Lo que sientes por él es dependencia o amor

Isabel Menendez

Amar significa ser capaz de estar solo, pero también compartir esa autonomía con la persona que completa nuestras carencias

Nacemos dependientes y nos hacemos autónomos de forma paulatina, a medida que nos descubrimos como distintos a otro. El amor nos hace vulnerables porque señala nuestras carencias. El que ama tiene que confesarse a sí mismo que quiere al otro porque le falta algo. Aquellos que creen estar completos, no saben amar. Al asumir nuestras carencias, nos enriquecemos con el intercambio de aquél al que amamos. En el amor se pide y se devuelve. Amar requiere ser generoso, reconocer los deseos, hacernos cargo de ellos, elegir cómo y hasta dónde podemos llevarlos a cabo. La dependencia emocional de la pareja, cuando es grande, no da margen a la elección porque se impone a la voluntad como una necesidad para seguir viviendo. Remite a la dependencia absoluta que tenemos de la madre al nacer y que el crecimiento físico y psíquico resuelve con el tiempo.

Para ello la madre, que es nuestro primer objeto de amor, tiene que ser sustituida por otro: el padre, al que también queremos y al que tendremos que sustituir, a su vez, por los amores que encontremos a lo largo de la vida. En la dependencia no se puede elegir, se está empujado por la necesidad. En el amor se elige porque se ha podido construir una identidad madura.

Abandono infantil
A Paola no le duraban las parejas. Al poco de empezar una relación se sentía agobiada por ellos, lo que tarde o temprano conducía a la ruptura. Llegó a la consulta quejándose de su mala suerte en el amor y desconfiando de que se la pudiera ayudar. Después de mucho tiempo, se dio cuenta del recorrido que había hecho. Paola fue separada de su madre cuando contaba año y medio. Una tía suya, que no podía tener hijos, se ocupó de ella.
Cuando Paola comenzó a llamarla mamá, sus padres la recuperaron, rompiendo la relación afectiva que había formado.

Desde ese momento comenzó a tener dificultades con la comida y a llorar por las noches. La historia volvió a repetirse. En esta ocasión, fue llevada al pueblo de sus abuelos cuando tenía cuatro años. Paola se había sentido abandonada demasiado pronto y, sobre todo, demasiadas veces. Por ello rompía con sus parejas cuando la relación se acercaba a la intimidad afectiva. Entonces temía perder a quien quería y repetía las separaciones infantiles. En la terapia puso palabras a su sentimiento de abandono, reconoció algunos deseos que nunca había sospechado y consiguió perdonar la incompetencia materna y paterna. Esto la llevó a ser menos severa y le permitió comprometerse en el amor, pues ya no tenía miedo a que la relación se rompiera. Había dejado de temer la dependencia del otro porque había podido elaborar la propia.

Dos que se unen
El amor es posible cuando uno se puede separar del que ama, cuando la ansiedad no le invade si el otro no está, cuando se puede compartir la intimidad sin miedo a confundirse con el otro. La dependencia exige al otro que sea incondicional; el amor espera a recibir y entiende que el otro no tiene obligación de responder siempre. La dependencia tiene que ver con una necesidad del otro, infantil e imperiosa. El amor guarda relación con el deseo hacia el otro y con la libertad de disfrutar de una independencia que se pueda compartir con él.