- Ay, mujer desconocida,
- que tanto ya me conoces;
- te estuve llamando a voces
- durante toda mi vida.
- ¿Dónde yaciste escondida,
- que no supe de tu oferta?
- Aunque mi alma estaba alerta
- nunca te vio en sus espejos,
- y ahora surges a lo lejos…
- Ven, que no hay llave en la puerta.
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