En la quieta soledad de mi alborada,
fui cometa y astro rey en llamaradas;
Fui la brisa y remolino, en plena calma,
fui el camino construido hasta tu alma.
En el dulce despertar de madrugadas,
fui aroma en los jardines de esperanza;
Fui el calor de los encantos que dejaba,
en la flor de la mujer que más amaba.
En la tierna ingenuidad de tu inocencia,
fui sendero de tu alma y tu conciencia;
Fui la luz que ilumino siempre tus huellas,
fui ese amor que te llevó hasta las estrellas.
Fuiste en mi vida y de mis cosas la más bella,
fuimos una hoguera de ternuras que no queman;
Fuiste manantial de agua dulce por mis venas,
que forjaste en mi destino... ese amor que tu alma llena.
Con solo recordar esa ternura que no quema,
no puedo yo olvidar que te llevo entre mis venas;
Tan solo quiero ser... de tu amor profunda huella,
para no olvidar los pasos, que a ti siempre me llevan.
Por las horas que en tu tiempo dedicaste a mi vida,
entregaste con tu alma la pasión sincera y pura;
Me envolviste en tus abrazos con cariños y con ternura,
convirtiendo a mis sentidos en tu eterna aventura.
Eduardo Grau