La infidelidad mina tu autoestima

Isabel Menéndez

Ante una infidelidad, nos planteamos dudas sobre nuestra propia feminidad e identificamos a “la otra” como alguien más sexy.

Cuando su pareja le es infiel, son muchas las preguntas que dan vueltas en la cabeza de una mujer, algunas de ellas relacionadas con esa tercera persona hacia la que el cónyuge dirige su deseo. ¿Qué tendrá ella para qué él la desee? ¿Por qué me engaña? Algunas explicaciones rápidas se refieren a que la otra puede ser una chica sexy, que va a la moda, de esas que gustan a los hombres. La moda es una expresión que refleja gustos culturales, vehicula tendencias y propone a la mujer aquello que, según el tiempo que vivimos, se identifica con su feminidad.

Cuando la mujer se encuentra a gusto consigo misma, suele saber qué es lo que le sienta bien, tanto a su cuerpo como a su corazón. No obstante, la infidelidad siempre hace daño. ¿Es una vía de escape para quienes prefieren huir en vez de resolver sus problemas? ¿Se trata de una incapacidad para comprometerse afectiva y sexualmente con una persona?

Falta de deseo
Adela estaba enferma de rabia y acababa de vomitar, la cena le había sentado mal. Había salido con unas amigas que la acompañaban desde que tenía conflictos de pareja, pues su marido le había sido infiel, si bien luego le había asegurado que nunca volvería a pasar y ella trataba de creérselo. Cuando estaban cenando, entró un amigo de ambos con una mujer. de la que Adela, sin saber por qué, dedujo que había sido la amante de su pareja. Se quedó un poco asombrada cuando vio a su rival.

Realmente era una mujer atractiva, vestida a la última, maquillada, aunque sin excesos, con un cuerpo estupendo y despidiendo al andar ese aire de las mujeres que se saben guapas y atractivas. Adela comenzó a sentirse mal y quiso irse a su casa. Hasta cierto punto, sentía que era normal que él se hubiera ido con aquella chica porque, pensaba, los hombres son así. Pero Adela se equivocaba.

Lo que había atraído a su pareja de su amante era su aire de seguridad, proveniente de que se trataba de una persona a la que le gustaba gustar. Adela, sin embargo, había sido así hacía mucho tiempo y era ahora cuando se daba cuenta de que había dejado de arreglarse como antes. ¿Por qué la relación entre ambos había derivado en una infidelidad? ¿Por qué ella ya no se cuidaba como antes? El aspecto externo de una mujer puede atraer el deseo de un hombre, pero de ahí a la infidelidad hay una gran distancia.

Apego a la madre
Las preguntas que se hace la mujer engañada acerca de lo que tiene la otra para atraer de esa forma a su pareja constituyen, en la mayoría de los casos, una interrogación sobre su propia feminidad y su propio deseo. Lo mejor sería dirigir la interrogación hacia sí misma e indagar por qué ha elegido a ese tipo de hombre y cómo vive la sexualidad con él.

En todo caso, conviene distinguir entre una aventura ocasional y una infidelidad sistemática. El infiel se halla preso de impulsos que le empujan a desear a otra mujer con la que se compromete afectivamente. Este tipo de hombre suele tener una estructura psíquica infantil, por lo que permanece apegado a una madre que tiene completamente idealizada. Busca una amante porque disocia en su psiquismo la mujer sexuada, que sería la amante, de aquella a la que dice querer, que sería la que espera en casa, al estilo de una madre. Y esto es lo que le ocurre a Carlos, el marido de Adela que, demasiado apegado inconscientemente a la figura materna, huyó de su esposa al sentir que se acercaba para él a la figura interiorizada que tenía de su propia madre.

Amor inmaduro
La persona infiel, dominada por unos intereses sentimentales propios, no conoce al servicio de qué está su deseo; ignora su sumisión a objetos internos, que con frecuencia derivan de los primeros años de su vida; no sabe ser consecuente consigo misma porque su maduración psicológica es muy precaria y no puede comprometerse con otro en el terreno amoroso. Quizá no ha llegado a alcanzar el verdadero amor, que implica la confianza mutua y la estabilidad afectiva.

Todos los amores son producto del desplazamiento que efectuamos sobre los que tuvimos anteriormente: el primero fue el de la madre, seguido muy cerca por el sentimos por nuestro padre. Interrogarse sobre por qué elegimos a nuestra pareja y reflexionar acerca de las cuestiones que han podido conducir a una relación donde se dé la infidelidad, nos ayudará a conocernos más y quizá a sufrir menos en nuestras relaciones amorosas. Hay factores externos, culturales y de moda, que influyen en la idea que una mujer se hace de sí misma, pero estos siempre se combinan con factores internos, que son los determinantes para que una mujer se sienta a gusto consigo misma