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Démonos prisa en amar. La gente se va tan pronto, dejando tras ellos sólo sus zapatos y un teléfono mudo.
Sólo lo fútil se arrastra pesadamente. Lo importante es tan veloz que sucede de repente y luego, un silencio normal -y, por eso, insoportable- como la pureza nacida del más simple desconsuelo, cuando nos quedamos sin alguien y pensamos en él.
No estés tan seguro de tener tiempo. Lo seguro es inseguro, y nos priva de lo querido. Como toda dicha, llega simultáneamente, como el humor y lo solemne, como dos pasiones -siempre más débiles que una- desaparecen tan pronto como calla el tordo en julio, como un sonido algo torpe, o como sorda reverencia.
Para ver de verdad, cierra los ojos. Aunque es más arriesgado nacer que morir, amamos siempre poco y demasiado tarde.
No escribas sobre ello con frecuencia, sino para siempre y serás como un delfín, bondadoso y fuerte
Démonos prisa en amar. La gente se va tan pronto… y los que no se van, no siempre vuelven; y al hablar de amor, nunca se sabe si el primero es el último o el último el primero
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