La naturaleza encubre la presencia de Dios
¿Por qué le fue dada la tentación al hombre?
Para que él pudiese buscar a Aquel que es más
tentador que todas las tentaciones del mundo.
Los atractivos terrenales que te rodean no
son para tenderte trampas, sino para
hacerte buscar más allá de ellos y te preguntes:
«¿Quién creó todas estas cosas? ¿Quién me hizo a mí?
¿Quién soy yo? ¿Dónde estás Tú, Señor?
¿Por qué te ocultas? ¡Háblame!.
Cuando te diriges directamente a Dios
con estas preguntas, Él te contesta.
La mayoría de las personas no le invocan
con la intensidad suficiente y por eso nunca le encuentran.
Debes hablarle claramente, con el lenguaje del alma, y decirle:
«Señor, ya no quiero ver solamente las bellezas que Tú has creado;
quiero contemplar tu Rostro que es más hermoso que las flores
y más fascinante que todos los rostros creados.
Quiero ver Quién se encuentra tras toda la naturaleza».
Aun cuando una persona se cubra con un velo,
siempre es posible notar que hay alguien detrás de éste.
De la misma manera, la naturaleza es como un gran velo
cuyos contornos denotan la presencia de Dios.
Él está oculto allí, pero tú sólo le echas una ojeada,
sin penetrar lo suficiente para ver al tímido Morador.
Cuando me sumerjo alerta y silenciosamente en la meditación
y se suspende mi aliento, percibo un estremecimiento
de bienaventuranza en mi interior, y Él susurra: « ¡Estoy aquí! ».
La inteligencia que Dios te ha dado es la entrada que conduce al cielo,
la puerta exterior de su Reino; pero no la utilizas.
¿Por qué no usarla ahora, hoy mismo? No esperes más;
de lo contrario, tendrás que abandonar la Tierra como
un perro expulsado a puntapiés por la muerte.
Eso sería cometer un crimen contra tu alma.
La inteligencia te fue otorgada para descubrir por
qué estás aquí en la Tierra: para encontrar a Dios.
por Paramahansa Yogananda Giri