PETER MENZEL · FOTOPERIODISTA; AUTOR DE WHAT THE WORLD EATS
"Nos perdemos el sabor de los gusanos"
Tengo 59 años y ni un minuto que perder: fotografío la diversidad de nuestro planeta en peligro. Tengo cuatro hijos: ¡cuántos paisajes que yo disfruté he permitido que les arrebaten! Educar a todas las mujeres es la mejor inversión de futuro. Ahora trabajo en documentar rituales funerarios de la humanidad. Expongo en Caja Madrid en Barcelona
LLUÍS AMIGUET
- He publicado en cinco libros más de 5.000 fotografías sobre lo que comemos en 24 países de los cinco continentes...
- ¿Qué es lo más asqueroso que ha comido?
- Lo que a usted le sonará asqueroso pero es delicioso son los gusanos. Nos perdemos el sabor de los gusanos...
- Antes de que se nos coman, comámoslos.
- El rey de los gusanos comestibles es una oruga australiana, la witchetty grub, gorda y tierna: un poco más larga que nuestro índice.
- Sugerente.
- Se fríe sobre las brasas y tiene un sabor delicadamente ahumado de huevos revueltos, porque sus entrañas tienen color yema.
- No me tiente, que no he desayunado.
- También el escorpión es una delicia asiática: sabe a gambas secas. En general, los insectos son una golosina en medio mundo y muy nutritiva: piense que un cerdo, el animal más eficiente convirtiendo biomasa en proteínas, transforma en carne el 25 por ciento de lo que se come.
- Come un kilo y engorda 250 gramos.
- Y la vaca menos: una vaca convierte en filetes sólo el 12 por ciento de lo que consume, pero un insecto logra transformar en carne comestible entre el 60 y el 70 por ciento de lo que traga.
- No dé ideas que ya veo las insect burgers.
- ¿Por qué no? Son deliciosos. Lo más racional sería olvidarnos de tanto pollo, cerdo y vaca, y hacer granjas para gusanos, un alimento que, además... ¡no engorda!
- Brindamos la idea a los emprendedores.
- ¿Por qué en Asia apenas hay gordos? La flexibilidad de su dieta les ha permitido, además, la superpoblación. Tenemos mucho que aprender de su nutrición. ¡Y otra delicia!
-... Sorpréndame.
- Llovió muchísimo cuando fotografiaba Tailandia y salieron las hormigas gigantes de sus hormigueros. Todo el pueblo se abalanzó sobre ellas y las devoraron, frieron y pusieron en conserva. Cenamos, desayunamos y comimos deliciosas superhormigas.
- A ver si me acierta el gusto con otra cosa.
- En Mongolia mataron una oveja en mi honor: la pusieron panza arriba y le hicieron en ella una incisión de medio palmo. El padre metió allí su mano hasta el codo y apretó con delicadeza la arteria que riega el cerebro hasta que la oveja dulcemente expiró.
- ¡Descanse en paz, dulce ovejita!
- Es también una lección de evitar el sufrimiento inútil a otro ser vivo. Le sacaron el estómago, lo rellenaron de sangre e hirvieron y, ya cuajado, lo seccionaron en deliciosas rodajas que devoramos con fruición.
- ¡Como en la matanza del gorrino!
- Sé que aquí tienen ustedes sus morcillas, pero la mejor comida del planeta es, para mí y para los nutricionistas, la japonesa.
- No ha probado usted mis paellas.
- Viví con Sayo y los Yokita en Okinawa, una familia encantadora y... ¡qué sushis! ¡Y las algas! ¡Tofus!... y dulces delicadísimos.
- Los japos,de comida, saben.
- Es mi favorita. Y en mis libros aporto estadísticas y datos nutricionales: la japonesa es la nutrición más sana del planeta.
- Gordos allí sólo los luchadores de sumo.
- Y en cuanto a la peor dieta del planeta, ya habrá adivinado que es la americana.
- También es la más publicitada.
- No sólo es la más insana, sino que además es pobrísima en diversidad y pobre de sabores. Tenemos un 60 por ciento de la población con sobrepeso; un 40 por ciento enfermos de obesidad y un 9 por ciento con diabetes. Uno de cada tres de nuestros niños tendrá diabetes si no modifican sus dietas antes.
- ¿Por qué?
- Demasiada comida procesada y demasiado sedentarismo: nos sobra coche y nos falta tiempo para cocinar productos frescos.
- Veo que los países ricos no comen mejor.
- Bien observado: no comen mejor los países más ricos, sino los más inteligentes. Y después, al viajar te das cuenta de que en torno a la comida se estructuran las culturas.
- Por ejemplo.
- En Mali comí en una casa donde el padre de familia tenía dos esposas.
- Compleja tesitura hogareña.
- Al contrario, las dos señoras insistían al bueno del marido en que tomara una tercera esposa para así poder compartir con ella la carga de trabajo. Eso me hizo pensar...
-... Y a mí.
- Eran mucho más felices esas dos esposas que muchas otras que he conocido.
- ¿La globalización respeta la dieta local?
- El mundo a menudo sólo puede explicarse en paradojas y ésta es una que he descubierto después de toda una vida de fotografiar el mundo: cuanto más homogénea es la globalización, más insistimos cada uno en que somos diferentes. Fíjense en Catalunya.
- Ser diverso es cuestión de proponérselo.
- Después de fotografiar todas las dietas del planeta con las familias que las practican, ahora me propongo fotografiar lo que comen 101 personas del planeta en 24 horas. Y ya tengo hechas fotos memorables.
- Entre anorexias, bulimias y gorduras...
- A veces, cuando fotografío indígenas en sus paisajes tengo la sensación de documentar la vida del último mohicano.Me temo que muchas de las fotos que hago no podrán volverse a tomar porque el paisaje y la cultura retratadas habrán desaparecido.
- Pero todo estará... en internet.
- ¿Qué les estamos dejando a nuestros hijos? A menudo me asusta saber que les dejo un mundo mucho más pobre en naturaleza y diversidad cultural del que yo heredé. Tal vez por eso tengo más y más ganas de hacer más y más fotos...
PLACER DE VER
Me asomo al ingente, universal trabajo fotográfico de Menzel colgado en la red. Descubro una ambición borgeana combinada con un rigor enciclopédico: no sólo aparecen todas las dietas del planeta con las fotos de quien las come, sino, además, todas las estadísticas que les dan sentido y que permiten descubrir, por ejemplo, que la comida más cara del mundo es también la más insana. Su paseo visual ´Man eating bugs´ (Hombre comiendo bichos) es muy aconsejable antes de las comidas, sobre todo cuando pague usted, pero no se agota en la anécdota, sino que revela en Menzel a un auténtico ilustrado de la imagen, apasionado por la tarea de documentar la menguante diversidad natural y cultural de nuestro mundo a medida que lo liquidamos mordisco a mordisco.