonza... Existe desde hace más de 2.500 años en todos los tiempos, lugares y culturas...
- ¿Por qué será?
- Proporciona el goce de un movimiento bello: es una puerta abierta al misterio de la belleza...
- ¿Hay más juegos sin fronteras?
- Seguir al rey (o a la reina, o a la madre): éste es un juego, ¿ve?, que enseña empatía, enseña a ponerte en la piel de otro.
- Señáleme otro juego ancestral.
- Lanzar una taba (es un hueso, el astrágalo), que al caer podía quedar en diversas posiciones. Se usaba para augurios o para apostar. De ahí derivaron los dados. ¡Los romanos fueron unos fanáticos de los dados!
- Se jugaron la túnica de Jesús en la cruz...
- Pelotas, muñecas... En India, 2.500 años a. C., nacen el ajedrez, el parchís, el backgammon..., que luego se expandirán por todas partes. O el carrom, que nace en Egipto y arraiga en India.
- No lo conozco.
- Se juega en un tablero con cuatro agujeros en las esquinas, hacia los que dos jugadores empujan las fichas. En India lo juegan en todas partes, en la calle... ¡Los adultos! Los niños miran, esperando crecer para jugar.
- No veo aquí a adultos jugando en la calle...
- Nos autolimitamos, nos amputamos...
- ¿Cada juego refleja una cultura?
- Sí. En África juegan al mankala o aweles, un madero con cuencos y con piedritas... que simbolizan campos, y gana el que se queda con las del otro: es propio de una cultura agraria. En Japón juegan al go, consistente en acorralar las fichas del otro, y en China juegan al ajedrez chino: juegos belicosos...
- Nosotros, capitalistas, ¡al Monopoly!
- ¡Apasionante juego! En verano, guardo bajo llave las partidas inacabadas con mis hijos, para seguirlas al día siguiente...
- Compre las casillas naranjas... y ganará.
- ¿Sí? Le devuelvo consejo: ¡no deje ganar a sus hijos! Así aprenden a aceptar el azar, a perder: ¡son defensas ante la frustración!
- ¡Eso sí les será útil para la vida adulta!
- Mejor curtirse jugando en casa, ¿verdad? Eso les hará luego personas más alegres. Y respetuosas: así aprenden que hay límites. Ah, y pacientes: aprenden a esperar su turno.
- Aconséjeme más juegos.
- Todos los que le apetezca: el Memory (encontrar parejas de cartas), el dominó, las cartas del Uno... Jugar con los hijos establece vínculos emocionales que sería imposible improvisar luego, cuando ya sean adolescentes.
- Y el amor... ¿es también un juego?
- ¡Y el sexo! No olvide los juegos de cama..., en los que lo mejor son, siempre, los juegos preliminares, ya sabe...
- Pues... ¡a jugar!
- Sólo es creativo quien juega. Ya dijo Platón: "Se conoce más a un hombre en una hora de juego que en un año de conversación".